viernes, 14 de febrero de 2020

Cien años de la gran huelga femenina en Colombia

Por: Nelson Lombana Silva

El crudo machismo, característica propia del capitalismo, ha impedido dimensionar la lucha de la mujer en la dinámica de la reivindicación y el cambio de  régimen. Sus heroicas gestas permanecen en el frío sótano del anonimato y del olvido. Solo se hace énfasis en torno tangencial de referencia, pero no con la profundidad que debería mirársele a través de la historia.


Causa escozor, miedo o vergüenza reconocer el talante formidable de la mujer en toda la historia de la humanidad. Se le minimiza, se subvalora y se le resta importancia a su labor cotidiana y su decisión para luchar denodadamente por su bienestar y el de sus congéneres de género masculino.

El poco espacio que se ha venido ganando en la sociedad, lo ha conquistado a puro pulso, con lágrimas, dolor y exagerado heroísmo. Nadie le ha regalado gratis un ápice. Por el contrario. Hay quienes proponen o sugieren que el enemigo común no es régimen capitalista sino el género femenino. Con su mentalidad senil y nostálgica consideran que la supremacía debe seguir imperando a rajatabla y sin contemplación alguna. El capitalismo, sigue siendo el sistema más inhumano que hay sobre la faz de la tierra. Sigue pensando que la mujer está súper cargada de deberes y limitada de derechos.

Clara López Obregón, recuerda la gesta de las trabajadoras hace cien años en el departamento de Antioquia. Una gesta sindical en la que brilló la sindicalista Betsabé Espinal con solo 23 años de edad. Organizó y encabezó la protesta exigiendo reformas laborales más dignas y humanas. Eso fue el 12 de febrero de 1920, participando 400 trabajadoras de la Compañía Colombiana de Tejidos de Bello (hoy fabricato), pasando a la historia como la primera huelga declarada como tal en Colombia.

Algunos puntos reivindicativos aún no pierden vigencia en pleno siglo XXI. Es decir, todavía se sigue luchando para que se cumplan. El acoso sexual, por ejemplo, el aumento salarial, jornadas menores de diez horas y el derecho a usar zapatos. Parece risible que hace cien años las mujeres colombianas estaban luchando por el derecho a usar calzado. Éste era exclusividad del hombre. Los demás puntos siguen a la orden del día: El acoso sexual continúa, el pésimo salario sí que cierto y las extenuantes jornadas ahora con la maquila y demás inventos criminales del patrón para explotar más y más a la mujer.

Betsabé Espinal fue brutalmente agredida y despedida. Se le castigó con sevicia el coraje de protestar contra la ignominia del sistema explotador. Quiso éste borrarla de la faz de la tierra en cuerpo y alma, que no quedara rastro de su valentía y coraje. Antepuso todo su poder, pero no pudo. Su ejemplo sigue brillando sin mancha en el amplio firmamento de Colombia. Su odisea se convierte en un estandarte, en punto de referencia de las presentes y futuras mujeres que libran y librarán heroicas luchas, codo a codo con el hombre, en la segunda y definitiva independencia. A esta gran mujer y a las 399 restantes, ¡Honor y Gloria, 100 años después de su maravillosa gesta!

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