jueves, 23 de febrero de 2023

¡Adiós a un amigo héroe del trabajo!

 

Danilo Arenas: Foto Internet

Por Nelson Lombana Silva

La comunidad del municipio de Anzoátegui (Tolima) está de duelo por la muerte del conocido comerciante Danilo Arenas; su deceso se produjo en Bogotá y sus despojos mortales fueron trasladados a su pueblo, para posteriormente ser trasladado este sábado a Ibagué, donde reposará en el cementerio La Milagrosa a partir de las dos de la tarde.



Danilo Arenas fue un avezado comerciante durante largas décadas al lado de su núcleo familiar y de un grupo de personas que lo acompañaron permanentemente en sus continuas actividades mercantiles.

Era un hombre trabajador y entusiasta, un verdadero héroe del trabajo. Desde el amanecer hasta el atardecer mantenía firme en su negocio ubicado en el corazón de Anzoátegui, al lado de la galería municipal.

Contaba con las más hermosas virtudes que puede tener un ser humano que vive preocupado y entregado a la comunidad. Algunas: Reciedumbre en el trabajo, constancia, sencillez, servicial y humano, demasiado humano, siempre estaba presto a la solidaridad, a colaborar y a compartir. Gozaba de un excelente humor. Siempre estaba en él una broma, una sonrisa, un chiste.

Acogía con fraternidad a todos por igual, compartía un pedazo de pan, una ayuda humanitaria, un servicio oportuno. No era hombre de escándalos, ni de envidias, ni de odios, ni fantasioso, ni petulante. Era un hombre de trabajo permanente.

Danilo Arenas, fue el primero en apoyar la revista bimestral Anzoátegui Hoy, con la cual me gradué como comunicador social con énfasis en comunicación comunitaria al lado de un grupo maravilloso que lo secundó y de qué manera.

Pero, no se contentó solamente con patrocinarla, sino que también se convirtió en un extraordinario vendedor en su negocio. Allí la distribuida con entusiasmo entre su numerosa clientela. Y, era tanto su entusiasmo que se la vendía a un mismo cliente el mismo número en varias veces. “Este es un artículo de primera necesidad como cualquier otro”, solía decir.

También apoyó decididamente la actividad deportiva entre la juventud, ante la ausencia de apoyo por parte de la administración municipal. Uniformaba equipos, balones, agua, compraba trofeos y en muchas veces acudía a la entonces cancha “Rafael Gacharná”, a animar a su equipo. Compartía amistad, comida y atenciones con las personas de la calle, siempre con una sonrisa amistosa y cordial.

La actividad que lideramos para recuperar la carretera Cruce de Palobayo – Anzoátegui, en una extensión de 34 kilómetros, con el apoyo de varios medios de comunicación del departamento, donde salieron cerca de mil campesinos de Anzoátegui y Alvarado, hombres y mujeres, Danilo Arenas, apoyó con entusiasmo la actividad y personalmente estuvo en la carretera llevando comida, gaseosa e instrumentos de trabajo para recuperar la principal vía de este municipio totalmente abandonada por los alcaldes municipales.

Compartía sus ganancias con los más humildes sin escatimar esfuerzos, siempre dibujando una sonrisa o haciendo una broma, o un chiste. Era una persona agradable, tratable y respetuosa.

Realmente, Danilo Arenas sin ser un erudito de la teoría de la solidaridad, fue un abnegado solidario, un constructor de paz. Durante el tiempo que oficié como corresponsal de una emisora del departamento, siempre tuvo su teléfono a disposición y con qué amabilidad.

Aunque la muerte no es una tragedia, ni tampoco un acabose total. Por el contrario, es un proceso biológico natural que nada tiene de sobrenatural, se siente dolor del fallecimiento de una persona buena, sencilla, trabajadora y emprendedora que tuvo valor para compartir sin mirar a quien y de una manera desinteresada. Bien dijo el comandante Fidel Castro Ruz: “Si la humanidad fuera más justa erigiría más monumentos a los héroes del trabajo que a los héroes de la guerra”.

Gracias mi hermano Danilo por todo lo que hizo por el pueblo, gracias por su sencillez y solidaridad, gracias por esa sonrisa siempre a flor de piel. Se marchó victorioso, seguramente puede decir con el poeta chileno Pablo Neruda: “Confieso que he vivido”. Descanse en paz. A su esposa y sus hijos e hijas, nuestro abrazo de solidaridad. Fuerza en este sorbo amargo, la vida continúa y el mejor monumento a su memoria será la conservación de la unidad familiar y el esfuerzo por continuar su obra. Compañero Danilo Arenas: ¡Hasta la victoria siempre, paso de vencedores!

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