sábado, 7 de marzo de 2020

El siglo de la mujer combativa

Por Nelson Lombana Silva

Desde un principio la mujer ha mostrado su coraje y su interés por buscar su propia independencia y reconocimiento. El mito bíblico nos dice que Eva se rebeló a la imposición del Señor, comiendo y haciendo que su marido Adán comiera la fruta prohibida. No se dejó amedrentar por las órdenes impositivas y absurdas. Tuvo valor y gallardía para rechazar la sumisión que ya era considerada como una gran virtud por la clase dominante que tenía que cumplir cabalmente la clase dominada. Esa fruta prohibida era seguramente la ciencia, el conocimiento. La especie humana, según ese Dios, no tenía derecho a la ciencia. Eva se rebeló, naturalmente a un precio muy alto. ¿No es digno de admirar, entonces, la gesta de esta mujer?


Nada ha ocurrido en la historia de la humanidad, sin que la mujer no haya sido protagonista. Lo que sucede es que el patriarcado, con todo su poder a su alcance, ha sido mezquino en reconocer la obra de la otra y toda se la ha adjudicado como suya, muchas veces sin méritos propios. Es lo mismo que sucede en el capitalismo: El obrero produce y el burgués se apodera ilegalmente de su producido. ¿Quién hace el edificio? El obrero; ¿Quién lo disfruta, lo usufructúa? El oligarca.

Tiene razón Gabriel García Márquez, nuestro Nobel de Literatura 1982, en dos aspectos: Uno, cuando dice que nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, echa más para esconder que para clarificar; dos, es de vida o muerte que la mujer tome las riendas del planeta. Hasta ahora se ha manejado el planeta con la fuerza bruta del más fuerte, se hace necesario que se maneje con ternura e inteligencia, y estas dos cualidades tiene la mujer.

Este debe ser el siglo de esta gran metamorfosis. Ojalá no sea demasiado tarde. Adicionalmente, la gran utopía debe estar enmarcada por la conciencia de clase del hombre, porque la idea no es que sea fruto de una gran batalla, que como tal deja vencidos y vencedores. Debe ser fruto de la argumentación, es decir, de la razón, adobada ésta con la emoción. Que no haya lluvia de balas, sino lluvia de flores amarillas, por ejemplo.

Todo se concretará, se hará realidad, cuando muera el capitalismo y nazca el socialismo y se cumpla la regla de oro de la sana convivencia: El hombre sea más hombre y la mujer más mujer. Necesariamente debe haber espacio para la bestia y la bella, como dice el escritor. Soñar no cuesta nada, sobre todo si se entiende que los procesos se dan constantemente con avances y retrocesos, con aciertos y desaciertos, porque nada está dado de una vez y para siempre. Además, “nada se crea, nada se acaba, todo se transforma”, dijo el científico Lavoisier.

Heroínas por doquier

El mundo está lleno de heroínas, empezando por Eva; pero también hay que traer a colación a Fátima Cecilia Aldrighuett, niña mejicana de escasos siete años de edad, que fue desaparecida, violada, torturada y asesinada  el pasado 11 de febrero de 2020 en la Ciudad de Méjico. Cada día en este país Latinoamericano vienen siendo asesinadas entre diez y once mujeres. Diana Cardona Saldarriaga, asesinada en 1990, ejerciendo la alcaldía del municipio de Apartadó (Colombia) por obra y gracia de la política paramilitar del Estado. Norma Patricia Galeano, estudiante de la universidad del Tolima, víctima del terrorífico Esmad.

Y si miramos el espejo retrovisor de la historia, hace más de cien años mujeres de 17 y más países, se congregaban en Copenhague, en el marco de la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, demandando en esta oportunidad Derecho a la Educación y mejora en las condiciones laborales, con el férreo liderazgo de Clara Zetkin. Betsabé Espinal – también hace cien años – coordinaba la primera huelga fémina en Colombia, reclamando hechos que todavía siguen ocurriendo en el capitalismo: El acoso sexual. Reclamaba el elemental derecho de usar calzado: “No estamos de acuerdo con seguir trabajando descalzas, necesitamos que nos permitan llegar calzadas”. Cómo no recordar el coraje de Olympia de Gouge, quien se atrevió a escribir “los derechos de la mujer y el ciudadano”. En el primer artículo consagró: “La mujer nace libre y permanece igual al hombre en Derechos”.

Ante la decadencia inexorable y putrefacta del capitalismo, el sistema de los antivalores, la mujer es blanco de toda agresión, no solo física, sino psicológica y socialmente. Sin embargo, hay que decirlo claramente que antes giraba alrededor del patriarcado y ahora gira alrededor de sí misma, con todos sus aciertos y desaciertos, lo cual constituye un avance sustancial importante. El 8 de marzo, “Día mundial de la mujer” es de dolor, pero también de esperanza. Su conmemoración debe estar asistida por la lucha, la organización, la unidad y la movilización. Hace rato la mujer ha dejado de ser una simple mercancía o instrumento de placer, es sujeta de derechos y protagonista de la lucha por la segunda y definitiva independencia. Saludo fraternal a todas ellas en su día.

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