viernes, 24 de febrero de 2023

Brevísima historia de vida de un camarada


 Por Nelson Lombana Silva

Circula en Ibagué (Tolima) a partir de hoy el libro de nuestra autoría intitulado: “Alfredo Cárdenas Silva Reflexiones de mi vida”. Es un sencillo pero merecido homenaje a un comunista integral, sobreviviente del genocidio contra el Partido Comunista y la Unión Patriótica en Colombia.

Desde el ventanal de su modesta vivienda contempla la ciudad musical agobiada por las vicisitudes con indignación, pero a su vez, con esperanza en un mejor mañana, dependiendo del entusiasmo revolucionario y visionario que le imprima la juventud.

El relato contenido en este reportaje nos permite conocer una parte de la historia dolorosa del departamento sacudido por la violencia de estado, pero también la grandeza del pueblo para sobreponerse a la adversidad y salir adelante, ratificando en la práctica lo dicho por Gaitán, en cuanto a que el pueblo es superior a sus dirigentes.

Es un relato llano y directo de un camarada que se tuvo que comer las verdes y las maduras para sobrevivir, soportar el terrorismo de estado, el desplazamiento, la pobreza y todas las demás pestes inherentes del capitalismo. Es un verdadero héroe que ha vivido para contar parte de su propia historia y que nosotros en largas y extenuantes jornadas pudimos concretar en este libro de 108 páginas.

Seguramente, con más errores que aciertos, pudimos desentrañar en largas entrevistas el peregrinaje de este campesino humilde que por la violencia le tocó volverse citadino como nos toco a nosotros. No dio el brazo a torcer. Y en esa dinámica de lucha y resistencia encontró la doctrina comunista, el Partido Comunista. Es lo que más ama después de su mujer, sus hijos e hijas.  

La comercialización del texto la está haciendo él personalmente. Próximamente se fijará una fecha para hacer su lanzamiento oficial, posiblemente en la sede regional de esta organización política en Ibagué (Tolima), en donde se espera contar con la juventud, los amigos de la cultura, la literatura y, desde luego, la militancia comunista en el Tolima. Atreverse a contar su historia con sencillez y sin ningún tipo de exageración, no es fácil. El veterano camarada que está por los 87 años, se ha atrevido y de qué manera.

Un acápite del libro es el siguiente:


     “Así entré a militar en el Partido Comunista

“El país estaba sacudido por la violencia. Era la violencia del pueblo por los colores. Odios impuestos desde Bogotá por la clase dominante para que el pueblo se dividiera y se matara entre sí, mientras esa reducida clase se repartía sin remordimiento las ganancias”.

“El campo colombiano estaba convertido en campo de batalla, donde el pueblo conservador pobre estaba dispuesto a matarse con el pueblo liberal pobre. Liberalismo y Conservatismo, fue el gran invento de la oligarquía para dividirnos. Yo no entendía esa situación, pero sí comencé desde muy temprano a hacerme preguntas. Las denominadas guerrillas liberales (Chusma), lo mismo que los Chulavitas (Conservadores), se extendieron por los campos como una peste, generando muerte, terror, desplazamiento, miseria y carestía”.

“En la soledad del miedo, me preguntaba tímidamente y sin mucho conocimiento: “¿Por qué los pobres son los que se matan entre sí? ¿Por qué un rico nunca agrede a otro rico? Me decía: “Los pobres matándose en los campos y los ricos de ambos partidos, tomando whisky y festejando en las ciudades”.

“Eso me generaba muchas reflexiones. Un día comenté todas mis inquietudes con un amigo. Fue una conversa amplia. Mi amigo me escuchó con atención y al final de la charla, me dijo: “Esto hay que estudiarlo. Lo invito a mi casa para continuar con el diálogo”.

“En casa, al calor de un tinto, la plática siguió con intensidad. El amigo Carlos Pulido, me decía: “Las circunstancias del momento hay que mirarlas desde la concepción de las clases sociales. Ahí es donde está el problema. El pobre trabaja y produce riqueza, el rico aprovecha esa ganancia para hacerse más rico. Cuando el pobre reclama es tildado de revoltoso”.

“Esa forma clara y segura de expresarse mi amigo durante esta reunión, me impresionó y generó en mí una serie de inquietudes. Al otro día, por la mañana, mi amigo salió y cuando regresó llevaba en sus manos un libro. Me dijo: “Alfredo: Me acabo de encontrar este libro”.

“Era un libro pequeño. Mi compañero me lo pasó. Lo observé por lado y lado. Titulaba: “Qué es y por qué lucha el Partido Comunista”. Me produjo curiosidad. El título era bastante llamativo, sugestivo. Mi amigo al notar mi interés por el texto me dijo que me lo podía llevar para que lo leyera en casa con calma. Gustoso me lo llevé”.

