No me he cansado de decir que la breve estadía en la república Socialista de Cuba, me permitió “desintoxicarme” de RCN, Caracol, El Tiempo, El Espectador y demás medios alienantes que utilizan la burguesía y el imperialismo para sostenerse en el poder en contra de los pueblos.
Comparar la dinámica mediática de Cuba con la imperante en Colombia, es tanto como comparar el día con la noche. Son dos realidades comunicacionales totalmente diferentes, totalmente opuestas.
En las facultades de periodismo se enseña que las funciones principales del periodismo son: Informar, Formar, Educar, Anunciar y Denunciar. ¿Qué hay de eso en el periodismo colombiano? Muy poco por no decir nada, incluso, en medios que se definen alternativos.
Mientras la abultada publicidad indica con escándalo inusitado que en Colombia hay libertad de prensa, no hay censura y por el contrario, hay plenas garantías para fundar medios, equidad para la réplica, etc y la constitución nacional en su artículo 20, así lo expresa, la realidad es totalmente diferente. Por estos medios circula exclusivamente la ideología de la clase dominante (Burguesía). Entrevistan – por ejemplo – a mil personajes del establecimiento sin límite de tiempo y entrevistan uno de oposición con tiempo limitado, recortado y acosado. Y a eso lo llama el establecimiento cínicamente: “Equidad informativa”.
Pero, no contento con eso, arma el estado capitalista toda una parafernalia contra los medios alternativos con el fin de silenciarlos acudiendo a las prácticas más innobles como la censura, la estigmatización, la cooptación, la amenaza y el asesinato.
Los medios masivos de comunicación – dice la constitución nacional de 1991 – tienen responsabilidad social, lo cual implica el derecho del pueblo a estar debidamente informado, espacio para acceder a ellos y sobre todo contar con la verdad y nada más que la verdad.
No hay que ser experto en estas lides para saber que los medios masivos ante todo vienen vomitando mentira, odio, desinformación y parcialización descarada a favor de la clase dominante en Colombia. Un cerdo como Uribe Vélez, un genocida y destripador de esta calaña, tiene casi todos los medios masivos a su disposición para mentir, engañar, sembrar cizaña y odio entre el pueblo. Este maleante estornuda y es noticia nacional. En cambio, mueren niños indígenas de física hambre, líderes son asesinados y solo aparece rara vez un comentario entre líneas, en la última página del periódico o en los noticieros de televisión y radiales.
El grado de alienación es tal, que solo existe lo que aparece en estos medios, lo demás no existe, no tiene sentido y valor. Por eso, el pueblo alienado totalmente repite maquinalmente las mentiras que circulan por estos canales. Incluso, no es raro ver personas de que se definen de izquierda que se desgañitan por comprar El Tiempo y no dudan en mirar con desdén los medios alternativos.
En esas condiciones, ¿De cuál neutralidad estamos hablando? ¿De cuál objetividad? Realmente los medios masivos están comprometidos hasta los hígados con la clase dominante. Circulan por allí su ideología y sus intereses de clase. Así las cosas, no es gratuita la programación de televisión – por ejemplo – durante las 24 horas prácticamente: Novelas y enlatados gringos. Es decir, basura y más basura.
En esas condiciones, me duele sobremanera que el proyecto de televisión de Luis Alfonso Mena en Cali se haya suspendido por falta de recursos económicos. Es deplorable el hecho, pero más aún la indiferencia. La prensa masiva asesina y mentirosa se contrarresta con proyectos heroicos como el de Mena, pero si muere un proyecto por falta de apoyo económico, el futuro se hace más oscuro e incierto. Hay que hacer causa común para que este proyecto continúe en la mayor brevedad posible, por ahí sí hay información, formación, anuncio y denuncia. La comunidad internacional debería apoyar estos proyectos reales y concretos.
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