Escuela del Pacto Histórico conducida por el español, Juan Carlos Monedero. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva
Ayer se realizó Escuela del Pacto Histórico, en la ciudad de Ibagué (Tolima), la cual fue conducida por el español, Juan Carlos Monedero, doctor en ciencias políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la universidad Complutense de Madrid (España). Autor de varios libros, entre otros: “Política para indiferentes”.
El espacio estuvo enfocado en estudiar por dentro la propuesta de Pacto Histórico que se abre camino contra viento y marea, posicionándose actualmente como la primera fuerza política en Colombia. Espacio que fue determinante para que llegara a la presidencia el presidente del Cambio, Gustavo Petro Urrego, después de más de doscientos años de dictadura de gobernantes de derecha y de extrema derecha.
Es la misma fuerza política que proyecta continuar en el gobierno en el 2026, profundizando los cambios que necesita Colombia, porque, evidentemente, hay que crear las condiciones objetivas y subjetivas para radicalizar el proceso que avanza a pesar de las duras dificultades.
Era como examinar por dentro el proyecto desde una perspectiva crítica, analítica e incluso, autocrítica. La dinámica de conducción del taller, permitió mirar con objetividad las dificultades que se presentan y que hay que examinar para que el movimiento político avance y se consolide estructuralmente. Un punto central de discusión fue el analfabetismo político. El Pacto Histórico debe enfrentar con argumentos y políticas claras este fenómeno tan común en Colombia. Es la base para que surjan fenómenos que podrían debilitar seriamente el sueño del pueblo colombiano. Algunos son: El oportunismo, la corrupción, la desunión, la politiquería, el fanatismo, el desconocimiento que hay entre la política con relación a la economía, la sociología, la ecología, etc.
El Pacto Histórico no puede ser un “nuevo club” donde las decisiones se toman por lo alto y el pueblo simplemente se dedica a repetir maquinalmente la receta sin quitarle una coma o agregarle un punto. Por eso, se hace necesario un Pacto Histórico más horizontal y menos vertical. Una estructura bien definida en el estatuto, en el programa y en la línea política. Construir desde la base, un nuevo liderazgo que se adapte correctamente a la compleja dinámica del momento. Se trata entonces de abrir espacio a la juventud, pero no a los delfines, de los cuales nos habla el famoso escritor colombiano, Álvaro Salom Becerra.
“Tener coherencia y ética, eliminar el machismo y eliminar el divorcio entre el decir y el hacer”, propuso una participante a la escuela. Esta afirmación tiene plena sintonía con lo propuesto por el comandante Fidel Castro Ruz, en las Naciones Unidas, cuando dijo: “Basta de palabras, hechos”. En esa misma dirección podríamos citar también al héroe cubano José Martí, al decir: “Las palabras conmueven, pero los ejemplos arrastran”. ¿Cómo se puede ser consecuente en decir que se defiende al obrero con palabras rimbombantes, pero en sus empresas es explotado salvajemente, no se respeta sus derechos legales, constitucionales y humanos?
Durante la escuela se consideró el papel mediático como factor importante en el proceso en construcción. ¿De qué sirve criticar el papel mediático de los grandes consorcios, si no nos atrevemos a fortalecer los medios alternativos? “Es como el que ara y ara, pero nunca simbra”, decía Platón. No entender la lucha de clases, es no comprender el proceso en marcha. Alguien dijo con acierto: “El analfabetismo político, nos vuelve superficiales, fáciles de manipular y dividir, ausentes del pensamiento crítico”.
El futuro del Pacto Histórico no reside en los grandes “caudillos” fundamentalmente, reside en el pueblo debidamente organizado y politizado. Mirar este movimiento político desde esa perspectiva es un error craso, se podría decir “suicida”, porque muere el caudillo y todo perece. Lo correcto es la construcción colectiva desde la base, sería la mejor manera de hacer este movimiento irreversible y fuerte en el tiempo y en el espacio. Por eso, se hace necesario masificar las escuelas y los debates entre la base y los líderes. Una discusión franca, directa y de doble vía debidamente argumentada.
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