jueves, 21 de noviembre de 2019

Desde las calles colombianas, condenar golpe de Estado Boliviano

Por Nelson Lombana Silva

Una razón más para protestar en las calles y caminos de Colombia: El rechazo total al sanguinario golpe de Estado presentado en Bolivia contra el presidente Evo Morales Ayma, el cual fue concebido y desarrollado por Estados Unidos y la rancia y racista burguesía.


Un golpe de Estado violento y criminal que ya ha cobrado la vida de varias decenas de aborígenes humildes, cientos y cientos de heridos y centenares de detenidos. Una completa cacería humana con la complicidad de organismos internacionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y los medios masivos de comunicación. 

La censura que ha impuesto el monopolio mediático en este hermano país sudamericano es extrema. Solo los medios alternativos se baten como leones para informar sobre la trágica hora que vive esta nación. El objetivo central: Borrar las imágenes  positiva del presidente y el vicepresidente, sobre todo, el proyecto social y político que estaba en marcha con exitosos resultados.

Se exacerba el terrorismo de Estado en todos los rincones de Bolivia con una brutalidad similar a la vivía por el pueblo chileno durante la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte o en las demás dictaduras militares del Cono Sur en aquellas aciagas décadas.

Evo Morales Ayma fue un abanderado de la equidad de género, no había habido mandatario que se hubiera preocupado tanto por hacer brillar con luz propia la mujer, sobre todo la aborigen, la marginada de todo tiempo.

Mónica Novillo, lideresa, lo reconoce. Solo el 15 por ciento de los títulos agrarios estaban a nombre de las mujeres cuando Evo asumió la presidencia; al momento del golpe de Estado el porcentaje había pasado al 46 por ciento.

Afirma: “Nunca antes con los anteriores gobiernos se había visto a una indígena “de pollera”, como las Quechuas, en el parlamento o en otros ámbitos. También hay 50/50 en la Asamblea: Indígenas concejalas, diputadas, etc”.

Según la misma Organización de las Naciones Unidas (ONU), Bolivia es el tercer país a nivel mundial con mayor participación política de las mujeres, después de Ruanda y Cuba. El golpe de Estado se consuma porque Evo Morales Ayma venía liderando grandes soluciones a la aguda problemática socio económico de este pueblo. Si lo hubiera traicionado como hizo Iván Duque Márquez con el pueblo colombiano, estaría en el poder con los mejores conceptos por parte de Estados Unidos. Este país imperialista le viene cobrando a Evo Morales Ayma la lealtad y honestad con su pueblo.

Racismo y misoginia

Estados Unidos y la burguesía explotaron dos elementos ya considerados superados en el siglo XXI: El racismo y la misoginia. A través de costosas campañas dirigidas a la región de Santacruz le hicieron creer a un sector de habitantes allí, que son raza Aria, superiora a las demás razas como hizo Adolfo Hitler en su momento en su patria Alemania. En esas condiciones, los habitantes de esta región se consideraron superiores a las demás razas, mirando al pueblo aborigen con asco y desprecio. No admiten que un aborigen salido de las entrañas de la tierra sea el presidente de la república. Esa coyuntura la aprovechó hábilmente el gringo para consumar su plan golpista.

De igual manera, el desprecio por la mujer aborigen. Les era imposible asimilar que la Quechua de pollera, como le dicen allí, tuviera acceso al Parlamento y demás cargos de responsabilidad política y administrativa. Para este grupúsculo la mujer no tiene capacidad para ocupar cargos de liderazgo. Su aversión a las mujeres y su falta de confianza en ellas resultan extremas.

Morales Ayma venía batallando contra este racismo absurdo, empoderando el género femenino en el sitial que realmente le corresponde. Por hacer eso fue víctima del infeliz Golpe de Estado. 

Se ha perdido una batalla, pero no la guerra. Es la dinámica propia de la lucha de clases. El mismo Evo Morales Ayma ha dicho: “La lucha sigue, somos pueblo”. Por su parte, el vicepresidente depuesto, Álvaro García Linera, trae a colación el grito de combate del líder indígena Túpac Katai: “Volveremos, y seremos millones”.

El pueblo boliviano no se resignará a vivir eternamente esclavo. No echará por la borda las conquistas adquiridas. Luchará. En esa cruda y desigual batalla debe brillar la solidaridad y el internacionalismo proletario. No importa donde se nace, importa donde se lucha, dice la consigna.

Así que al salir masivamente el pueblo colombiano a tumbar la política neoliberal de Iván Duque Márquez, también se está expresando la solidaridad con el pueblo boliviano. El sueño del Libertador Bolívar de la Gran Patria, nos debe llevar a sentir el dolor boliviano como nuestro. Al fin y al cabo el enemigo de este pueblo es también nuestro enemigo de clase. Bolivia vencerá.

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