lunes, 17 de febrero de 2020

Arde la frontera colombo – venezolana

Por Nelson Lombana Silva

Arde la frontera colombo – venezolana, todo porque el presidente colombiano, hincado de rodillas al gran imperio de Estados Unidos, no ha dudado en colocar a su disposición la región y el territorio colombiano en su totalidad, al servicio de los burdos intereses imperialistas del denominado coloso del norte.


Lo que debería ser una zona tranquila de mutua ayuda y solidaridad entre las dos naciones hermanas y bolivarianas para mantener mancomunadamente la convivencia y el respeto mutuo a la libre autodeterminación de los pueblos, gracias a postura sumisa del presidente Iván Duque Márquez, la frontera es hoy por hoy un infierno, un verdadero laboratorio de guerra, violencia y conspiración directamente contra la patria de nuestro Libertador común, Simón Bolívar.

Duque y el almirante Kurt Tidd.- Foto: internet
La CIA y demás miembros de seguridad de Estados Unidos hacen presencia en la zona, lo mismo que el militarismo, el paramilitarismo y la delincuencia común. Adicionalmente, fuerte presencia de subversivos. Es el llano en llamas, como diría Juan Rulfo. El heroico pueblo que vive en la frontera se come las verdes y las maduras para sobrevivir en el polvorín por un lado y por el otro, la pobreza galopante, la ausencia de gobierno. Algunas cifras nos colocan en contexto: Solo en siete años, 4.911 asesinatos; 71.561 secuestrados, 203 menores reclutados al parecer para engrosar las filas del paramilitarismo. No es un secreto que hace rato viene la CIA y el gobierno colombiano entrenando paramilitarismo para agredir a la hermana República Bolivariana de Venezuela. Recordemos que el año pasado el forajido autoproclamado presidente venezolano Juan Guaidó, cruzó la frontera a hurtadillas como cualquier delincuente de la peor calaña, siendo escoltado por el grupo paramilitar “Los Rastrojos”, con la anuencia del mandatario colombiano.


Mientras esto sucede en el lado colombiano, en el lado venezolano hay todo un despliegue cívico – militar intentando detener el ingreso de criminales a sueldo en su territorio con la única misión de hacer fracasar el proceso revolucionario que se viene desarrollando en esta nación. Colombia lidera una guerra que no es suya. Una violenta postura contra un país hermanos que el único mal que nos ha hecho es ayudar a aclimatar la paz en el país y en el continente. Así paga el diablo quien bien le sirve, dice el adagio popular.

En esa demencial y continua provocación contra este país sudamericano, los medios masivos de comunicación han jugado papel preponderante a  favor del imperialismo. Su incomunicación descomunal hace que grandes contingentes del pueblo colombiano no tengan ni la menor idea de lo que está sucediendo, ni la postura de los gringos y del gobierno colombiano. Predomina la incomunicación, verdades a medias e incomunicación. Entonces muchos colombianos y colombianas, totalmente alienados, repiten maquinalmente el discurso de la clase dominante: Maduro es el malo y Duque el bueno, cuando realidad la verdad, verdad, es al revés. Es la desigual batalla de las ideas, que la burguesía a través de sus medios masivos de comunicación, repite maquinalmente hasta que el pueblo alienado, atemorizado, analfabeta y sin ética, termina aceptándolo como un dogma.

La solidaridad con los campesinos y campesinas, honestos y honestas, ubicados en la zona fronteriza entre estos dos países hermanos, debe sentirse en todos los confines del mundo. De igual manera, el hermano pueblo bolivariano venezolano. La comunidad internacional debe pronunciarse rápidamente, pero también los pueblos del mundo que luchan contra el imperialismo norteamericano. Hay que hacer causa común para rechazar toda manifestación de agresión contra esta nación. No podemos cruzarnos de brazos y esperar la presunta invasión militar como lo tiene definido la Casa Blanca.

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