sábado, 9 de mayo de 2020

Vida y obra de Jaime Guaraca (II)

Por Nelson Lombana Silva

La niñez del comandante Jaime Guaraca transcurría en la zozobra, porque los primeros diez años de vida habían desaparecido en el pasado. En la vereda La Estrella solo había un radio, propiedad de don Pompilio Perdomo, dueño de una finca grande ganadera. Era gaitanista. Cuando la radio anunciaba que el doctor iba a intervenir, don Pompilio regaba la bola por la región y los campesinos asistían puntuales a escuchar la intervención del caudillo liberal. Por ese radio la comunidad se enteró del asesinato del líder, a manos de la CIA y la oligarquía liberal-conservadora. El sueño de paz y justicia social se desplomaba de un solo golpe.


A la muerte de Gaitán no había guerrilla. Nadie hablaba de violencia, solo se hablaba de trabajar y hacer producir la tierra. Después del abominable magnicidio ocurrido en las calles céntricas de Bogotá, irrumpe la violencia con frenesí por vastas zonas del país. Se trataba de borrar a sangre y fuego el pensamiento izquierdista de Gaitán y de sus numerosos seguidores. Nada hecho por Gaitán debía quedar en pie, era la consigna de la rancia oligarquía personificada en los máximos dirigentes de los dos partidos tradicionales.

Afirma, Jaime Guaraca: “Fíjese usted que hasta ahí, no había guerrillas. Los jóvenes estaban inquietos. Eso los obligó a agruparse y comenzar a darle una estructura militar, sobre todo apoyándose en los reservistas. Eso fue lo que siguió después. Pronto vinieron los jóvenes que estaban por Bilbao y fundaron un campamento en una finca que se llamaba: Caicedonia. Ahí fue el primer campamento. Fue donde murió el primer policía. El disparo se lo hizo un joven campesino llamado: Medardo Quilombo. Era el único que tenía escopeta de cápsula, porque era gente de bien, rica, con buena finca y ganado. Esperó la policía y mató al primero en esta región”.

“De esta manera – dice – comenzó en serio la violencia y comenzó a actuar la guerrilla campesina”. No era una guerrilla para agredir, era para defenderse de las atrocidades de la policía y los primeros grupos paramilitares en obediencia a la orden presidencial de conservatizar el país al precio que fuera.

En esas condiciones, don Eliodoro tuvo que irse definitivamente para el monte con sus hijos ya crecidos, entre ellos, Jaime. La casa paterna había sido incinerada y sus productos hurtados. De esta manera, se acababa la vida sedentaria para esta familia y comenzaba el crudo peregrinaje por montañas inhóspitas, cañones inmensos y pendientes escabrosas. Llegaron a la finca propiedad de Leal, en potreros llamados: Los Monos. Allí, se reunieron numerosas familias.

Después vino la orientación de marchar hacia la vereda San Miguel. Dice Jaime: “Fíjese usted la distancia tan grande por esos campos, atravesándolos con niños chiquitos, con viejitos, con viejitas, mujeres embarazadas, enfermos, pero nos aproximamos a San Miguel. Nosotros nos quedamos en el área indígena. Mi papá se quedó ahí, cerca de un nacimiento de agua salada, donde se sacaba la sal y las otras familias pasaron al comando de San Miguel, al campamento”.

Luego, llega una nueva orientación: Marchar hacia la vereda El Támaro (Marquetalia). El río que cruza por allí sigue llamándose así. Allí, el destacamento duró solamente mes y medio, porque la nueva orden era marchar a la región del Davis. Era una distancia enorme, tocaba cruzar el río Saldaña, arriba en la empinada cordillera entre los afluentes del río Cambrín y la quebrada La Lindosa. Duraron meses haciendo la travesía en condiciones dramáticas. Iban con ellos, gallinas, cerdos, ganado vacuno, caballar y mular. Esa travesía la soportó Jaime Guaraca cuando frisaba los once años de edad. Llegaron finalizando 1950 y comenzando 1951.

En el Davis había una organización mucho más estructurada. Jaime, recuerda: “En el Davis ya había muchas cosas, una organización sobre todo muy buena; una organización de trabajo, una organización de todo. Yo con once años y pico, me llevaron a militar al batallón Sucre, o sea, a los niños y a los adolescentes. Se denominaba: “Organización de Pioneros”. Eso no lo hubo sino en el Davis, en ninguna otra parte hubo eso. Todo el que hable de esa organización en otra parte, es mentira porque no fue sino en el Davis, el comando dirigido por el núcleo comunista. Isauro Yosa era el jefe cuando eso”.

Agrega: “Yo no duré mucho tiempo ahí. No me gustó la forma. Nos daban instrucción militar, nos daban instrucción política, nos enseñaban a leer, a escribir y teatro. Había jóvenes expertos y salían a dar ese tipo de instrucción. Pero, a mí no me gustó, entonces busqué la posibilidad de que me aceptaran en la fila de disponibles y me aceptaron antes de cumplir trece años de edad”.

Pero, ¿Qué significaba ser disponible en el Davis? Jaime Guaraca, explica: “Disponible era una formación, donde el guerrillero no tiene asignada una tarea específica. La mayoría de guerrilleros en ese momento pertenecían a las Compañías. Una compañía estaba compuesta por 75 hombres. Otros estaban organizados en Comisiones, por ejemplo, el “Disco Rojo”, comisión especial que salía del Davis, iba hasta Natagaima a buscar información y hacer contacto con el Partido Comunista”. Subraya: “Los que no estaban en las Compañías, ni en las Comisiones, eran disponibles. Yo pedí que me aceptaran en esta fila de disponibles. Me aceptaron. A los pocos días ya hacía parte de una Compañía. Esta compañía no tenía nombre especial y era comandada por el capitán Llanero. Más tarde, pasé a la compañía de Jacobo Prías Alape (Charro Negro) y después, a la comandada pos los camaradas, Manuel Marulanda Vélez y Charro Negro”.

La estructura orgánica del Davis estaba dividida en dos partes: Una parte militar y la otra política. La primera era orientada por Isauro Yosa (Líster). Lo acompañaban en esa tarea: Luis Alfonso Castañeda (Capitán Richard), el capitán Canario, el capitán Joselito, el capitán Llanero. En el área política, eran cuadros del Partido Comunista: El compañero Raúl Balbuena (Baltasar), Fabián (Cache Palo), Timochenko, Leobrí. En 1952, pasó por allí, Martín Camargo, después comandante del EPL. Él se separó del Partido Comunista con un grupo, después de visitar a China.

Haciendo parte de la compañía de Charro Negro, Jaime Guaraca, sale de El Davis en 1952, porque el ejército nacional había tomado posesión del lugar. La táctica era realizar acciones militares distantes de allí, para llamar la atención del rabioso militarismo y abandonara la región. El capitán Richard salió para Calarma, donde tuvo enconados combates. En una audaz acción derribó una avioneta del régimen. Ave Negra salió para Monte Frío, Ciro Trujillo para Campo Hermoso. Nunca más Jaime Guaraca, regresó al Davis. El movimiento era permanente, soportando todo tipo de dificultades. Se trataba de defender la vida. Por su parte, el militarismo dejaba caer propaganda negra en extensas regiones del país, usando para ello, la mentira y el lenguaje más soez y miserable. El cuento reiterativo era que la guerrilla era la mala y los militares, los buenos. Nunca se dijo que la guerrilla defendía los intereses del pueblo y los militares los intereses de la gran burguesía.

(Espere siguiente entrega)

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