jueves, 27 de marzo de 2025

Tolima tributa sentido adiós al profesor Hernández Cortés

El maestro y su obra. Jorge Hernández Cortés. Foto internet

Por Nelson Lombana Silva

El Tolima le tributó, ayer, una sentida y emocionada despedida al profesor Jorge Hernández Cortés, conocido cariñosamente como “Ovejo”. La catedral a reventar, expresaron con el corazón en la mano, la gratitud a su noble y heroica labor de formar generaciones completas durante más de cuarenta y dos años que ejerció su noble e importante labor magisterial. El municipio de Anzoátegui, literalmente se volcó en su totalidad, en reconocimiento a su labor y a su excelente comportamiento con la comunidad, especialmente con los niños y los jóvenes. Sin lugar a dudas, el docente Hernández Cortés inculcó con estoicismo valores como el respeto al otro, la honradez, el trabajo y el compromiso social, el respeto por la diversidad y pluralidad, la tolerancia y la paz.

Se preocupó por hacer, construir, aprovechando su don natural del arte y la generosidad espiritual que lo caracterizó hasta su muerte. Jorge, realmente, fue un apóstol de la paz y quizás de la justicia, porque nunca fue un avaro interesado exclusivamente en el dinero, siempre su arte y sus conocimientos los colocó al alcance de todos y todas, sin privilegios de ninguna naturaleza.

El profesor en uno de sus reconocimientos por parte del colegio Carlos Blanco Nassar. foto internet

Se interesó por la formación, pero también por la cultura, el deporte y el taller macondiano que nunca le faltó en este municipio anclado al norte del departamento, sobre una estribación de la cordillera Central. Parecía un personaje macondiano, no haciendo pescaditos de oro, pero sí tallando la madera con gracia y arte. Fue solidario con todo mundo. Profundizó sus conocimientos científicos en el arte, destacándose no solo en Anzoátegui, sino en el departamento.

Su casa, siempre estuvo abierta sin privilegio de ninguna naturaleza, al lado de su esposa Luz Stella Gómez Henao y sus hijos: Laura Carolina, Mauricio Andrés y Jorge Mario. Al calor de un tinto se compartía un diálogo ameno, una discusión fraternal, un sueño o una iniciativa o utopía. Bien decía: “Soñar no cuesta nada”.

Era natural de Venadillo (Tolima), tuvo la oportunidad de trabajar cerca de un par de años en la docencia en el municipio de Roncesvalles, de donde es oriunda su esposa. De allí, fue trasladado a Anzoátegui, donde laboró más de cuarenta años. Este municipio lo recorrió casi en su totalidad, a través del deporte. Tuvo momentos muy dramáticos como la lamentable toma guerrillera que destruyó su casa, quedando literalmente en el pavimento. El horrible incidente no mermó su moral y espíritu de lucha. Junto a su mujer e hijos, se sobrepuso con increíble gallardía, construyendo nueva vivienda en el barrio Tres Puertas, derrotando las vicisitudes y mirando el futuro con donaire. La dificultad para el profesor Hernández, era una posibilidad de salir adelante, una forma concreta de medir su talante de resistencia y de reto que asumía con decisión y coraje.

No era una persona de discurso, era una persona de acción, como dice la canción: No era sustantivo era verbo, es decir, movimiento, acción. Un demócrata a carta cabal. A él le escuché decir un día que Colombia era liberal de pensamiento conservador. Una posición crítica muy importante en la dinámica política. A nadie ofendía con política, poco trataba el tema, servía a todo el mundo, como diría el profesor Ricardo Hurtado: “A conservadores y liberales”.

Como dijo el cura Gilberto Galeano en su homilía exequial: “Qué difícil era encontrar al profesor Jorge desocupado, siempre estaba ocupado”.

Al expresar una vez más la solidaridad a su esposa e hijos, consideramos que una forma concreta de no “matarlo” con el olvido, es perseverando en las buenas acciones que enseñó con dedicación y abnegación, su ejemplo debe brillar en el firmamento tolimense y ser ejemplo para las presentes y futuras generaciones. Adicionalmente, fortalecer la unidad familiar. Será la mejor manera de conservarlo vivo en los corazones. Gracias profesor Jorge por todo lo que hizo por la sociedad de Anzoátegui, sobre todo, por los niños y los jóvenes. ¡Eterna gratitud!  


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