“…Lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro…”: Jostein Gaarder
El sindicalismo es una forma concreta de lucha cuya finalidad apunta no solo a la reivindicación, sino a la formación política y a la toma de conciencia social y de clase. Carlos Marx y Federico Engels, expresaron claramente en El Manifiesto Comunista, que “la historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días, es la historia de las luchas de clases”.[i]
¿Cuáles son esas clases sociales? Ricos y pobres. Es lo que llama el marxismo – leninismo: Burguesía y Proletariado. La pugna entre estas dos clases es a muerte. No hay posibilidad de conciliación como algunos filántropos y mal informados sugieren o sueñan. La disputa es tenaz: El rico a ser más rico y el pobre a no dejarse apabullar y por lo menos existir. Esa es la razón fundamental del sindicalismo.
Así las cosas, el sindicalismo no es una dádiva de la clase dominante (Burguesía), es una conquista que el pueblo (Proletariado) ha ganado a punta de sudor, lágrimas y dolor. Por lo tanto, el sindicalismo no es un adorno, ni se construye pacíficamente, se hace realidad peleando, no mendigando los derechos sino exigiéndolos. Quien considere el sindicalismo un escampadero para satisfacer apetitos personales, se encuentra totalmente perdido y equivocado. Quien quiera tenerlo todo sin el mínimo de sacrificio, también está equivocado. Todo es producto de la lucha y del sacrificio. ¿Cuánto esfuerzo hay que hacer para conquistar el amor de la vida, por ejemplo?
Asoprensa ante todo es un sindicato de clase
El neoliberalismo acabó con la bella profesión de periodismo como la calificaba nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. Acabó con su esencia y acabó con los trabajadores (Periodistas). Es vox populi decir que hoy en Colombia cualquiera puede ser periodista. La única condición es que tenga dinero o rango politiquero para influir en los medios. Mejor dicho: Tenga capacidad de mentir, engañar y alienar a una masa amorfa, mal llamada opinión pública.
Por eso vemos la precariedad de los medios masivos que son más para desinformar que para informar. Se adula a la clase dominante a cambio de una miserable moneda. Se vende su clase social prácticamente por el sustento diario a medias. Esa es la cruda realidad del periodismo colombiano.
Las causas están a la orden del día: La privatización galopante de los medios, la falta de formación académica y ética del “comunicador social”, el terrorismo de Estado, etc, etc. Solo un ejemplo: Con motivo de la VIII Marcha Carnaval, realizada en Ibagué (Tolima) el 3 de junio de 2016, un ambientalista llamó acucioso e ingenuo a la corresponsal de Caracol Televisión para que cubriera el gigante, florido y combativo evento. La respuesta de la comunicadora social, fue más o menos la siguiente: “Los acompaño de todo corazón, pero no puedo cubrir el evento porque son políticas del canal no cubrir estas manifestaciones”. Como diría Álvaro Salom Becerra: “Al pueblo nunca le toca”.
Quisiera uno consolarse con decir que la grave problemática que vive el periodismo es exclusiva. Pero no es cierto. Todas las profesiones habidas y por haber, padecen una aguda y difícil problemática. Todas han sido afectadas por el modelo neoliberal y la putrefacción extrema del capitalismo.
“La burguesía ha despojado de su santa aureola a todas las profesiones hasta entonces reputadas de venerables y veneradas. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al sabio, los ha convertido en sus asalariados”, escribieron Marx y Engels en 1848.[ii] ¿Quién podría decir lo contrario hoy? Es la realidad palpable por cuanto por obra y gracia del neoliberalismo todo se ha vuelto mercancía y sabemos que la mercancía es susceptible de ser comprada y vendida, en consecuencia. Y, ¿Quién compra? Pues el adinerado.
La noticia es hoy una mercancía. Por eso, generalmente el periodista no va a buscar la verdad, sino a negociar la noticia. La pregunta clásica que suele uno escuchar de los reporteros y periodistas es: “¿Qué hay para decir hoy? ¿De qué hablamos?”. Es la cruda realidad. Aquellas preguntas que colocaban en calzas prietas al personaje, lo ruborizaba y lo desvestía sin atenuante alguno, es cosa del pasado. Como diría Margareth Mitchell: “Lo que el viento se llevó”.
