viernes, 18 de abril de 2014

Muere nuestro Nobel de Literatura Gabriel García Márquez

Por: Nelson Lombana Silva

El universo literario está de luto, uno de los principales exponentes ha muerto, se trata del laureado escritor colombiano Gabriel García Márquez. A la edad de 87 años ha dejado de latir su corazón, producto de una infernal enfermedad. Un hombre que le dio gloria a las letras colombianas y prestigio al país carcomido por una clase dirigente mediocre e intrascendente.



Su vida es indudablemente un ejemplo preclaro de superación, de lucha y de estoicismo, se constituye en una denuncia a la infamia de este régimen que prefiere invertir sumas exageradas en la guerra que en la cultura y la educación. Gabriel García Márquez es hijo de la miseria y la explotación de este régimen oligárquico. Régimen que hipócritamente dice de dientes para afuera que llora la partida del hijo de Aracataca, pueblo que permanece alejado de la mano del gobierno y que Gabo, como se le solía decir cariñosamente, universalizó a través de su brillante literatura, expresión suprema del realismo mágico.


Gabo ante todo era un ser humano de carne y hueso, un hombre que salió de la nada y se hizo inmenso gracias a la perseverancia y a sus mismas convicciones ideológicas y políticas. Era de izquierda, como lo es todo intelectual de verdad. No fue indiferente a la criminalidad del régimen. En su obra cumbre describe magistralmente la criminal masacre de las bananeras dictaminada por la Unitet Fruit Company con la complacencia del gobierno nacional. Señala la poca diferencia entre los partidos tradicionales, al afirmar que la diferencia sustancial es que los conservadores van a misa por la mañana y los liberales por la tarde.


El diario El Tiempo, entre otros, hizo ingentes esfuerzos por dividir su personalidad. No dudaba en presentarlo como un eximio escritor de un lado y en el otro extremo un forajido Comunista que había que proscribir a como diera lugar. Gabriel García Márquez siempre sostuvo la misma tesis con increíble decisión y formidable empeño: “Soy uno solo e indivisible”. 


Durante la dictadura constitucional del triste célebre Julio Cesar Turbay Ayala y el terrorista ministro de defensa Luis Carlos Camacho Leiva, bajo el imperio criminal del Estatuto de Seguridad, García Márquez se vio precisado a dejar la patria y residenciarse en Méjico, donde la muerte lo sorprendió este 17 de abril de 2014.


De la soledad de niño, el hambre galopante y la batalla por estudiar en la gélida Zipaquirá, que tuvo que sortear el autor de Cien Años de Soledad, El Otoño del Patriarca, el General en su Laberinto, entre otras, la oligarquía no dice nada, guarda silencio y a regañadientes se sube a la carroza del éxito y habla del Nobel de Literatura como si este histórico logro se hubiera dado por simple sortilegio de Melquiades.


Gabo habló de paz y en distintas declaraciones expresó su preocupación por la situación dramática de la constante violación de los Derechos Humanos por parte de los gobiernos nacionales. Para entonces no tuvo los medios de comunicación al alcance para hacer eco en la conciencia del pueblo colombiano. Solo declaraciones cortas, tergiversaciones y desmentidas rápidamente. Ya muerto, explotan al máximo el suceso. Al fin y al cabo el neoliberalismo también ha hecho de la noticia una mercancía.


La genialidad de Gabriel García Márquez estuvo en combinar perfectamente la realidad con la fantasía usando términos sencillos y propios del pueblo. En el Otoño del Patriarca, se puede leer: “El día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo”.


Gabo desarrolló primero el periodismo. Viajó por el planeta y con su pluma brillante puso en contexto acontecimientos singulares. Los grandes reportajes condensados en la publicación “Por la libre” muestran a un periodista íntegro, sin hígado y con conciencia de clase para develar el submundo de los grandes con todas sus fechorías. En verdad, es exitoso que Gabo haya muerto producto de una enfermedad y no de las balas del capitalismo salvaje. Es una victoria, como la victoria indudable de Manuel Marulanda Vélez.


Se codeó con grandes personalidades ecuménicas. Estuvo encerrado en el ascensor con el papa Juan Pablo II durante algunos minutos, fue amigo personal del ex presidente Alfonso López Miquelsen y por supuesto, del comandante en jefe de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, entre tantas personalidades en distintas áreas del conocimiento. Gabo a pesar de la fama no perdió su sencillez. Fue humano hasta su muerte. Supo manejar la fama.


También fue guionista y cineasta. Fue un hombre polifacético. Su producción periodística, literaria y artística es una legado para la humanidad que sigue brillando en el amplio firmamento del planeta tierra. Gabo vive.

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