El primero de mayo es un espacio que se ha ganado la clase obrera a un precio muy alto, donde heroicos obreros y obreras han dado sus vidas por la causa con dignidad y conciencia de clase. Luego, es deber de la clase obrera a través de sus sindicatos estar al frente de la organización de las diversas actividades para conmemorar la gesta de los obreros de Chicago y de paso reivindicar la lucha y la esperanza de un futuro sin explotados y explotadores.
En esas condiciones concretas, la responsabilidad resulta indelegable. En nuestro caso particular, no podemos sentarnos a esperar que el presidente del Pacto Histórico, Gustavo Petro Urrego, nos convoque a salir masivamente a defender las reformas progresistas de este gobierno. Sindicalistas y sindicatos que estén pensando así, están equivocados de cabo a rabo, como diría Gabriel García Márquez. La lucha estratégica por generar el tránsito del capitalismo al socialismo, resulta prioridad de la clase obrera.
Hay que aprovechar al máximo la coyuntura que se está dando en Colombia de tener un gobierno progresista, pero no podemos de ninguna manera delegar esa labor olímpicamente quedando el sindicalismo en el fango del burocratismo, de la conciliación, del oportunismo, de la inmovilidad y de la avaricia grupista.
El sindicalismo no puede ocultar la crisis que le asiste y, aprovechar la coyuntura para cabalgar y sacar la mejor partida para sí. Al contrario. Debe aprovechar la coyuntura para consolidarse haciendo un fraternal, pero, férreo cuestionamiento autocrítico que le permita recuperar la garra y la dinámica de otros tiempos.
El ABC del sindicalismo señala que los paros y las movilizaciones no se decretan, se consolidan con una preparación ardua y consciente. ¿Estamos haciendo esto? ¿Tenemos planes concretos para ganar masa no sindicalizada? ¿Estamos saliendo a los barrios y a las veredas más distantes a dialogar con el ciudadano no organizado, sobre lo que es el sindicalismo y la importancia de sindicalizarnos?
Temo que una gran parte del sindicalismo esté inmovilizado descargando su responsabilidad en los hombros del señor presidente de la república. Eso sería catastrófico porque no estaríamos aprovechando la coyuntura para crecer cualitativa y cuantitativamente, sino que simplemente estaríamos haciendo el papel de parásito.
No podemos inflar informes para salir del paso o esperar que los hechos se den por inercia, hay que tomar la iniciativa y avanzar para estar a la altura de los acontecimientos. No tenemos nada fijo y concluido, apenas estamos dando los primeros tanteos hacia un Estado verdaderamente humano y democrático. Tenemos que multiplicar los esfuerzos unitarios y no quedarnos enfrascados en pequeñas discusiones bizantinas.
El enemigo de clase no está derrotado. Ni siquiera podría decirse que está herido de muerte, es dueño del poder y está dispuesto a todo con tal de recuperar el gobierno. Hemos toreado el avispero, compañeros y compañeras. Un traspiés sería catastrófico para la paz y los derechos humanos en Colombia. Esta oligarquía es criminal y cicatera, no se detiene ante nada. No es un invento nuestro ni un falso alarmismo, lo hemos vivido en carne propia a través de la historia.
Por eso, compañeros y compañeras, la propuesta es que salgamos con decisión y espíritu unitario a preparar el primero de mayo, a explicar el origen de la efeméride, a socializar los logros del gobierno, a preparar la consulta popular, las elecciones y a agitar candidatos verdaderos con criterio unitario. Ir a las comunas y a los corregimientos con decisión y coraje, si realmente queremos un primero de mayo masivo y consciente de la importancia de manifestarnos. Ese es el desafío.
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