martes, 31 de marzo de 2020

Gesto de paz y humanismo de la guerrilla

Por Nelson Lombana Silva

De una manera mezquina el sucio gobierno nacional de Iván Duque Márquez, subvalora la decisión de la guerrilla del Ejército Nacional de Liberación (ELN) de declarar un cese unilateral activo por un mes, a partir de este primero de abril hasta el 30 del mismo, en solidaridad con el pueblo acosado por la pandemia del Covid – 19, más conocido popularmente como Coronavirus.


Su estrechez mental y su poca independencia, le impiden dimensionar un gesto de esta naturaleza. En un acto de solidaridad con el pueblo, debería el mandatario nacional ordenarle al paramilitarismo que también neutralice su accionar criminal contra el pueblo. Un simple llamado o una orden perentoria, sería suficiente. Pero tampoco, al parecer, tiene autoridad e independencia para solicitarlo. Su apoderado de tiempo completo, seguramente se lo impide.

Por supuesto, que la decisión del Ejército de Liberación Nacional, tiene un profundo significado, sobre todo en el terreno de la paz y del humanismo. Una demostración inequívoca que esta es una organización revolucionaria, estructurada política y militarmente con suficiente capacidad de demostrar su profunda vocación de paz y de cambios estructurales en favor del pueblo colombiano. No es una organización terrorista como suele decir el desprestigiado “ministrico” de defensa, que parece un Papagayo repitiendo maquinalmente el libreto que le impone Estados Unidos. 

Demuestra además, autonomía y grandeza en momentos en que la humanidad se debate en una terrible pandemia, tan mal enfrentada por el capitalismo, donde lo único que hace este régimen es defender sus miserables intereses de clase, en detrimento del pueblo en su conjunto. Basta ver cómo el presidente Iván Duque Márquez se apresura a firmar Decreto, mediante el cual los bancos pueden engullir los pobres recursos con los cuales cuentan los municipios y los departamentos para enfrentar esta catástrofe.

Al lado de la iniciativa digna de admirar, hay una serie de propuestas muy acordes con el momento histórico que vive el pueblo colombiano. Prácticamente, deja sin palabras al mandatario y, desde luego, sin iniciativas propias. Acorralado en su mediocridad acelera la presión para que los medios masivos guarden silencio sobre el particular.

No hay una sola iniciativa fuera de contexto. En un gobierno medianamente autónomo y voluntarioso por hallar la paz, acogería estas iniciativas y abriría un gran diálogo nacional. Pero, claro, un gobierno pegado con “babas”, narcotráfico y dependencia del Tío Sam, le resulta imposible dialogar, debatir pública y civilizadamente.

¿Es un despropósito proponer reabrir la mesa de diálogo en la Habana (Cuba)? ¿Excarcelar todos los presos políticos que aún permanecen en las cárceles del régimen? ¿Dar casa por cárcel a los que están condenados a menos de diez años, los enfermos y los mayores de 60 años?

¿Pedir que el gobierno suministre gratuitamente el test de confirmación del Coronavirus, el material sanitario y los medicamentos para evitar la expansión de la pandemia? ¿Solicitar la reforma de la criminal ley 100 de 1993, obra del “insigne” ex presidente Álvaro Uribe Vélez? ¿Es subversivo solicitar que el gobierno garantice gratuitamente canasta familiar cada quince días a las personas que figuran en los estratos 1,2 y 3? ¿Es “terrorista” proponer iniciativas plausibles para rodear de solidaridad a los campesinos y campesinas?

¿Es imposible que el gobierno nacional cree un subsidio mensual digno a todos los desempleados y los que vienen quedando en el pavimento sin trabajo? ¿Es imposible considerar mecanismos para no dejar morir el pequeño y mediano comerciante e industrial? ¿Es imposible decretar el no pago de los servicios públicos durante la pandemia? ¿Es subversivo proponer un fondo especial de 30 billones de pesos, mediante impuesto extraordinario al sistema financiero, a los grandes industriales, multinacionales y transnacionales?

Nada hay de perverso en estas iniciativas que vaya contra la estructura orgánica del Estado. Son decisiones para superar la crisis que viene padeciendo el pueblo y que seguramente con el transcurrir de los días se irá creciendo. ¿Qué tiene de malo? ¿Qué tiene de perverso?

El silencio del mandatario a todas estas decisiones e iniciativas que plantea el movimiento revolucionario armado, Ejército de Liberación Nacional, refleja también la poca capacidad mental de Iván Duque Márquez, para enfrentar un monstruo como lo constituye esta pandemia.

Hay que relievar esta iniciativa y redoblar esfuerzos por una solución política dialogada y negociada a este conflicto social y armado que padece Colombia. Un proceso de paz que el gobierno nacional esté dispuesto a cumplirlo cabalmente. Que el lenguaje de la paz se imponga sobre el lenguaje de la violencia que con tanta fuerza estimulan Duque y su patota. Bienvenido el cese unilateral; ojalá el militarismo no lo sabotee.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario