domingo, 4 de julio de 2021

El problema no es de Constitución Nacional


 Por Nelson Lombana Silva

La Constitución Nacional de 1991, está cumpliendo treinta años de existencia. Fue una conquista democrática importante por cuanto se ponía fin a una de las constituciones más anacrónicas y antidemocráticas y se implementaba una con visos democráticos muy significativos para un país violento y descuadernado por una rancia y criminal burguesía de las más atrasadas de las que existen hoy en el continente y en el mundo.

Era una constitución que se suponía colocaba fin a la violencia contra el pueblo y se abría grandes alamedas hacia la paz con justicia social y la participación activa de las comunidades en el devenir histórico de Colombia. Fue el sueño dorado que mató sin remordimiento esta rancia y putrefacta burguesía liberal-conservadora.

En realidad, esta constitución no le permitió a esta sucia clase dominante su nacimiento. Al estilo rey Herodes fue asesinada en pañales, en la cuna. Solo se aprobó el esqueleto porque desde un principio se sometió a la más infame contrarreforma. Hoy, la Constitución de 1991, es una verdadera colcha de retazos, acomodada al modelo neoliberal y a la mafiosa y narcotraficante clase dirigente. Fue en realidad un sofisma de distracción solamente.

¿Se necesita entonces, una nueva constitución? Nuestra respuesta es negativa, porque se necesita es de su implementación tal como lo imaginó el constituyente original, suigéneris. Materializarla en la práctica. Lo que hay que hacer es cambiar la clase dominante, la clase política y estimular el surgimiento de una nueva limpia y pura, forjada en la entraña popular, sin vicios y con plena conciencia social y de clase.

El dicho, dice: “La mona, aunque se vista de seda, mona es”. Nada se conseguirá con tener una constitución garantista, si hay una clase política criminal y descompuesta como sucede en Colombia. Por eso, el desafío consiste en cambiar esta clase dominante por una que sepa a pueblo, sea respetuosa de la norma y esté dispuesta a cumplir lo pactado. La gran oportunidad se presenta en el 2022, para iniciar un largo cambio de verdad. Hay que cerrar filas de unidad para que esta mafiosa oligarquía no escamotee el sueño dorado de todos y todas.

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