“Ese librito, tan pequeño y sencillo, me dio luces. Me permitió comprender en primer lugar qué era el Partido Comunista. Era una versión distinta, diría contraria, a la que decían los medios de comunicación y la oligarquía. Era el Partido de los pobres, de los humildes, de los obreros”.

“Pero, lo más importante para mí en ese momento, fue comprender la misión del Partido Comunista. Saber por qué lucha, sus premisas fundamentales, su razón de ser. Eso me enamoró. Estudié el texto con cuidado y lo complementé con mi amigo, quien me explicó muchas más cosas en detalle”.

“Este hecho fue como la puerta de entrada. Comencé a hacer los contactos respectivos para solicitar la militancia. Mientras tanto, me informaba porque recibía documentos de estudio muy valiosos que retrataban muy bien la realidad del pueblo colombiano”.

“Pude entender el origen de la pobreza, de la violencia y las premisas básicas de lo que se debía hacer para salir de este triste laberinto. Hasta entonces pensaba que todos los males eran fruto de fuerzas sobrenaturales, la suerte y los errores personales”.

“Mi formación política, como he venido contando, tuvo sus dificultades. Mi padre era conservador y mi madre liberal. Mis hermanos mayores, me influenciaban constantemente para que fuera liberal hasta la tierra que pisara y el polvo que levantara, según decían. Ni uno ni el otro, sabía con exactitud el significado de los colores, era un fanatismo, un dogma que se incubaba con violencia en el pueblo pobre y analfabeta”.

“Mi juventud se presentó en plena violencia. Muertes por un lado y por el otro, campesinos liberales contra campesinos conservadores, despellejándose, mientras los jefes nacionales departían en Bogotá o en el extranjero en santa paz”.

“Arribó al Tolima la Policía Chulavita a expandir el terrorismo en las veredas y en los caminos, a matar liberales y a apoderarse de sus pocos bienes. Recuerdo que decían: “¿Usted qué es? Si sos cachiporro te soplo uno con el revólver”. Lo mostraban con arrogancia y sed de venganza”.

“Si encontraban una piedra o una rama en el camino, decían: “Eso lo dejaron los cachiporros para que nos cayéramos, hay que acabarlos, dejarlos botados en el camino”.

“En ese período tan aciago para el campesinado, me encontré con el libro: “Qué es y por qué lucha el Partido Comunista”, como ya indiqué. A partir de su lectura, la influencia comunista en mí fue grande, surgiendo el interés por investigar más sobre el particular. Era una llamita que iba creciendo con el transcurrir de los días”.

“Sin embargo, me invitaban a reuniones, pero yo no asistía, porque consideraba que eran reuniones de evangelistas y eso, realmente nunca me ha gustado. Nunca he estado de acuerdo con la religión, siempre he considerado que es un engaño, aprovechando la ignorancia del pueblo”.

“Los camaradas, con la paciencia de Job, me fueron colocando tareítas, las cuales cumplía con mucho interés, pues siempre me ha gustado ayudar, servir, hacer cosas por la comunidad. Más tarde, les puse más interés, por cuanto, muchas de ellas, tocaba hacerlas clandestinamente. Eso me llamaba más la atención”.

“Ya estando viviendo en Ibagué y trabajando con el departamento, los obreros me invitaron a una reunión, donde plantearon la necesidad de pertenecer a una organización, donde se podía aprender a conocer los Derechos de los trabajadores y a exigirlos”.

“Comprendiendo la importancia de estar unidos y organizados para la defensa de los Derechos, solicité militancia en el Partido Comunista. Era el Partido de la clase obrera, mi clase social. Comprendí que no tenía sentido militar en el liberalismo, ni en el conservatismo, porque estos partidos representaban los intereses de los ricos, los gamonales”.

“Fui aceptado. Rápidamente, organizamos un organismo celular en el barrio donde habitaba. Le coloqué todo el interés a estudiar el programa, los estatutos y la línea política del Partido Comunista. Todos los documentos políticos los devoraba con mucho interés. Había una dirección muy pendiente de la base que éramos nosotros. La comunicación era permanente, existía una orientación clara, precisa y oportuna. Lo más hermoso era la solidaridad, el compañerismo, el respeto y admiración mutua. Fue tal mi interés que fui destacado en muy poco tiempo a la secretaría regional de Organización”.

“Así fue mi ingreso al glorioso e invencible Partido Comunista. Fue un proceso emotivo donde los camaradas fueron pacientes y claros en su orientación, un Partido que debe continuar cada vez con más bríos y compromiso revolucionario, corrigiendo los errores, rechazando los oportunismos y teniendo siempre en claro, la crítica y la autocrítica. Una crítica y una autocrítica dialéctica, real y profunda, que realmente interprete la realidad concreta que estamos viviendo y siga siendo el Partido Comunista la brújula orientadora más clara, profunda y radical, conservando siempre el espíritu unitario y enarbolando la bandera de la paz, el internacionalismo proletario y la justicia social”…

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