jueves, 9 de noviembre de 2017

El problema fundamental de la filosofía

Por Nelson Lombana Silva

Decíamos que la filosofía tiene por objeto explicar la  dinámica y esencia  del mundo, la naturaleza y el hombre, hallar el porqué de las cosas, el conocimiento.


Hay muchos sistemas filosóficos. La burguesía de alguna manera alimenta esto, más con un criterio de confundir y alejar al hombre del conocimiento científico, que de resolver la problemática. Mire usted por ejemplo: Cristología, suena a ciencia, ¿Verdad?

Hasta ahora hay dos grandes concepciones que se disputan su supremacía: La concepción Científica y la concepción Idealista. Algunos como Georges Politzer hablan de “concepción no científica del mundo”.

Podría afirmarse que esta división no es arbitraria y así lo entienden los filósofos griegos por cuanto de parte y parte colocan sobre el tapete sus argumentos. Argumentos que hay que analizar detenidamente y sin ningún apasionamiento asumiendo una posición consecuente con su clase social y con su forma de pensar.

Dos conceptos opuestos salen a flote: Materia y Conciencia (Espíritu, para algunos). Alrededor de estos dos conceptos los filósofos hasta ahora han devanados sus sesos para sustentar sus tesis. Algunos incluso, han intentado “conciliarlos”. Renato Descartes – por ejemplo – con su célebre frase: “Pienso, luego existo”, intenta justificar o explicar la existencia de ambos. Es considerado el padre del dualismo.

Otros filósofos, por el contrario, han afirmado que son conceptos opuestos e irreconciliables. Afanasiev – por ejemplo – afirma categóricamente: “Donde hay materia no puede haber espacio para Dios”.

Así las cosas, la pregunta elemental es cómo orientarnos ante tantos sistemas filosóficos. Es decir, con qué argumentos poder asumir una posición clara, autónoma, de acuerdo con los intereses de clase.

Bien, para ir por partes y no perder el hilo de la discusión, tratemos de definir materia y conciencia. Materia es todo lo que vemos, podemos palpar, tiene forma y ocupa un lugar en el espacio. El agua, el aire, la piedra, la fiera, el árbol, etc.

Por su parte, conciencia o espíritu, es algo que no vemos, no podemos tocar, ni medir, como las ideas, las emociones, los denominados estados de ánimo, etc.

Hacemos así entonces una clasificación real: Los fenómenos materiales y los fenómenos que no son materiales y solo pertenecen a la incumbencia de la espiritualidad, del pensamiento y de las ideas. Los filósofos, en consecuencia, han hallado dos grandes campos: Materia y Conciencia (“Espíritu”). Han comprobado su existencia. Me atrevería a afirmar que ningún filósofo ha negado la existencia de estos dos fenómenos.

Ahora, si eso es así, ¿Cuál es el origen de la disputa entre una y otra? ¿Cuál es el pleito, el problema? Hay dos razones esenciales: Qué es primero y segundo, la cognoscibilidad (Conocimiento) de todo cuanto existe.

Georges Politzer dice que en vez de hablar de espíritu es mejor hablar de pensamiento, de ideas, de conciencia. Señala que Ludwig Feuerbach habla del Ser y del Pensamiento. Ser es una categoría filosófica que significa naturaleza, todo lo que es materia.

El problema entonces radica en la relación Ser – Pensamiento. Es decir, entre materia y conciencia. La respuesta a este interrogante problemático ha dado origen a dos grandes corrientes filosóficos: Materialismo e Idealismo.

Los partidarios del Materialismo sostienen que primero fue la materia y la conciencia es producto de ésta. Consideran que el ser humano puede tener acceso al pleno conocimiento de todo cuanto existe. Son partidarios de la evolución, consideran que el universo es producto de un largo proceso que no ha terminado, durante milenios y milenios. Se guían por la ciencia.

Los partidarios del Idealismo, opinan que primero fue la conciencia y la materia  es producto de ésta. Algunos opinan que el ser humano no está capacitado para tener conocimiento de todo. Son los denominados agnósticos (Del griego A= Sin y Gnosis = Conocimiento). Son partidarios de la creación, creen que una fuerza sobrenatural creó el universo con todas sus perfecciones e imperfecciones. Se guían por la creencia, la fe.

Los comunistas, comunistas, han asumido una posición clara y consecuente con su proyecto político, se han guiado por la ciencia, es decir, por el materialismo. Consideran (o consideramos, mejor), que todo ha sido fruto de la evolución con sus avances y retrocesos, por cuanto nada está dado de una vez y para siempre.

Por supuesto que se ha tergiversado este concepto materialista y es presentado como sinónimo de ordinario, burdo, salvaje, bruto. Nada más distante de la realidad. El verdadero comunista es humano demasiado humano como diría Federico Nietzsche, es solidario y siente el dolor ajeno como suyo. Es tanta su solidaridad que está dispuesto a dar su propia vida por la causa noble de los demás, especialmente el pueblo. Tres ejemplos: Ernesto Che Guevara, Fidel Castro Ruz, Manuel Marulanda Vélez. Ellos dedicaron toda su vida a la causa de los pueblos.

Lo que sucede es que el enemigo de clase, es decir, la burguesía, miente a diario con el único  propósito de continuar en el poder y que el pueblo permanezca desunido y sea analfabeto político. Podríamos decir entonces, que la burguesía y el imperialismo se apoyan en el idealismo. Sin embargo, no todo el mundo le come cuento, como decimos popularmente, hoy hay una fuerte corriente idealista que se identifica con la lucha del pueblo. Genéricamente se conoce como Teología de la Liberación o Iglesia de la Liberación.

¿De cuál corriente es partidario usted? ¿Por qué? Este no es tema de poca monta, tiene una profunda relación con la realidad concreta y el proyecto que acariciamos hace rato. El camarada Sergio de Zubiría Samper, propone el compromiso revolucionario de subir el nivel ideológico y político, compromiso de las masas y de los cuadros conductores, porque si no hay claridad en éstos, ¿Qué pueden orientar? Hay que superar rápidamente esa confusión que queremos estar con todos y gastamos tiempo y palabras intentando argumentar sin mayor beneficio para el proceso revolucionario que implica destruir las relaciones capitalistas y construir las relaciones socialistas en Colombia.    

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