El reportero es hoy el publicista. La sala de redacción, se ha convertido en la sala de censura. El director en el patrón que determina qué se publica y qué no se publica. A quien hay que atacar con sevicia y a quien hay que elogiar con delirio. Así lo retrata muy bien Mario Vargas Llosa en su reciente novela “Cinco Esquinas”. El también nobel de literatura presenta la cruda realidad del periodismo contemporáneo sin tapujos, haciendo alarde de su exquisita pluma para escribir.
La Asociación Nacional de Trabajadores de la Prensa (ASOPRENSA) es por lo tanto un sindicato de clase que busca la reivindicación de la profesión, del trabajador y la politización del mismo, con la utopía de hacerlos sujetos políticos de derecho con capacidad crítica y autocrítica.
Es una organización sindical de primer grado y de industria, compuesta por trabajadores al servicio de empresas de medios de comunicación (Prensa, Radio y Televisión), editoriales, imprentas, agencias publicitarias. También aglutina a reporteros gráficos. Es decir, es un sindicato amplio.
¿Por qué decimos que Asoprensa es un sindicato de clase? Simple y llanamente porque este sindicato está concebido para defender los intereses de los trabajadores, de los periodistas, locutores, camarógrafos, auxiliares, etc. No es un sindicato patronalista o conciliador. Es un sindicato dispuesto a la pelea cuando se trate de defender los intereses de los periodistas. Además, hace parte de la Federación Sindical Mundial (FSM), Federación que aglutina a millones de trabajadores en el mundo.
Asoprensa nace de las entrañas de la lucha misma
Este sindicato es el único que hoy existe en Colombia con estas características. Los demás son clubes que se suelen reunir a libar y a mamar gallo como diría Gabo. Quizás a vender su bella profesión por una simple copa o un premio insignificante o una comida opípara. Se fundó en 1958 con la naturaleza de defender los derechos e intereses de los trabajadores de las empresas periodísticas.
Nació en el diario EL SIGLO, propiedad de la familia ultra reaccionaria Gómez Hurtado. Una de las familias que más daño le ha hecho al país históricamente comenzando por Laureano, considerado el “monstruo” por su espíritu reaccionario, fascistoide y racista, que miraba a los trabajadores como simples sabandijas. Fue uno de los grandes promotores y auspiciadores de la violencia en Colombia, que le costó al país más de 300 mil horribles crímenes en grandes zonas de Colombia. La negra sombra que dejó este gobernante acompañó hasta su muerte a su hijo Álvaro, quien paradójicamente al parecer cayó a manos del mismo régimen que tanto defendió, con la infame teoría de las supuestas “repúblicas independientes” para justificar el plan Latín American Security Operation (LASO) contra 48 campesinos de Marquetalia (Tolima), liderados por Manuel Marulanda Vélez.
A pesar de la situación de explotación y represión que se presentaba en esta empresa periodística, los trabajadores prácticamente en forma clandestina reunieron el número necesario para adquirir la personería jurídica de parte del ministerio de trabajo. A pesar de la dura represión al interior de esta rotativa, los trabajadores lograron firmar una convención colectiva dando inicio a una lucha que al momento continúa.
Para acabar con ASOPRENSA las directivas de este periódico en contubernio con el Ministerio del Trabajo, se declararon en quiebra, despidiendo a todos los trabajadores quitándoles descaradamente sus prestaciones sociales a personas que llevaban bastante tiempo, incluso, a personal que estaba a punto de pensionarse. Patrón – trabajador, capital – salario, la gran contradicción del sistema capitalista. La piedra angular de la contradicción. Entendiéndose claramente que el capitalismo no maneja relaciones humanas sino intereses económicos.
Seis meses después reaparece este periódico de la burguesía conservadora con un nombre diferente: EL NUEVO SIGLO. Así se llama actualmente. No admite la más mínima organización sindical.
