Por Nelson Lombana Silva
La postura del estado colombiano con el
sueño de paz con justicia social, se puede calificar de traicionera,
espuria, criminal e infame. No pude haber un solo calificativo
afirmativo.
Una vez más los tres poderes se han confabulado para
asesinar un sueño que tiene el pueblo hace más de cincuenta años. Toda
la burocracia de la clase dominante, perfectamente concatenada y
engrasada, enfila baterías sin piedad alguna contra la paz con justicia
social.
Juan Manuel Santos, representa el poder ejecutivo, los
senadores y representantes a la cámara, el legislativo y los magistrados
y jueces, el judicial. Todos como en fuente ovejuna, contra el proceso
de implementación, usando para ello toda la marrullería del mundo.
De
los 17 proyectos de ley, solo pasaron ocho a sanción presidencial. Eso
demuestra que el interés de los “padres de la patria”, por la paz que
debe reinar en el pueblo es nulo.
Las pocas leyes aprobadas fueron con un quórum precario, la mayoría firmaba y se retiraba. Firmaba para justificar el pago.
Esos
personajes, por estos días volverán a la entraña del pueblo a solicitar
su respaldo para ser reelegidos. Volverá la ilusión que traduce la
promesa y el pueblo sumisamente, seguramente volverá a votar por los
mismos.
¿Qué se puede esperar de un pueblo anestesiado,
atemorizado y analfabeta político? Aparentemente nada, pero en realidad
no hay enfermedad que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. El
pueblo sabrá sobreponerse a toda esa adversidad.
De hecho ha
respondido hasta ahora de una manera respetable, aun cuando no
comulguemos con esa respuesta, a pesar de ser válida: La abstención.
Claro,
la abstención es una forma concreta de protestar. Sin embargo, no
encaja perfectamente con lo que hay que hacer para transformar la
realidad que vive la sociedad colombiana.
Los ciudadanos que suelen practicarla señalan expresamente: “Ni con el uno, ni con el otro”.
La
primera pregunta que surge es: ¿Esta postura a quién favorece? Favorece
a la clase dominante y perjudica a la clase que quiere convertirse en
clase dominante.
Para un hijo de la oligarquía le da lo mismo
ganar por un voto o un millón, pues uno y el otro tiene las mismas
gabelas que da el estado capitalista.
Es más: Si yo lo estoy robando y usted asume una postura de abstención, ¿A quién favorece?
La
propuesta entonces se encamina a replantear esta forma de protestar. Ni
la neutralidad, ni la indiferencia, son realmente alternativas para
resolver la aguda problemática que vive el país. Tampoco seguir
esperando que esa clase dominante resuelva la problemática del pueblo.
Hay
que asumir una actitud participativa, crítica y analítica. Eso implica
sobreponerse a los aparatos ideológicos y represivos que el estado se
vale a diario para mantener la clase dominante, que tanto daño le ha
hecho al pueblo general.
Las palabras del camarada Giovanni Castro son dicientes. Deben llamar la atención para asumir una postura protagónica. El razonamiento obvio que expresa el ex comandante del 21 frente de las Farc – Ep, tiene su fundamento. Es una terrible realidad.
El pueblo ha sido burlado una vez más por esta sucia y rancia oligarquía, razón por la cual el pueblo debe movilizarse ahora mismo antes de que sea demasiado tarde. Y dentro de esas tareas prioritarias, se encuentra la unidad y la lucha política. La izquierda se debe unir y asumir con grandeza una gran salida a esta infame traición de Santos y su patota, como diría el camarada Álvaro Vásquez del Real.
Entendamos sin ambages la dinámica que encarna la lucha de clases. Entenderla será factor fundamental para encarar la lucha por la paz con justicia social en Colombia.
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