jueves, 5 de marzo de 2020

Gabriel García Márquez y surrealismo mágico

Por Nelson Lombana Silva

Gabriel García Márquez, nació el 6 de marzo de 1927, en Aracataca (Magdalena), polvoriento pueblo de la costa atlántica colombiana, en medio de la más voraz miseria y abandono del gobierno nacional. Dicha población olvidada por Dios y por el Estado, fue universalizada desde la literatura con el nombre de Macondo.


“Me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: A mí tampoco me gusta ese nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es piscis y mi mujer es Mercedes (Barcha). Esas son las dos cosas más importantes que me han pasado en la vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he podido sobrevivir escribiendo. Soy escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me ofusco tanto tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la soledad de la literatura”.[i]  

Gabo, como se le conoce también universalmente, salió de la nada y a puro pulso se hizo escritor y Nobel de Literatura 1982, alejado del poder económico y político de la clase dominante. Padeció los rigores dramáticos del hambre y la indiferencia de la rancia oligarquía mantuana, que al darse cuenta de su gloria, no dudó en aparentar “solidaridad” y “admiración”, cuando realmente era demasiado tarde, porque ya había escalado la escabrosa pendiente y estaba en el pináculo de la gloria.

El mundo del surrealismo mágico que creó con su voluminosa y exquisita literatura, llegó, prácticamente, a todos los rincones del planeta con sentimiento que raya en el delirio, sobre todo al interior de esa montonera sin rostro que deambula de un lado para el otro, sin una segunda oportunidad sobre la tierra, como la estirpe de los Buendía que relata en su obra cumbre: “Cien años de soledad”. Gabo, ante todo fue pueblo por antonomasia. Escritor que le escribió a la vida, a la lucha, al cambio, al amor, a la revolución, a la esperanza, con fortaleza y estoicismo. No en vano el terrorismo de Estado lo quiso encarcelar e incluso, asesinar, durante la mala hora de Colombia siendo presidente Julio Cesar Turbay Ayala y el chafarote Luis Carlos Camacho Leiva. Tuvo que salir en estampida de su patria y asilarse en Méjico donde la muerte lo sorprendió.

La gran oligarquía a través de sus aparatos ideológicos y mediáticos, intentaron de distintas formas y de una manera infame, por cierto, dividir su personalidad. De un lado, era el escritor famoso, que le había dado gloria a las letras nacionales, había universalizado la cultura caribeña, con sus giros propios, como el “mamagallismo” o la soledad de Macondo y, del otro lado, el Comunista, el forajido, el revoltoso, que había que exterminar y borrar con el tenebroso estatuto de seguridad y las demás artimañas que se ha valido la clase dominante para sostenerse en el poder ilegalmente. A esa campaña rastrera, Gabo, contesto: “Yo soy uno e indivisible”.

En 1947, El Espectador publicó su primer cuento: “La tercera resignación”. En el momento no tuvo el dinero para comprar un ejemplar. Un año después, volvió a Cartagena agobiado por las afujías económicas encontrando algún escampadero en el periodismo trabajando en el diario  El Universal. Este oficio le dio la mano de alguna manera. Su primera novela, La Hojarasca, fue publicada en 1955. Después La Mala Hora, el Coronel no tiene quien le escriba y los Funerales de la Mama Grande. Desde estas creaciones literarias, Gabito, comienza a forjar el mundo mágico de Macondo.

En 1967, después de ocho meses de intenso trabajo literario y aguda crisis económica que heroicamente conjuró Mercedes Barcha vendiendo todos sus objetos elementales, sale a la luz pública desde Argentina su obra cumbre: “Cien años de soledad”, novela que catapultó su fama y dimensionó su creación literaria, universalmente. Gabriel García Márquez asciende a la cúspide de los grandes literatos a nivel mundial.

Posteriormente, publica otras obras: El Otoño del Patriarca, Crónica de una muerte Anunciada, el amor en los tiempos del cólera, Doce cuentos peregrinos, del Amor y otros Demonios, Memoria de mis putas tristes, crónicas y reportajes, El general en su laberinto, etc.

El movimiento literario creado por él, busca acercar o “combinar” la realidad con la fantasía. De alguna manera, retrata la realidad del pueblo colombiano y latinoamericano, sumergido en la adversidad socio económico con una minoría cargada de dinero y una mayoría acosada por la pobreza galopante. En Cien años de soledad, al lado de las acciones fantásticas, se halla el relato detallado de la masacre de las bananeras en 1928, por ejemplo. La realidad se confunde con la fantasía y la fantasía con la realidad, permanentemente en sus obras. La mejor manera de recordarlo en su onomástico es leyéndolo o releyéndolo con espíritu crítico y creativo. Gabo, vive…      

[i] Gran Enciclopedia de Colombia. Biblioteca El Tiempo. Círculo de Lectores. Literatura 2. 2007. Impreso en Colombia. Página consultada 194.

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