
Maestro mejicano José Luis Pérez Chacón, después de visitar la biblioteca Cañón del Combeima. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva
El maestro mejicano, José Luis Pérez Chacón, de tránsito por el Tolima, visitó la biblioteca Cañón del Combeima en Villa Restrepo, participando activamente de la tertulia en la cual se abordaron los más diversos temas de suma actualidad.
Antropólogo, profesor universitario, destaca ampliamente la educación como manera de conocer los ancestros y la verdadera historia del continente Latinoamericano. Por eso insiste, en desaprender para estudiar e interpretar de la mejor manera la historia de este continente que ha permanecido en el laberinto del olvido o cuando más, ignorada y tergiversada de la peor manera. Por eso, su tesis dominante en este conversatorio de desaprender, como alternativa encaminada a buscar los verdaderos valores, las verdaderas raíces de nuestra identidad del continente invadido y avasallado por los invasores.
En esa dinámica clara y consecuente, el maestro también hace énfasis en la unidad como posibilidad de salir adelante en comunión, dándole gran importancia y valor a la educación. Por eso, afirma categóricamente: “Tejer desde la educación una cultura de paz”.
El maestro José Luis Pérez Chacón, exhorta a conocer nuestra verdadera historia, acudiendo a la memoria de nuestros antepasados marginados por los invasores que se han posesionado como todopoderosos del continente Latinoamericano. “Hay que saber comunicarnos con los lenguajes originarios”, señala.
En la breve e importante entrevista, el ilustre visitante no duda en presentar argumentadamente sus puntos de vista sobre el particular:
- Maestro José Luis Pérez Chacón: Plantea usted algo muy interesante al decir: “Desaprender” ¿Qué quiere decir con esto?
Primero, que nosotros, los pueblos latinoamericanos, tenemos una historia muy profunda. Creo que lo que hay que desaprender primero revisando la historia, es que nuestros orígenes, no solamente son occidentales, sino que son amerindios, o sea, que tienen una raíz profunda en nuestros territorios y que las culturas aborígenes, los más de ciento diez pueblos que viven, por ejemplo, en este territorio colombiano y en Méjico los más de sesenta y cinco pueblos que también viven con sus propias lenguas, sus propias cosmovisiones, tienen una ciencia que es nativa. entonces, hay que desaprender un poco, esa ciencia cientificista del método de René Descartes, “el pienso luego existo”, por una ciencia más del “sentipensar” como lo promulgó mucho Orlando Fals Borda, gran sociólogo colombiano y como en Cien Años de Soledad, nos lo enseñó Gabriel García Márquez; tenemos pueblos que nos enseñan como este pueblo de Villa Restrepo.
Ahora ya entiendo lo que es Colombia gracias a que he estado, por un lado, en la Sierra Nevada de Santa Marta, con los Kankuamo, los Wiwa, los Kogui y Arahuaco, pero, también porque he venido platicando con jóvenes en la camioneta, en el jep que nos trajo de Ibagué hacia Villa Restrepo. Los jóvenes tienen mucho que decirnos, ha que sentarnos y hay que escucharlos. Los viejos como nosotros que tenemos muchos años, tenemos que venir a una biblioteca como esta y leer lo que escribe alguien como usted, Nelson Lombana Silva. Hay que leernos, hay que escribir para nosotros mismos. Es lo que hay que desaprender, o sea, hay que desaprender también que la economía no es todo. Andamos preocupados por la economía, que es global, cuando tenemos una economía que es, digamos, diría yo como una antropología económica.
Aquí, no nos cuesta nada estar sentados en esta biblioteca desaprendiendo también, porque venimos a las carreras. En Méjico se vive contra el tiempo, no se aprende viviendo contra el tiempo, se aprende sentándose y es lo que nos enseñan los abuelos en el Cantillán. En el Cantillán los abuelos Totonacas, este pueblo originario y milenario, ellos dicen vamos a escucharnos, vamos a escuchar una conferencia milenaria, o sea, saber que nos pacifica que nos calman y a los jóvenes, pues esta cultura de paz, creo que está tejida por estos pueblos, es necesario sentarnos y escucharnos. Hay que desaprender las violencias que vivimos.
