martes, 4 de febrero de 2020

Guerra contra el pueblo colombiano

Duque, desde el Fuerte Militar de Tolemaida. Foto: Comando General
Por Nelson Lombana Silva

La política del presidente Iván Duque Márquez se puede sintetizar en guerra contra el pueblo colombiano. Del acuerdo de paz firmado en la Habana (Cuba), solo queda el esqueleto que se va pulverizando rápidamente. El caballito de batalla que ha utilizado la criminal burguesía y ha sobredimensionado el narcotraficante número 82, según la CIA, Álvaro Uribe Vélez, sigue reinando en Colombia. El pueblo sigue muriendo bajo las balas del estado y el paraestado, la cruda violencia estatal sigue su curso común y silvestre.



Conversando con el camarada Jaime Guaraca, segundo al mando después del legendario y eterno comandante, Manuel Marulanda Vélez de las FARC – EP, durante un largo período, sobre dicho acuerdo, dijo dos cosas que vale la pena recordar en estos momentos de dura contradicción e incertidumbre: Es una amnistía más de las muchas que ha tenido ocurrencia en Colombia durante esta larga, dura y dolorosa lucha y dos, una conjetura que vale la pena analizar con serenidad y sin perder los estribos. A la pregunta: Conociendo usted tan bien al comandante Marulanda Vélez, si hubiera estado con vida, ¿habría firmado este acuerdo de paz? El comandante Jaime Guaraca, contesta sin rodeos: “No lo hubiera firmado”. Recordemos – dijo – que él venía hablando de temas claves como las bases norteamericanas y el modelo económico, entre otros temas nodales. Es más: Afirmaba que la única garantía de que el gobierno cumpliera era con la tenencia de los “fierros”. Nadie podía ser tan ingenuo para no pensar que el fin de la burguesía era desarmar la guerrilla. Ese era el objetivo central.

El tramposo ni con documento escrito, ni con testigos honorables de por medio, ni con juramentos sobre las páginas de la biblia, está dispuesto a cumplir. ¿Quién no sabía y sabe que la burguesía colombiana es tramposa, cruel y criminal? ¿Quién no sabía que el entonces presidente Juan Manuel Santos Calderón era un consagrado jugador de póker? ¿Quién no sabe que Álvaro Uribe Vélez es mafioso y que su arma de supervivencia es la guerra?

Tampoco se tuvo en cuenta experiencias anteriores. Los mismos libretos que hoy están utilizando contra los desmovilizados, ha utilizado el gobierno de turno en las distintas amnistías que se han presentado en Colombia. Una vez la persona está desarmada e indefensa se asesina a sangre fría y se justifica con cualquier montaje.

¿Por qué esta infeliz práctica? Porque la guerra es un negocio para la clase dominante, a través de ella se sostiene en el poder e impide que la clase popular le dispute el poder dominante. Su discurso es anacrónico, distante de la verdad, nada coincide con la realidad dramática que se abre paso en el territorio nacional.

Era previsible que la burguesía no asimilara por las buenas y fácilmente la guerrilla sin armas en el parlamento. Era un paso gigante que significaba estar frente a frente desenmascarando tanta mentira histórica de la clase gobernante en tanto tiempo de gobierno ilegítimo e ilegal.

La campaña infame porque la guerrilla se rearme tiene por finalidad de que el pueblo se siga matando entre sí, mientras la gran burguesía sigue negociando los bienes del país en el parlamento. Soldados, paramilitares y guerrillas enganchados en un enfrentamiento a muerte, mientras la gran oligarquía pelecha a las anchas.

Esto demuestra que si la guerrilla se ve precisada a tomar nuevamente las armas, no es por gusto, ni por no poderse adaptar a la nueva realidad política y revolucionaria que implica la lucha política prescindiendo del tableteo de las ametralladoras, ocurre porque el establecimiento de manera criminal y salvaje la empuja, la obliga, a tomar semejante camino espinoso de la lucha armada. Implica retroceder. Volver a la caverna. Naturalmente, en un nuevo y distinto escenario, pero con el mismo doloroso método de la guerra armada.

¿Quién podría detener semejante doloroso retroceso? El directamente afectado: El pueblo. ¿Será fácil asumir una postura de esta naturaleza? Definitivamente no. Las razones son muchas: Un pueblo atemorizado, alienado, analfabeto e incomunicado, le será bastante complejo salir de esa cruda realidad para libre y soberanamente asumir una postura consecuente con su propia clase social. Recordemos: El referendo por la paz fue obligado a votarlo en contra de la paz y a favor de la guerra. Un pueblo libre, educado, formado políticamente, no hace eso.

Iván Duque Márquez, el subpresidente como es llamado, prácticamente, por la comunidad internacional, orienta la guerra, por orden expresa del verdadero presidente Álvaro Uribe Vélez y este, a su vez, por los dictámenes de los Estados Unidos. Así las cosas, mientras exista esta clase gobernante, el país vivirá inmerso en la cruda violencia.

La única esperanza de paz reside en el pueblo organizado y politizado, unido y organizado con vocación de poder. En esa dinámica hay que persistir e insistir. El paro nacional programado para el 25 de marzo debe tener esa connotación, acumular fuerzas y voluntades para imponer la paz con justicia social en Colombia. Toda forma de lucha del pueblo resulta válida para derrotar esta rancia y criminal oligarquía colombiana. Hay que respetar los espacios y no confundirlos. Cada loro en su estaca, dice el adagio popular. El discurso de la guerra se combate con el discurso de la paz. No hay duda.

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