viernes, 22 de noviembre de 2019

Se le puede mover la butaca a Duque

Por Nelson Lombana Silva

Nunca había visto tanto entusiasmo y decisión en los huelguistas tolimenses e ibaguereños como ayer. En cada rostro masculino o femenino había una decisión inequívoca de participar de la protesta.


A las siete de la mañana ya se estaba bloqueando la carrera quinta a la altura de la calle 37 de la ciudad musical de Colombia, Ibagué. Luego la sexta y así sucesivamente hasta quedar la ciudad partida en dos.

En plena vía pública fueron habilitadas ollas comunitarias. La música y el entusiasmo de la juventud brilló con luz propia, lo mismo las más diversas iniciativas.

El pueblo tolimense se desahogó. Pudo manifestar públicamente la profunda indignación contra el gobierno nacional y su política neoliberal. La juventud se confundió con la veteranía, el hombre con la mujer. A lo largo de la calle 37 todo el día fue un gigantesco río humano yendo y viniendo, compartiendo y lanzando arengas contra el régimen.

En pueblos distantes y tradicionalmente conservadores que nunca se suelen manifestar, en esta oportunidad lo hicieron y con coraje. Caso de Anzoátegui, para solo colocar un ejemplo.

Eso significa que el grado de descontento del pueblo colombiano con este gobernante, es nacional. Hasta en los pueblos más aislados y distantes de la geografía patria, las comunidades se expresaron y de qué manera.

El gobierno nacional hizo hasta lo imposible por detener esta protesta. Triplicó la mentira mediática y el terrorismo de Estado. En esta ciudad de 600 mil habitantes, el día antes, la policía detuvo arbitrariamente al médico sindicalista Wilson Cediel, mientras fijaba un pasacalle en el puente de la calle 60 con carrera quinta, y la estudiante universitaria Daniela Isabel Chilatra Santana era detenida por la seguridad privada de un centro comercial con mentiras y artimañas colocándola en manos de la policía.

El pueblo no comió cuento. Con más bravura y decisión salió a protestar. Fueron 45 organizaciones sindicales, populares, campesinas e indígenas que concurrieron a la protesta. Se destacó el trabajo unitario y coordinado de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la Confederación General de Trabajadores (CGT), la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y la Unión de Trabajadores de Colombia (UTC).

La propuesta de continuar activo el Comando Departamental de Paro y el trabajo unitario de las distintas centrales obreras en esta ciudad son quizás las iniciativas más audaces y esperanzadores en el Tolima, sobre todo si se tiene en cuenta que este departamento y su capital fueron tomadas una vez más por la extrema derecha que lidera el gobernador Óscar Barreto Quiroga. 

También se escuchó el planteamiento por parte de la CGT en cabeza de Jaime Cortés de profundizar la lucha sindical no solo en el terreno reivindicativo sino también político. Eso es importante.

Como se vio el ambiente del Paro Nacional, el entusiasmo desbordante de las bases y el pueblo en general, podría estarse planteando la idea de moverle la butaca al señor Duque. Además, profundizar la lucha unitaria por cambiar el modelo obsoleto del neoliberalismo, modelo que viene haciendo metástasis en todo el planeta.

El sindicalismo debe manejar con criterio político este gran acumulado para avanzar hacia el socialismo, sistema humano que garantice la verdad, la justicia y el bienestar para todos sin distinción alguna.

Hay que sacar lecciones de esta gigantesca protesta para colocarlas en práctica y avanzar con decisión y coraje. El pueblo está dispuesto. Ojalá la dirección no se inferior a este gran reto en un momento histórico de profunda indignación contra el régimen y su vocero principal.

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