A mí me llamaba la atención ayer (lunes 20 de octubre 2025), que estando ahí en Ibagué, nos decían que nos cuidáramos de los robos. Pero, en realidad yo jamás nunca me sentí como agredido por alguien. Al contrario. Me sentí cobijado por la comunidad, caminando solo, fui al zócalo de la ciudad y me sentí cobijado.
- Cómo leer este momento que está viviendo el continente americano, momento de ebullición, de rebeldía, de búsqueda de identidad e incluso, de independencia frente al imperio de Estados Unidos. ¿Qué análisis hace usted sobre el particular?
Primero: Somos un continente, no tan joven, revisando un documental promovido por académicos de varias universidades, varios centros de investigación de Colombia, documental sobre Chiribiquete, donde están las pinturas, diría las reservas más importantes de pictogramas, escritura jeroglífica, con muchos símbolos, podría decir que allí, hay gran parte del origen de la humanidad, simbolizada, escrito, representado.
Yo creo que la investigación que se está haciendo allí, que ya se publicó, en julio este documental salió a la luz pública. Allí, está comentando su sabiduría, sus conocimientos, un gran filósofo, poeta también, colombiano: El doctor Fernando Urbina, gran prehistoriador que muestra al mundo que este es un continente con mucha esperanza, mucho porvenir y, sobre todo, que las generaciones que se están formando en los diferentes centros educativos, van a ser generaciones que van a voltear a ver el pasado y que van a retomar de él, para construir un futuro, que se un futuro más humano, con mayor humanidad, como lo dice el letrerito que está aquí en el centro de Villa Restrepo, se lo leo porque me llamó mucho la atención. Es un mensaje para el mundo el que tienen ustedes allí, dice: “Si bien es cierto en este lugar podemos disfrutar de una exuberante naturaleza, también debemos hablar del factor humano que debe prevalecer sobre cualquiera de los recursos y que hacen de Villa Restrepo, y en general del departamento del Tolima, un lugar interesante por los descendientes de los Pijaos, un conjunto de pueblos amerindios del Tolima y otros territorios aledaños que en tiempos precolombinos poblaron la cordillera central de los Andes, entre los nevados del Huila, del Quindío y del Tolima, el valle alto del río Magdalena y el alto bajo valle del Cauca, los cuales no llegaron a formar estado centralizado, manteniéndose como pueblos federados”.
Yo digo y pienso que lo que ocurre aquí, en Bogotá que es una ciudad enorme, de más de once millones de habitantes, igual que lo que ocurre en Méjico, una ciudad tan grande como la ciudad de Méjico, son ejemplos de que somos capaces de colaborar y de vivir juntos, de convivir. Son grandes enseñanzas para el mundo. O sea: Estos pensamientos locales tienen que llegar a impactar a nivel global.
Decía un pensador que no solamente hay que pensar globalmente para actuar localmente, sino que hay que pensar localmente para actuar localmente. Ahora que veo su biblioteca llena de escritos suyos, eso es pensar localmente para actuar globalmente. Es muy interesante.
- Maestro, ¿Por qué está usted en la ciudad musical de Colombia, Ibagué (Tolima)?
Primero: Venimos a un congreso, a un espacio de intercambio académico, tiene que ver con el segundo congreso de cultura escolar, prácticas pedagógicas y procesos educativos. Es también el quinto encuentro de Gerencia y Gestión Educativa y el segundo simposio de redes académicas e investigación. También el décimo quinto simposio internacional en educación y ciencia sociales.
Me centro en el segundo simposio de redes académicas e investigaciones: Creo que hay que tejer redes, redes neuronales, o sea, estamos tejiendo redes, entre Méjico y Colombia. Creo que va a ser una gran enseñanza también para toda la Patagonia, o sea, para los demás países que también participan de este concierto de países latinoamericanos y las redes permiten que haya encuentros de saberes, de conocimientos, de formas de vida, de cosmovisiones.
