lunes, 18 de mayo de 2020

Las infamias del gobierno colombiano

Iván Duque, presidente de la República, y el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo.
Por Nelson Lombana Silva

La densa neblina negruzca se ciñe sobre el pueblo colombiano cada vez con más virulencia al hacerse realidad la pandemia del Covid – 19 o sencillamente Coronavirus. La situación para la masa popular se hace más dramática cuando se da cuenta que no tiene gobierno dispuesto a defender sus intereses. Por el contrario. Utiliza la pandemia para ocultar su ineptitud y de paso empoderar aún más a la gran oligarquía que lo llevó a esta posición. Una de las primeras acciones que tomó el presidente Iván Duque Márquez, fue salir en defensa del sector financiero, del sector bancario. Mediante decreto ordenó centralizar los recursos de los municipios y departamentos para colocarlos a disposición del lucrativo negocio de Luis Carlos Sarmiento Angulo y compañía representado en sus bancos.


Permitió que el país se inundara del mortal virus, en defensa de Avianca, simplemente porque su hermana es la gerente general de ésta, según se ha indicado. De igual manera, rechazó la solidaridad de la hermana República Bolivariana de Venezuela. Quizás, el “pecado” es cobarde, pues mientras los países del mundo se unen para hacer frente a esta mortal pandemia, Colombia en cabeza de Duque y su patota, acechan contra esta hermana República que tanto bien le ha hecho al pueblo colombiano. Siguiendo las directrices del imperialismo como manso borrego presta el territorio y demás elementos para agredir sin contemplación la patria de Bolívar y del comandante Hugo Chávez Frías.

Miente permanentemente. Inventa cuentos estúpidos como que las tres barcazas llegaron a Venezuela porque se soltaron y el viento las llevó. Solitas llegaron a territorio venezolano cargadas de armas de largo alcance. Un ex soldado comentaba con ironía: “A mí me tocó prestarle guardia a un poste de la luz que no representa ningún peligro, ¿Cómo puede decir el presidente que las tres barcazas estaban solas y con armamento?”

De acuerdo a la 73 Asamblea Mundial de la Salud, la pandemia en los países del sur, en los países tercermundistas como Colombia, prácticamente está comenzando. Y la única ocurrencia del gobierno nacional fue decretar tardíamente una cuarentena a rajatabla, como si el pueblo colombiano fuera cuerpo glorioso. Las multinacionales aprovecharon la coyuntura y sin ningún escrúpulo se lanzaron a sacar la mejor tajada. Tímidamente se denunció el sobrecosto de los productos alimenticios entregados en algunas ciudades del país. Atún a $20.000 pesos, libras de arroz de la peor calidad a más de $5800, etc.

El costo de los servicios públicos también se disparó en forma alarmante y los arriendos. En plena pandemia en Bogotá, la alcaldesa ordena desalojar a humildes personas, usando la violencia criminal de Estado, como son esos vándalos llamados miembros del Esmad. Los gremios económicos se van lanza en ristre contra los obreros, demandando despidos, disminución del salario, trabajo por horas, sin ningún tipo de estabilidad laboral. El fascista Germán Vargas Lleras y sus propuestas criminales. Ahora Duque dice que los alcaldes deben seguir haciendo frente a la pandemia sin cuarentena y desde luego, sin recursos económicos.

Todo esto lo sabe el pueblo colombiano o mejor, lo vive a diario en distintas regiones del país. El dilema consiste en explorar salidas. Y estas no se darán mientras no tengamos claro las causas reales por las cuales está atravesando la sociedad colombiana. ¿Qué quiere el establecimiento, su clase dirigente? Que el pueblo se concentre en mirar soluciones celestiales y asumir la pandemia como un simple castigo divino o suceso del azar.

La crisis hay que mirarla con realismo y no es mirando para el cielo, sino estudiando las relaciones económicas, políticas y sociales, principalmente del sistema capitalista. Ahí está el nudo gordiano. Ahí está la causa y la solución. El capitalismo una vez más colapsó y en este momento de qué manera. No tiene una sola respuesta coherente y plausible a la crisis. Quizás incrementar la violencia y la represión para evitar la reacción del pueblo hambriento. No es gratuito e ingenuo que el gobierno le inyecte millones y millones de pesos al Esmad y a las fuerzas militares. No es un accidente o un simple prurito. Es una acción preventiva de lo que ve venir en el futuro próximo.

La izquierda, los sectores democráticos y progresistas, también deben apalancar iniciativas para salir de este laberinto. Enarbolar la bandera de la unidad y de la acción política con el fin de erradicar el analfabetismo político en Colombia, el terrorismo de Estado, poner fin a la ley 100 de 1993, para que la salud en Colombia vuelva a ser pública y de calidad. Pensar con grandeza y sentido universal, siendo opción de poder y no de simple oposición. Los partidos de izquierda deben salir de sus cascarones a debatir con el pueblo en franca lid, a compartir con ellos, la angustia, la crisis y la esperanza. Nada de quedarnos en la oficina simplemente diagnosticando y especulando sobre cómo se hace la revolución. A la calle y con las masas como decimos los comunistas. No hay otra alternativa.

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