lunes, 13 de enero de 2014

La unidad no es un dogma, es una relación dinámica, dialéctica

Por Nelson Lombana Silva


“El palo no está para hacer cucharas” es un dicho popular que posiblemente cae bien en estos momentos de coyuntura donde el país se encuentra abocado a una serie de acontecimientos, algunos bastantes contradictorios y que exigen de la izquierda y los demócratas, posiciones claras y consecuentes. Podría decirse que no hay momento para las ambigüedades, sectarismos o vacilaciones.



De un lado, cada vez se coloca con más nitidez la criminalidad del régimen capitalista que lidera el presidente Santos y su combo. La creación de siete bases norteamericanas y la conducción de operaciones de la CIA directamente para asesinar comandantes de la guerrilla y a su vez, carta blanca para acabar con el medio ambiente y la soberanía nacional. Eso es supremamente grave.


De acuerdo a esa cruda realidad que denuncia el “Washington Post” prensa del imperialismo norteamericano y que ya había denunciado el comandante Fidel Castro, la verdad es que tenemos un ejército lacayo, puesto al servicio de las multinacionales y transnacionales. Es decir, que quien viene saboteando los diálogos de la Habana (Cuba) no es propiamente el “ministrico” de defensa Juan Carlos Pinzón, (Niñito mimado de Álvaro Uribe Vélez) sino directamente la CIA a través de sus operaciones encubiertas. 


Quiere decir también, que toda la andanada de corrupción, violencia, desempleo, etc, tiene necesariamente que ver con las decisiones políticas no trazadas por el gobierno nacional, sino por el fondo monetario internacional y en resumidas cuentas por los Estados Unidos. No es entonces una frase de cajón decir que el presidente Santos habla español pero piensa en inglés.


Mientras la soberanía nacional se desgrana como una mazorca de maíz, el movimiento insurgente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, FARC – EP y un amplio sector de izquierda y demócratas luchan denodadamente por el fin del conflicto social y armado que sacude al país hace más de 50 años. Es un esfuerzo titánico, de singular valor, que dependerá en grado sumo del papel que asuma la comunidad debidamente organizada y politizada. Ya lo dijo el comandante Timoleón: La llave de la paz no la tiene ni la guerrilla ni el gobierno de Santos, la tiene el pueblo.


Es bien claro que en la Habana (Cuba) no se está definiendo casa, carro y beca para la insurgencia, lo que se está definiendo es el destino de la patria, de los 47 millones de colombianos y colombianas, que transitan caminos y avenidas sin amor y sin esperanza. Resolver las causas del conflicto, aclimatar la democracia y la libertad para disentir sin el temor de ser asesinado como viene sucediendo a lo largo y ancho del país.


Así contado rápidamente, diríase a vuelo de mariposas amarillas para traer a colación el lenguaje macondiano de Gabriel García Márquez, hace un negocio muy flaco ciertos compañeros que se declaran de izquierda y unitarios a cerca de la dinámica misma de la unidad. Al parecer para ellos, la unidad es un dogma que tiene una sola cara y una sola fase totalmente aislada de la anterior.


Para los que pecan de buena fe en esa interpretación, bueno resulta decir a manera de tesis de que la unidad no es un dogma, es una relación dinámica, dialéctica. Eso quiere decir que no es estática, ni perfecta, por cuanto constantemente se va desarrollando. Es un proceso con avances y retrocesos, aciertos y desaciertos.


En reiteradas oportunidades hemos dicho que si solo hay un punto que una las distintas izquierdas que hay en Colombia, debemos todos prodigarnos a fondo, con decisión política, espíritu revolucionario y principio dialéctico. A nuestro modo de pensar es errático esperar que haya acuerdo en todo para entonces sí sentarnos a hablar de unidad. Repetimos: La unidad se construye en la praxis, en la acción y no simplemente teorizando.


No es gratuito el esfuerzo que viene haciendo el Partido Comunista en la construcción de un frente amplio por la paz y la democracia. Tenemos que ser consecuentes entre lo que se dice y se hace. Si decimos que en Colombia hay izquierdas, ¿Por qué no juntar las rebeldías con fundamento en los puntos que nos unen? Ante un régimen tan asesino que nadie lo puede negar. Sin embargo, algunos compañeros todavía pensando si es importante la unidad o no o quizás buscando falsos puritanismos y alianzas ideales. 


Algunos incluso, groseramente, se atrevieron a decir que el camarada Carlos Arturo Lozano Guillén, candidato al senado de la república, se había torcido con motivo de la Alianza Verde, un acuerdo claro que su suscribió en la dinámica de desentrabar el proceso unitario y cada vez hacerlo más real y amplio con opción de poder. Lo curioso es que algunos de ellos cuando se les invita a debatir sobre el tema, no asisten. Eso, ¿Qué es?


Con razón dijo el camarada Lozano Guillén el 11 de enero desde la ciudad de Ibagué que no se había torcido cuando Uribe y el entonces ministro de defensa Juan Manuel Santos querían meterlo a la cárcel con la historia de los computadores del comandante de la guerrilla Raúl Reyes y países como Francia, España y Suiza le ofrecieron asilo político y no se fue. Por el contrario, enfrentó con dignidad el chaparrón y se mantuvo con la solidaridad nacional e internacional. Quizás para algunos pocos eso no es suficiente.


Hacía muchos años que el Tolima no tenía un hijo tan ilustre en las sanas aspiraciones de llegar al senado de la república. Un hombre capaz, inteligente y decidido, pero sobre todo: Comunista, revolucionario. Lozano Guillén no se vende, ni entrega las banderas del pueblo por un simple plato de lentejas. Al lado de él, está la compañera Lily Ipuz Medina, candidata a la cámara de representantes 104 en el tarjetón. Una mujer sencilla, campesina, indígena pero comunista y revolucionaria también demostrado más en la práctica que en la teoría.


La propuesta es seguir debatiendo sobre la unidad pero en la acción, no sentados en oficinas esperando que el otro se equivoque para caerle con todo. La unidad no es imposición, no es estigmatización, la unidad es diálogo teórico – práctico, es fraternidad, solidaridad y praxis. No es un dogma, es una relación dinámica, dialéctica que todos los días se construye. Todos y todas tenemos la responsabilidad de contribuir en este proceso, solo así es posible enfrentar con éxito el ogro de mil cabezas que representa hoy el régimen capitalista con la mundialización y el neoliberalismo. 



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