El fallecimiento del comandante Fidel Castro, se convierte ante todo en un emocionante desafío para el pueblo cubano, por cuanto no solo implica recordar su memoria, sino defender su obra magistral que desarrolló con tanto ahínco y dedicación, siempre al lado del pueblo, sin apartarse un centímetro de él con profundo respeto y admiración.
Su hazaña imperecedera la escribió al lado del pueblo, la concibió pensando en el pueblo y la concretó con el pueblo. Nada por fuera del pueblo, nada contra el pueblo. Por eso fue un líder carismático con sobrada autoridad moral y política.
Su oratoria volcánica siempre la acompañó de hechos. No fueron palabras vacías, carentes de contenido. Inspirado en José Martí, quien sostenía que la mejor manera de decir era hacer, Fidel fue consecuente con ese postulado de principio a fin.
Hombres como Fidel no deben morir y no morirán de hecho. Su ejemplo inmaculado seguirá brillando eternamente en el amplio firmamento de América Latina. Su gesta pasará de generación en generación con el ímpetu revolucionario, con la impoluta grandeza que le caracterizó. Será la fuente inagotable de perseverancia y conciencia de clase para avanzar en la defensa y el perfeccionamiento del Socialismo como antesala del Comunismo.
La patria de José Martí será una sola persona, un solo puño cerrado defendiendo y profundizando la revolución socialista que comandó durante largas y duras décadas el comandante Fidel Castro.
Seguirá enfrentando con coraje y dignidad al imperialismo norteamericano, al brutal e inhumano bloqueo económico, la arremetida desalmada del neoliberalismo capitalista y la postura apátrida de los “gusanos” radicados principalmente en Miami.
Perfectamente, el comandante Fidel puede decir con Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Vivió para la humanidad, vivió para la justicia, vivió para la libertad, vivió para el Socialismo.
El discurso de la ONU 1979
El comandante Fidel supo combinar magistralmente la acción con la palabra. Pulverizó a su enemigo de clase con audacia, siempre al lado del pueblo. Estuvo varias veces en las Naciones Unidas, en la entraña del monstruo como diría Martí. Allí, habló directo, sin ambages.
Recordamos algunas ideas planteadas en este recinto, no solo como homenaje póstumo, si como el compromiso revolucionario de tener vivo sus ideas, sus planteamientos.
“Se habla con frecuencia de los derechos humanos. Pero, hay que hablar también de los derechos de la humanidad. ¿Por qué unos pueblos han de andar descalzos, para que otros viajen en lujosos automóviles? ¿Por qué unos han de vivir 35 años, para que otros vivan 70? ¿Por qué unos han de ser míseramente pobres, para que otros sean exageradamente ricos?”.
“Hablo en nombre de los niños que en el mundo no tienen un pedazo de pan (Aplausos), hablo en nombre de los enfermos que no tienen medicinas, hablo en nombre de aquellos a los se les ha negado el derecho a la vida y la dignidad humana”.
“Unos países poseen en fin abundantes recursos, otros no poseen nada. ¿Cuál es el destino de éstos? ¿Morirse de hambre? ¿Ser eternamente pobres? ¿Para qué sirve entonces la civilización? ¿Para sirve entonces la conciencia del hombre? ¿Para qué sirven las Naciones Unidas?” (Sonoros aplausos)
“¿Para qué sirve el mundo? No se puede hablar de paz en nombre de decenas de millones de seres humanos que mueren cada año de hambre o enfermedades curables en todo el mundo”.
“No se puede hablar de paz en nombre de 900 millones de analfabetos. La explotación de los países pobres por los países ricos, debe cesar”.
“Sé que en muchos países pobres hay también explotadores y explotados. Me dirijo a las naciones ricas para que contribuyan, me dirijo a los países pobres para que distribuyan”.
“Basta ya de palabras. Hacen falta hechos”. (Prolongados aplausos) “Basta ya de abstracciones, hacen falta acciones concretas. Basta ya de hablar de un nuevo orden económico internacional especulativo, que nadie entiende”. (Aplausos sonoros)
“Hay que hablar de un orden real y objetivo que todos comprendan. No he venido aquí como profeta de la revolución, no he venido a pedir o desear que el mundo se convulsione violentamente, hemos venido a hablar de paz y colaboración entre los pueblos, y hemos venido a advertir que si no resolvemos pacífica y sabiamente las injusticias y desigualdades actuales, el futuro será apocalíptico”.
“El ruido de las armas, el lenguaje amenazante de la prepotencia en la escena internacional, debe cesar. Basta ya de la ilusión de que los problemas del mundo se pueden resolver con armas nucleares; las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia. No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos y en el holocausto morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo”. (Aplausos)
“Digamos adiós a las armas y consagrémonos civilizadamente a los problemas más agobiantes de nuestra era. Esa es la responsabilidad y el deber más sagrado de todos los estadistas del mundo. Esa es, además, la premisa indispensable de la supervivencia humana” (Aplausos)
¿Qué hay de tiranía en estas nobles iniciativas?
Produce asco la forma miserable y ruin como las cadenas de la oligarquía y del imperialismo norteamericano vienen presentando la muerte del comandante Fidel Castro. No lo bajan de dictador, de asesino y de infame contra el pueblo. RCN y Caracol – por ejemplo – para solo nombrar un par. Cómo se solazan abriendo sus micrófonos y cámaras a los “gusanos” de Miami, inventando historietas macabras tan distantes de la realidad.
¿Un dictador puede hablar como hablaba Fidel Castro? ¿Un dictador tiene moral como la moral revolucionaria que tenía el comandante Fidel Castro? ¿Un dictador podría pronunciar un discurso en el seno de las Naciones Unidas con la contundencia que lo hizo en 1979 el comandante Fidel Castro y recibir tantos y tantos aplausos?
¿Cuáles fueron los primeros pasos de la triunfante revolución cubana, el primero de enero de 1959? Erradicar el analfabetismo, erradicar la muerte de cubanos por enfermedades curables, construir muchas escuelas, colegios, universidades, puestos de salud, hospitales, clínicas, nacionalizar los recursos cubanos, dignificar el pueblo cubano y colocar en estampida a los gringos que consideraban abusivamente a la isla como un vulgar burdel.
¿Eso lo hace un dictador como lo pintan RCN y Caracol? ¿Acaso, llamar a la defensa mundial de los derechos humanos, la paz internacional, la justa distribución de los alimentos para todos y todas, son prácticas de las dictaduras?
Es más: ¿Resulta ético estimular deschavetados y pagados para que bailen por la muerte de un ser humano? ¿Es humano postura de esta naturaleza?
Así, es deber de los medios alternativos hacer causa común para salirle al paso a ese tipo de periodismo amarillista, sensacionalista y salvaje que solo busca desinformar y desorientar presentando a las víctimas como victimarios. Hay que defender el legado oceánico del comandante Fidel Castro, como el del comandante Hugo Chávez, Ernesto Che Guevara, Manuel Marulanda Vélez, etc. No hay que cejar en la lucha de clases. Hay que profundizarla con decisión e imaginación.
Que la humanidad conozca al derecho y al revés la obra de Fidel. Para ello, hay que luchar contra la incomunicación de los medios masivos de comunicación. Basta ya de mentiras, basta ya de infamias… La obra de Fidel Castro vivirá eternamente. “¡Patria o muerte: Venceremos!”.
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