Carlos Lozano Guillén Foto: Internet
Por Nelson Lombana Silva
Mis primeros referentes comunistas que tuve la fortuna de encontrarme en el camino, dejaron en mí una huella indeleble, fueron maestros en mi formación política e ideológica. Son varios. Sin embargo, voy a hacer referencia a cuatro, sucintamente: La camarada María Oliva Campos, el camarada Raúl Rojas González, el camarada Ricardo Castiblanco y el camarada Carlos Arturo Lozano Guillén. Fueron para mí paradigmas, profesores y educadores que me enseñaron que se debe ser comunista desde su formación hasta la muerte.
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Camarada Raúl. Rojas González Archivo Nelosi |
En ese marco, que ya de por sí dice mucho, las lecciones que me trasmitieron dejaron enseñanzas claras y concretas de lo que debe ser un revolucionario. La sencillez y fortaleza de la camarada María Oliva, fue clave en mi formación, porque de un lado comprendí que el verdadero comunista es sencillo, tiene una personalidad definida y un proyecto de vida férreo. Luchó hasta su muerte sin hacer aspaviento y petulancia de ninguna naturaleza. No era de discurso ampuloso, era de acción y de sólida convicción revolucionaria.
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Camarada María oliva Campos |
En esta lucha contra la burguesía y contra el imperialismo gringo, perdió hijos, perdió estabilidad económica, perdió tranquilidad, sosiego, estuvo en la cárcel acusada de subversiva; sufrió en carne propia la presión criminal del régimen capitalista, vivió sus últimos años en un ranchito que amenazaba con caerse. Pero, nunca la escuché lamentándose de la lucha revolucionaria y del sacrificio que estaba haciendo por la causa noble de los pueblos.
Del camarada Raúl Rojas González, son muchos los valores que podría destacar sin vacilación de ninguna naturaleza. Se mantuvo enhiesto hasta que la muerte lo sorprendió. Murió con la bandera comunista en alto, con toda la dignidad del mundo. Su fundamento central fue la unidad. No era soberbio, altanero y petulante autoproclamándose poseedor de la verdad absoluta, fue simplemente un comunista hormonal que dio todo, absolutamente todo, por el proyecto revolucionario y el fundamento comunista. El militarismo estuvo a punto de eliminarlo físicamente, condenarlo en consejo verbal de guerra. Sin embargo, no le hizo una sola concesión al enemigo de clase, ni huyó, ni renunció al comunismo, se mantuvo firme como el roble. Era admirable la forma como sorteaba las discusiones internas en las direcciones: No imponía, escuchaba y le daba la razón al otro hasta el límite, porque pensaba que no se trataba de imponer sino de convencer. Permanecía inmerso en la masa, escuchando el rumor, enfrentando las contradicciones sin ofender al otro, sin hacer uso de su poder político. Un verdadero maestro que sigo admirando, considerando firmemente que su ejemplo inmaculado no pierde vigencia.
Ricardo Castiblanco fue un obrero honesto, consecuente y dinámico. Fiel al partido comunista, al proyecto revolucionario, aportando lealtad y compromiso. Su vida sencilla aportó al proceso revolucionario que hoy estamos viviendo. Valiente no dudó un instante en defender los pocos bienes de los comunistas, rechazó con vehemencia la rémora de “comunistoides” oportunistas dispuestos a vivir del Partido. Su historia es admirable y ejemplar, no se debe mirar a través del cristal empañado del desconocimiento de los hechos, los acontecimientos y la historia que encarna un cuadro de esta naturaleza. Fiel hasta que la muerte lo sorprendió. Un hombre servicial y cordial, sencillo y conversador ameno. Cuántas lecciones aprendimos de él. Gracias camarada Ricardo por haber existido.
Carlos Arturo Lozano Guillén, fue un cuadro comunista nacional, que aportó desde distintos ángulos del conocimiento a todo este hermoso y duro proceso revolucionario. Se mantuvo activo y propositivo hasta que la muerte lo sorprendió. A pesar de sus quebrantos de salud, aguantó el fuego del enemigo de clase como lo hace un buen soldado, con la fiel consigna de primero muerto que emprender la retirada. Ese fue Carlos Arturo Lozano Guillén. Un intelectual, un hombre de acción. Durante largo tiempo dirigió con destreza el semanario VOZ La verdad del pueblo, dio espacio a los regionales para socializar la problemática de su región y estuvo al tanto de los aportes y críticas.
Se hizo conferencista de talla nacional e internacional, sorteando toda clase de dificultades; escribió varios libros, todos muy interesantes, sencillos a la comprensión del pueblo colombiano. En una gira que hice por el sur del Tolima me sorprendió que algunos campesinos cargaban en sus mochilas ejemplares de los libros del camarada Carlos Arturo Lozano Guillén. Un dirigente que en su juventud estuvo preso, como lo recordaba el camarada Evelio Villarreal Herrán. Se formó en la barriada, en la lucha sindical.
Todos estos hombres y mujeres, dejaron su huella, su aporte al momento histórico que estamos viviendo. El Pacto Histórico, el primer presidente progresista, no son hechos fortuitos, son productos de ese largo recorrer revolucionario de auténticos cuadros como María Oliva Campos, Raúl Rojas González, Ricardo Castiblanco y Carlos Arturo Lozano Guillén, entre otros y otras. Recordar la gesta de estos cuadros, resulta gratificante, porque nos anima a continuar la lucha, a interpretar el momento, las dificultades y ratificar el principio que nada es dado de una vez, porque todo es producto de un proceso largo, con avances y retrocesos. A ellos, hoy más que nunca: ¡Honor y Gloria!
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