Terminando la década de los 60s, ASOPRENSA logra abrir un trabajo sindical en el periódico LA REPÚBLICA, también de ideología conservadora, propiedad de la familia del ex presidente Mariano Ospina Pérez, uno de los directos responsables del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán Ayala y de la violencia en Colombia. Pudo firmar convención colectiva, la cual se sostuvo hasta comienzos del siglo XXI, porque vino la represión de esta casa conservadora y a unos pensionaron, a otros los compraron (Cooptaron) y a los más nuevos despidieron sin fórmula de juicio.
Durante la década de los 80s, esta organización sindical incursiona en el periódico liberal EL ESPECTADOR, propiedad de la familia Cano. Mediante verdadera lucha heroica ASOPRENSA logra firmar convención colectiva. Fue tal la lucha y el compromiso sindical que en 1987 se realizó una huelga histórica que paralizó la rotativa en su conjunto durante dos días. La reacción violenta no se hizo esperar. Una verdadera cacería sindical comenzó la directiva de este periódico supuestamente “liberal”, despidiendo a un número considerable de trabajadores que habían participado del paro. Adicionalmente, esta directiva decretó el cierre, reapareciendo después como semanario, siendo engullido por el consorcio transnacional de Julio Mario Santodomingo. Tiempo después, vuelve a ser diario de circulación nacional.
Por esta misma década organiza ASOPRENSA un número considerable de trabajadores de EL TIEMPO, cuyo propietario era la familia Santos Montejo. Familia de la cual hace parte el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos Calderón y el ex vicepresidente nacional, Francisco Santos.
Este periódico que presume de pensamiento liberal, democrático y respetuoso de los derechos de los trabajadores, pues no ha sido posible firmar una convención. Se ha cerrado herméticamente, de la mano del Ministerio de Trabajo, ha impedido la presencia de la organización digna de los trabajadores. Su democracia es de dientes para afuera. Se ha burlado de las peticiones de los trabajadores. Su democracia es de papel.
Durante la década de los 90s, en consecuencia, la acción de ASOPRENSA en esta rotativa fue prácticamente nula, no solo por la represión sino también por la presencia del sindicato “Sintratiempo”, sindicato que en las primeras de cambio fue combativo y clasista, pero después fue cooptado convirtiéndose prácticamente en un sindicato de bolsillo de los propietarios del periódico. Le hace la guerra a ASOPRENSA, a pesar que ambas pertenecen a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Las décadas de los 70s y los 80s fueron florecientes para ASOPRENSA, sobre todo en la paradisiaca costa Caribe. Allí, organizó a los trabajadores del diario EL CARIBE, en Barranquilla, periódico propiedad de los Name Terán. Pudo firmar las mejores convenciones colectivas. La desgracia vino cuando EL TIEMPO engulló a este medio de comunicación; en la negociación se estableció que no existiera ningún tipo de sindicato, en consecuencia, unos fueron pensionados, otros arreglados y los más nuevos despedidos. El capitalismo es siempre avasallador.
También ASOPRENSA tuvo organizado a los trabajadores de la editorial Colombia Nueva, empresa que editaba el semanario Voz Proletaria, semanario que posteriormente pasó a llamarse VOZ La verdad del pueblo. Contó con la solidaridad de la dirección del periódico y del Partido Comunista Colombiano. Allí, también suscribió convención colectiva. Al cerrarse la editorial, desaparece igualmente ASOPRENSA, los trabajadores tomaron distintos rumbos diferentes a la industria editorial. Hubo incluso inconformidad en algunos trabajadores al sentirse lesionados sus intereses en dirección de la pensión de jubilación.
A mediados de la década de los 90s, este sindicato tuvo un paso fugaz pero interesante por la revista CROMOS; los trabajadores allí dieron la pelea, algunos fueron reprimidos y otros despedidos.
