jueves, 10 de abril de 2014

El Estado es una máquina gigante al servicio de la clase dominante

Por Nelson Lombana Silva

Una mirada retrospectiva a la historia de la humanidad nos permite encontrar algo realmente extraordinario y que con toda seguridad para muchos será signo de incredulidad y quizás desconcierto y pánico: El Estado no ha existido siempre ni existirá eternamente.



El Estado es una máquina gigante y monstruosa de mil tentáculos que está al servicio de una clase social: La clase dominante. Así las cosas, el Estado Capitalista está al servicio de esa clase dominante: La burguesía, para lo cual utiliza todo un aparataje ideológico y represivo, aparataje utilizado permanente y violentamente contra la clase social antagónica: El Proletariado.


Ese Estado Capitalista hace crisis y sin querer decir que su extinción está a la vuelta de la esquina o que sucederá mañana o pasado mañana, es indudable que sus días están contados y el advenimiento del Estado antagónico, es decir, el Estado Socialista, es una realidad inexorable. “La dictadura del Proletariado”, como lo dijera claramente el maestro de maestros, Carlos Marx es una realidad histórica. Dicha “dictadura del Proletariado” (que puede sonar duro) no es más que el dominio y conducción del Estado por parte del Proletariado, es decir, el pueblo campesino, indígena, afrodesendiente y popular.


Origen del Estado


El Estado surge en un período del desarrollo de la humanidad. Surge por la necesidad de dirimir el conflicto entre las clases sociales. Al desarrollarse la lucha de clases, se presenta el Estado aparentemente como árbitro para dirimir las diferencias entre las clases sociales: Esclavistas y Esclavos; Feudalistas y Siervos; Burgueses y Proletarios. Sin embargo, dicha interpretación de que el Estado es árbitro para dirimir las contradicciones de las clases sociales antagónicas, no es cierto, porque como dijimos inicialmente el Estado se pone fundamentalmente al servicio de la clase dominante. Tal neutralidad o imparcialidad no existe por ningún lado.


Diría Federico Engels, sobre el surgimiento del Estado: “El régimen gentilicio era ya algo caduco. Fue destruido por la división del trabajo, que dividió la sociedad en clases, y reemplazado por el Estado”.[i]


Engels sustenta su tesis colocando como ejemplos claros los de Atenas, Roma y Germania. Se da nítidamente la transición del régimen gentilicio al Estado. Concluye que “el Estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera a la sociedad”.[ii] Incluso, rechaza los postulados de Hegel quien afirmaba que el Estado era “la realidad de la idea moral” incluso, “la imagen y la realidad de la razón”[iii]


Señala Federico Engels acerca del Estado: “Es más bien un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado; es la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está divida por antagonismos irreconciliables, que es impotente para conjurar. Pero a fin de que estos antagonismos, estas clases con intereses económicos en pugna no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los límites del “orden”. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado”.[iv]


El Estado se constituye por un territorio, un aparataje ideológico: Religiones, pensum académico, medios de comunicación, etc y un aparataje represivo: fuerzas militares, policiales, agentes secretos, cárceles, leyes, etc.


Es usual oír decir que las leyes en Colombia son para los de ruana, es decir, para el pueblo. Se dice también que las cárceles están repletas de inocentes y que más del 95 por ciento de los presos colombianos hacen parte del Proletariado. Los pocos ricos presos están en casas fiscales (¡mansiones a todo dar!)


Se dice también con bastante timidez pero con bastante frecuencia que las leyes favorecen los intereses de los gobernantes y no de los gobernados, que a estos solo les cae pequeña reformitas de pacotilla. Ahora sí puede entender perfectamente por qué se suceden estos lamentables hechos.


Para sostener toda esa burocracia oligárquica, esa clase dominante impone a sangre y fuego los impuestos. Con estos sostiene toda esa parafernalia de presidente, ministros, embajadores, militares, paramilitares, etc. Todos ellos cabalgan sobre las espaldas del pueblo.


Con razón afirma Federico Engels: “Como el Estado nació de la necesidad de refrendar los antagonismos de clase, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto, de esas clases, es, por regla general, el Estado de la clase más poderosa, (burguesía) de la clase económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y la explotación de la clase oprimida, (el Proletariado)”.[v]


El Estado Capitalista está enfermo producto de una profunda crisis, cada vez se hunde en propia putrefacción, cada vez se hace más incapaz de resolver las inquietudes del Proletariado (Pueblo). Su crisis es integral: Económica, Social, Política, Ideológica, Cultural, Ambiental, etc. Sin embargo, todavía puede hacer mucho daño a la humanidad y a la naturaleza en su conjunto. Eso quiere decir que no podemos sentarnos a esperar que pase el cadáver del Estado Capitalista. Como pueblo tenemos que actuar en esa dirección, porque los sepultureros de este, es ante todo, el pueblo en acción debidamente politizado y debidamente organizado bajo la bandera impoluta del Partido Comunista. Como dijera Gaitán:


 “¡A la carga!”.


[i] ENGELS, Federico.  El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado en relación con las investigaciones de L.H. Morgan. Editorial Progreso – Moscú.  1979. Impreso en la Urss. Página consultada 169.


[ii] Ibíd. 170.

[iii] Ibíd. 170.

[iv] Ibíd. 170.

[v] Ibíd. 172.


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