Yo creo que vamos a seguir tejiendo redes porque también tenemos una red con profesores de la universidad de los Andes, aquí en Colombia, y tiene que ver con el intercambio interétnico cultural. No solamente el intercambio cultural, sino también la parte étnica como pueblos somos interétnicos, tenemos una interétnicidad. Es lo que nos hace fuertes. No solamente idiosincrasia, sino nuestra herencia genética que resulta fundamental. Entonces, los mestizos, los que ahora nos consideramos pueblos mestizos, tenemos una raíz profunda de la que hay que nutrirnos, y estas redes nos pueden ayudar a eso, a ir a esos conocimientos nativos, porque los pueblos viven ahí por miles de años y por algo han vivido miles de años. Entonces, porque tienen un conocimiento perfecto de su territorio.
Creo que la educación es ahora el establecer relaciones posibles, lo dice un chileno, Carlos Calvo que la educación es el establecimiento de múltiples relaciones posibles. Eso es lo que nos tiene hoy aquí.
- Maestro: Simón Bolívar hablaba de la Patria Grande, desde el río Bravo en Méjico hasta la Patagonia. Con la propuesta de redes de intercambio de conocimientos y experiencias, ¿Estaríamos de alguna manera desarrollando ese pensamiento bolivariano?
Creo que sí. Tuvimos como presidente a un indígena guajaqueño que decía que el respeto al derecho ajeno, es la paz. Entonces, cuando él tantea el derecho al respeto ajeno es la paz, quiere decir que no hay límites, que el único límite es si uno deja de pensar. Entonces, las redes son tejer pensamientos como hacen los Wiwa y los Kankuamo y los Arhuaco, que tejen las mochilas. Dicen ellos que cada hilo que van tejiendo, es un pensamiento. Entonces, hay que seguir tejiendo pensamientos. Simón Bolívar, creo que está tejiendo pensamientos, sigue con esa idea, tejiendo grandes pensamientos entre las culturas de los pueblos que cohabitamos el territorio americano.
- ¿Cómo analiza la república de Méjico con sus dos últimos gobiernos progresistas?
La pobreza, porque todos tenemos la intención de que la pobreza no exista, como si la pobreza solamente se resolviera pensando en la idea economicista o de crecimiento del Producto Interno Bruto. No es que yo difiera de eso, sí, hay que crecer económicamente, hay que tener un PIB sostenido. Pero, creo que la parte humana es fundamental. Creo que la educación, decía un amigo rector: La educación es la palanca del desarrollo, es con la que se usa el desarrollo. Pero, no una educación que prepare al estudiante para el empleo, la empresa privada, sino una educación que prepare al estudiante para enfrentar los retos que hoy tenemos, como el cambio climático, lo que usted decía: La pérdida de la capacidad de asombro. O sea, estar aquí, es para que se nos despierte la capacidad de asombro por estar en este lugar (la biblioteca), como bien decía Tomás Ariel Castillo López, un poco la incertidumbre, para ir detrás de reconocimientos que nos sostenga como humanidad. Entonces, estos dos gobiernos que tenemos en Méjico, están despertando la capacidad de asombro en muchos, en mí la están despertando. Pero, tengo claro que desde hace muchos años que no es con un gobierno populista como se resuelven las cosas, se requiere un gobierno sí cercano a la gente, que piense en estos relevos generacionales.
Que los viejos dejen un poco y pasen su sabiduría a los jóvenes. Una gran enseñanza con los pueblos Totonacas, que tienen su consejo de ancianos y que se sientan a pasarles su sabiduría a las siguientes generaciones. Esa es la tarea. Ellos tienen una cosmovisión de buenas prácticas. Creo que, en la Sierra Nevada de Santa Marta, pasa lo mismo con los pueblos originarios que tienen allí, que están tejiendo buenas prácticas en relación con la paz. Quieren la paz. Sin paz no hay buena economía. En el planeta no hay buena paz. Hay que tejer desde la educación una cultura de paz. No solamente de inclusión social como se dice, sino de ver que lo social es una dimensión, dice Maturana, otro pensador chileno, que lo social, implica también lo biológico. O sea, que el fundamento de los sociales biológicos, hay que conocerlos como tales. Lo humano es biológico, no solamente social. Hay que ir a lo biológico, a la raíz; el lenguaje es biológico. Hay que conocernos más con nuestros lenguajes y el español, el castellano, que hoy tenemos, está nutrido de los lenguajes también originarios. Hay que saber comunicarnos con los lenguajes originarios, porque creo que la raíz de la paz, está en los pueblos originarios.