Al finalizar la década de los 80s, ASOPRENSA, hizo parte de la Federación de Periodistas, llamada: FEDEPRENSA, compartiendo trabajo organizativo con el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), el Consejo Nacional de Periodistas (CNP), la Asociación Colombiana de Periodistas (ACP), Círculo Colombiano de Reporteros Gráficos (CRG), Reporteros Sindicalizados de Antioquia (RESIDA) y Sintratiempo.
De todas estas organizaciones, la única que ha sostenido la lucha con carácter clasista ha sido ASOPRENSA. A pesar de los duros golpes de la clase dominantes e incluso, de los mismos errores, se mantiene vigente. Las demás organizaciones sindicales, unas fueron cooptadas por los propietarios y otras desaparecieron.
Durante 2005 entra a fortalecer a ASOPRENSA un número considerable de periodistas del canal local de televisión CITY TV, propiedad de EL TIEMPO. Pero la arremetida violenta de esta rotativa despide a todos los periodistas, siembra el terror entre comunicadores y trabajadores para que no se sindicalicen.
La mejor época de ASOPRENSA, desde el punto de vista de la firma de convenciones colectivas y el mismo número de afiliados, se ubica durante las décadas de los 60s, 70s, 80s y 90s al aglutinar en su seno a cerca de 600 trabajadores de diferentes periódicos.
Pero la reforma laboral aprobada por el Congreso de la República, con ponencia del neo fascista Álvaro Uribe Vélez y la Apertura Económica que da inicio al Neoliberalismo en el gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, en 1990, el sindicalismo recibe mortal estocada. Se incrementa el terrorismo de Estado contra el sindicalismo colombiano y adicionalmente, las leyes, fueron desmantelando progresivamente el sindicalismo. La tenaza negra funcionó.
Durante los primeros 30 años de existencia, ASOPRENSA funcionó como una organización no confederada, hacía parte del denominado: “Sindicalismo independiente”. Esto facilitó la cometida de serios errores en su desarrollo y crecimiento. Incluso, de alguna manera, facilitó la tenaz persecución de que fue objeto por ser consecuente con los intereses de los trabajadores. Estuvo a punto de ser extinguida totalmente.
Tuvo un largo período de recesión. Pero un grupo de trabajadores de EL TIEMPO y adscritos a Sintratiempo, que decidieron retirarse de este sindicato, se sumaron a la lucha de ASOPRENSA, determinando claramente el carácter clasista y reasumiendo la lucha sindical con dignidad y decoro.
En 1994, un grupo de periodistas liderado por Álvaro Martínez, abre trabajo en la ciudad de Ibagué (Tolima), constituyéndose inicialmente un comité y posteriormente una subdirectiva o seccional. Por esta seccional han pasado muchos periodistas dejando de alguna manera su impronta, unos por ser consecuentes con sus intereses de clase y otros por oportunistas y corruptos.
Reforma estatutaria: Paso importante
ASOPRENSA ha sufrido metamorfosis o cambios importantes. Inicialmente, solo aglutinaba a los trabajadores de la prensa escrita e industria editorial, principalmente, periódicos y revistas.
Sin embargo, considerando el desarrollo tecnológico de los medios de comunicación que hicieron del planeta una simple aldea como lo dice Mc Luhan, entrado en vigencia la dictadura de la mercancía en la era neoliberal, los estatutos fueron sometidos a reformas con la finalidad de dar cabida a todos los trabajadores de los medios de comunicación. Es decir, aquí caben los trabajadores de la prensa escrita, de la radio, de la televisión, internet y de la industria editorial. Además, reporteros gráficos y los trabajadores relacionados con los medios de comunicación. Hay amplitud.
En 1995, en Medellín se arrancó con un trabajo en CARACOL, pero el periodista fue descubierto por sus dueños siendo despedido inmediatamente a pesar de que estaba a punto de jubilarse. En el 2012, se hizo el intento en Armenia (Quindío), pero el periodista encargado viajó a España, aplazándose el trabajo. Se hace un trabajo – igualmente – en Cali (Valle), pero las dificultades de dinero y personal idónea tienen la iniciativa congelada.
