jueves, 19 de abril de 2018

Duque: La fuerza de la violencia


Por Nelson Lombana Silva

La campaña electoral para elegir presidente de la república en Colombia entra prácticamente en su recta final. Los venideros días son definitivos y los candidatos duplican sus esfuerzos para llevar sus mensajes y conseguir nuevos adeptos, sobre todo, mover esa gigantesca masa abstencionista y los indecisos.


Esta campaña es especial por cuanto por fin se pudo polarizar el país entre dos propuestas y estilos totalmente diferentes, antagónicos. Tradicionalmente, el país era polarizado entre lo mismo y lo mismo. Santos y Uribe, por ejemplo. Ambos corruptos, ambos oligarcas, ambos mentirosos, ambos incumplidos, ambos promeseros, etc.

Hoy el panorama resulta mucho más claro y concreto. Están los candidatos del continuismo, de la explotación, la corrupción, los genuflexos a los dictámenes de los Estados Unidos, tales como Duque y Germán Vargas Lleras.

Los mismos de la clase dominante que han manejado este país por algo más de 200 años, sobre montañas de crímenes horripilantes, injusticias sociales, explotación desalmada y entreguistas de la soberanía nacional a los Estados Unidos para la instalación de 21 bases norteamericanas y todas sus multinacionales y transnacionales.

Estos candidatos representan los intereses económicos y políticos de la gran oligarquía colombiana. Cualquiera de ellos que llegase a ganar, iría a gobernar para esa reducida clase social, en contra de los intereses económicos, políticos, sociales, culturales y ambientales del pueblo colombiano.

Esto no es un invento de los comunistas, como suele decir los defensores del capitalismo, es la cruda realidad de los hechos tozudos que ha vivido Colombia hace más de 200 años. Con este sistema económico “al pueblo nunca le toca”, diría el famosísimo escritor Álvaro Salóm Becerra.

La antítesis a esta propuesta catastrófica y letal para el presente y futuro de la nación, la encarna Gustavo Petro Urrego, el candidato presidencial de la Colombia Humana.

Petro no pertenece a la rancia oligarquía. Se ha forjado políticamente en las entrañas del pueblo con tenacidad y decisión, siempre observando los valores humanos tan venidos a menos en el capitalismo, como la honradez, la palabra empeñada, la solidaridad y la fraternidad.

Ha venido recorriendo el camino recorrido por Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo Osa, Pizarro León Gómez y Luis Carlos Galán Sarmiento, entre otros. Sobreponiéndose al miedo y henchido de esperanza su corazón por hacer brillar en este país la justicia social, la equidad y la soberanía nacional, avanza en una travesía turbulenta por la continua zozobra que implica los crímenes de estado, pero con la fe del carbonero en el pueblo y en su proyecto de Colombia Humana.

Hemos dicho que le impediría a Petro llegar a la presidencia dos cosas: Un fraude como el presentado en los 70s o un magnicidio. De parte y parte hay ejemplos a granel infortunadamente. Por lo tanto, ninguno sería sorpresa, sobre todo si tenemos en cuenta que esta oligarquía, no solo es tramposa, sino asesina en grado sumo.

Una campaña sucia del uribismo

Duque, el arlequín de Álvaro Uribe Vélez, ha contratado al publicista venezolano J.J. Rondón, quien por estos días afirmó cínicamente que ya había sacado de la competencia presidencial a Piedad Córdoba y Timoleón Jiménez y que ahora seguiría con Gustavo Petro. Es una bestia del mal.

Todo indica que su nefasto propósito es vender la idea que la guerrilla de las Farc sigue actuando militarmente y en la más escueta impunidad. Dar la sensación de violencia y desesperar así al pueblo para que se incline por Uribe personificado en Duque, quien trata de presentarlo nuevamente como el “salvador” y así ganar la presidencia.

No es raro que este siniestro personaje esté detrás del falso positivo contra Jesús Santrich, en aras de destruir el acuerdo de paz de la Habana, sembrando de esta manera también la zozobra y la incertidumbre.

Podríamos decir gráficamente que el uribismo es como el vampiro que se alimenta de sangre humana. No sabe hablar de paz, reconciliación y tolerancia. Su discurso es de odio, de fanatismos y de anticomunismo visceral.

Las propuestas de Gustavo Petro




Mientras esos candidatos de la muerte conspiran contra el pueblo para favorecer los intereses de la clase dominante, Gustavo Petro se mueve por el país llenando plazas públicas, predicando una sola oportunidad para construir estructuralmente la esperanza e iniciar el cambio de fondo que tanto necesita el país.

Sus propuestas son claras, precisas y concretas, son creíbles y son razonables desde la perspectiva histórica que está viviendo Colombia y la humanidad en su conjunto.

Eliminar la ley 100 de 1993, que creó el uribismo para entregarle la salud a las multinacionales y transnacionales, es una iniciativa importante por cuanto implica que la salud vuelva a ser un derecho y no una mercancía como viene sucediendo. Para algunos, esta ley ha matado más gente que el mismo conflicto social y armado que vive Colombia.

Educación gratuita y de calidad hasta la universitaria también es una propuesta radical que abre la posibilidad a millones y millones de jóvenes de hacer los estudios superiores y así poder competir en un mundo tan desigual y tan globalizado. ¿Universidad para el pueblo? Sí, universidad para el pueblo lo viene planteando Gustavo Petro.

Un modelo de desarrollo ambiental totalmente reconciliado con la naturaleza, sus bosques, sus corrientes hídricas, su fauna, tal como lo ha planteado el mismo Papa Francisco. Defender el medio ambiente es cuestión de vida o muerte. Solo Gustavo Petro, candidato presidencial lo entiende así.

Universidad para soldados y policías. Abolición del servicio militar obligatorio. No es un secreto que la mayoría de soldados y policías, están allí no porque les gusta, sino por necesidad o porque les toca.

Muchos de ellos, seguramente querrán ser profesionales en cualquier área del conocimiento. Hasta el momento no ha habido esa oportunidad. Gustavo Petro la está ofreciendo.

Respetar y cumplir el acuerdo de la Habana. Esta iniciativa es determinante si se trata de construir la paz y hacerla realidad en cada colombiano y colombiana. Esto porque la paz es producto de cambios sustanciales, acciones concretas. Jamás podrá haber paz en un pueblo hambriento, con las necesidades básicas insatisfechas, en un gobierno descompuesto por la corrupción y la entrega de la soberanía nacional al imperialismo norteamericano.

Así las cosas, son muchas las razones para votar por Gustavo Petro el 27 de mayo. Petro es pueblo, sabe la problemática, pero también sabe, cómo comenzar a superar esa problemática. No votar por Petro es condenar a Colombia a otros cien años de soledad, como diría Gabriel García Márquez.




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