Eso es lo que se está haciendo en Méjico, porque ahora estamos volteando a ver a los pueblos originarios, las leyes y la constitución, de tal manera que lo están haciendo estos gobiernos progresistas es incluir estas buenas prácticas de los pueblos originarios, visibilizándolos en la Constitución Nacional. Eso es muy bueno. En eso andamos nosotros trabajando.
- Usted hace bastante énfasis en la paz. Sin embargo, pareciera que la humanidad por acción del sistema capitalista, caminara hacia la guerra, la confrontación nuclear que sería el fin del mundo. Una tercera guerra mundial, sería el acabose de la humanidad. ¿Qué percibe usted de todo esto?
Decía Gandhi que él no entendía por qué la historia lo que recogía en sus datos y sus fechas, eran momentos de guerra. O sea, donde salía el caudillo y ganaba la guerra. Dice: Cuando la historia está tejida de pequeños actos de amor, como este: Usted nos abrió las puertas de la biblioteca y nos sentó aquí, y nos tiene trabajando, pensando. Es verdaderamente un acto como dice Maturana, de biología del amor, que es a través del lenguaje, de la conversación, tejer en la conversación es fundamental.
Yo creo que, si hay paz y está en nuestros pueblos, no está en las estructuras del poder más arriba, las estructuras del poder viven una guerra, que la van a vivir siempre y ahí que se queden. Pero, en la base del pueblo, se tejen conversaciones de paz. Ahorita que veníamos de Ibagué hacia Villa Restrepo, tejimos en una conversación hermosa con Juan Carlos, un chico de aquí arriba de Juntas, una conversación de paz. Él hablándonos de lo importante que vivió con su abuelo, porque su abuelo subía al nevado del Tolima y a los diez años quiso subir con su abuelo. Ahora es un alpinista famosísimo, intrépido y es su forma de vida. Vive ahí, ahí nació y ahí creció. Tejimos una conversación donde aprendimos de él. En lugar de sentir miedo, sentí una gran compasión. Es la biología del amor, en la que se tejen las conversaciones a través de estos pequeños actos de amor, no de guerra. No me sentí nunca agredido.
- El maestro Darío Echandía, tolimense, decía que era mejor “Echar lengua que bala”. ¿Qué opinión le merece este concepto?
Por supuesto. Nuestro presidente pasado decía: “Abrazos y no balazos”. Eso decía. Fue muy criticado por eso. El mismo Gandhi hizo la independencia de la India con la no violencia. El apóstol San Pablo dice que al mal con el bien. O sea, hay que vencer al mal con el bien. Es mi forma de hacerlo: Al mal con el bien.
Porque el mal siempre está ahí, o sea, a veces es un mal pensamiento hasta de uno mismo. Me va a robar, me voy a alejar de él. Digo al pobre no sabemos acercárnosle, pero el pobre sí sabe. Estábamos cenando y los pobres pasan y se acercan, saben acercarse a los demás. Nosotros, los que tenemos un pensamiento tal vez muy occidentalizado o muy materializado, no sabemos acercarnos al pobre. Creo que muchos gobiernos, muchas estructuras de gobierno en sus diferentes estratos, no saben acercarse por mejores programas que plantee en el texto, no se lleva a la práctica, porque en realidad, no tenemos la metodología. Yo le decía a Tomás: Piensa en el objetivo de su trabajo, porque el objetivo es fundamental, es el faro que ilumina. Y el objetivo tiene que ser acercarse más a estos pueblos que son originarios y que tienen que decir mucho por la educación.
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