En septiembre de 2014, ASOPRENSA, presentó pliego de peticiones a EL TIEMPO. Se dieron las discusiones de ley sin acuerdo, el ofrecimiento fue de migajas, por lo que éste pasó a manos del Tribunal de Arbitramento convocado por el Ministerio de Trabajo, quien habrá de pronunciarse. El pronunciamiento se ha demorado, lo que demuestra el maridaje entre el Ministerio y los directivos de la rotativa.
Punto importante para destacar es la afiliación de ASOPRENSA a la Federación Sindical Mundial (FSM) en el año 2013, por cuanto su orientación clasista y su solidaridad, nos ha permitido desarrollar actividades constantes y conjuntas, como fue la presentación del pliego y su discusión. Eso resulta importante y valioso. Además, nos une más en el contexto internacional, por cuanto como dice Fidel Castro Ruz: “Hay que globalizar la solidaridad de clase”.
Palabras finales
Esta es la historia de la Asociación Nacional de Trabajadores de la Prensa (ASOPRENSA), contada a vuelo de mariposas amarillas como diría nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez, gracias a la oportuna información del actual presidente nacional, Carlos Rojas, quien sacó precioso tiempo del agite que implica vivir en Bogotá para contarnos el proceso evolutivo de este sindicato.
Como él mismo lo anota de una manera honrada, por cierto, muchos datos y episodios seguramente quedaron por fuera, de pronto por la brevedad del tiempo disponible, la mala pasada de la memoria o la falta de tener un archivo bien organizado y completo.
De todas maneras, la argumentación histórica propuesta aquí, nos da una idea clara de lo que es este sindicato que organiza a los periodistas y trabajadores de la prensa, en su más amplio significado y connotación.
¿Para qué organizarnos? Sería como la pregunta obvia y elemental. Son menos de 30 familias oligarcas las que manejan a Colombia y somos aproximadamente 47 millones de colombianos y colombianas. ¿Cómo es posible que menos de 30 familias manipulen tan fácilmente a casi 47 millones de seres humanos? La causa fundamental es la división del pueblo. Nos dividimos por todo: Por colores políticos, por religiones, por un simple partido de fútbol, por un reinado, etc. Mientras la oligarquía sí permanece unida, apalancada en los aparatos ideológicos y represivos.
Un pueblo dividido es débil, frágil, susceptible de ser llevado a cualquier acantilado sin la menor resistencia. Por eso, la oligarquía estimula la división, el personalismo, el individualismo. Porque en la medida que el pueblo permanezca así, será fácil dominarlo y explotarlo sin la menor resistencia.
La tarea de alienación la ejerce hoy principalmente los medios masivos de comunicación. No es una exageración decir que si antaño la religión era considerada el opio del pueblo, hoy sean los medios de comunicación.
El periodista juega papel fundamental o en el proceso de liberación o en el proceso de sumisión del pueblo colombiano. No hay términos medios, ni neutrales. Eso implica que el periodista debe tener formación política, ideológica y ética. Debe tener claro el mapa político. Conocer la historia y estar dispuesto a contribuir a transformar la realidad a favor del pueblo, es decir, de su clase social. Carlos Marx, decía: “No se trata únicamente de interpretar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo”. No se transforma solamente con palabras, se transforma con hechos, con acciones. Por lo tanto, la unidad es un imperativo, lo mismo la organización del periodismo tolimense y colombiano.
Hagamos de ASOPRENSA en el Tolima, un sindicato grande y consecuente con el desafío de la paz con justicia social, los diálogos con los movimientos insurgentes, la defensa de lo público y la defensa del medio ambiente. Coloquemos esta bella profesión al servicio del pueblo. ¡Cambiemos!. Es el gran desafío en el siglo XXI.
Ibagué, junio 14 de 2016
[i] MARX, Carlos y ENGELS, Federico. Manifiesto del Partido Comunista. Sexta edición. Cuadernos ¡Que despierte el leñador. Ediciones Tercer mundo. Página consultada 9.
[ii] Ibíd. Página consultada 15.
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