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| Foto: Duma |
Por Nelson Lombana Silva
Finalmente este lunes fue proclamado presidente de la hermana república peruana el profesor de escuela rural, Pedro Castillo Terrones, después de 42 días de vigilia e incertidumbre por la acción malévola de Estados Unidos y la candidata derrotada de extrema derecha, Keiko Fujimori.
Esta elección constituye una esperanza sentida para el sufrido pueblo peruano y por supuesto, para todo el continente latinoamericano que lucha incansablemente por zafarse de las garras criminales del imperialismo norteamericano.
Uno de los primeros jefes de Estado en pronunciarse para destacar la proclamación de Pedro Castillo Terrones como presidente de Perú, fue el presidente Miguel Díaz-Canel, quien además oficia como secretario general del Partido Comunista de Cuba.
La comunidad internacional democrática habrá de brindar todo el apoyo al nuevo presidente peruano en un momento bastante complicado, polarizado y carcomido por la corrupción y los dineros calientes del narcotráfico. El presidente tendrá que cuidarse mucho en los desplazamientos aéreos y terrestres, como también mantener constantemente articulado con las masas populares, porque seguramente el uribismo peruano, el fujimorismo no dará fácilmente el brazo a torcer y acudirá a todo su poder demencial y criminal para no dejar gobernar al nuevo mandatario.
La ventaja fue exigua, pero suficiente para ganar con claridad y nitidez. Fue el 50.12 por ciento contra el 49.87 por ciento. Eso quiere decir que Castillo Terrones ganó con 8.836.000 votos y gobernará hasta el 2026.
Hay inmensa expectativa en los sectores democráticos y de izquierda de todo el mundo por lo que será el gobierno democrático y progresista del profesor Castillo. Una demostración inequívoca que los procesos siguen su curso y los pueblos tienen la razón. Desde las entrañas del pueblo colombiano le queremos desear mucha suerte al mandatario y desde luego, al pueblo peruano. Hay que robustecer la vigilancia revolucionaria, porque los golpistas y el fascismo acechan en este continente nuevamente y con fuerza.
Finalmente este lunes fue proclamado presidente de la hermana república peruana el profesor de escuela rural, Pedro Castillo Terrones, después de 42 días de vigilia e incertidumbre por la acción malévola de Estados Unidos y la candidata derrotada de extrema derecha, Keiko Fujimori.
Esta elección constituye una esperanza sentida para el sufrido pueblo peruano y por supuesto, para todo el continente latinoamericano que lucha incansablemente por zafarse de las garras criminales del imperialismo norteamericano.
Uno de los primeros jefes de Estado en pronunciarse para destacar la proclamación de Pedro Castillo Terrones como presidente de Perú, fue el presidente Miguel Díaz-Canel, quien además oficia como secretario general del Partido Comunista de Cuba.
La comunidad internacional democrática habrá de brindar todo el apoyo al nuevo presidente peruano en un momento bastante complicado, polarizado y carcomido por la corrupción y los dineros calientes del narcotráfico. El presidente tendrá que cuidarse mucho en los desplazamientos aéreos y terrestres, como también mantener constantemente articulado con las masas populares, porque seguramente el uribismo peruano, el fujimorismo no dará fácilmente el brazo a torcer y acudirá a todo su poder demencial y criminal para no dejar gobernar al nuevo mandatario.
La ventaja fue exigua, pero suficiente para ganar con claridad y nitidez. Fue el 50.12 por ciento contra el 49.87 por ciento. Eso quiere decir que Castillo Terrones ganó con 8.836.000 votos y gobernará hasta el 2026.
Hay inmensa expectativa en los sectores democráticos y de izquierda de todo el mundo por lo que será el gobierno democrático y progresista del profesor Castillo. Una demostración inequívoca que los procesos siguen su curso y los pueblos tienen la razón. Desde las entrañas del pueblo colombiano le queremos desear mucha suerte al mandatario y desde luego, al pueblo peruano. Hay que robustecer la vigilancia revolucionaria, porque los golpistas y el fascismo acechan en este continente nuevamente y con fuerza.
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