jueves, 26 de diciembre de 2019

“Yo hago arte para cambiar el mundo desde lo que puedo”

Por Nelson Lombana Silva

“Yo hago el arte para cambiar el mundo, desde lo que yo puedo, y lo que yo puedo es contar historias”, afirma el consagrado titiritero Leonardo Jiménez Quintero, de paso por la biblioteca Cañón del Combeima, ubicada en el corregimiento 8 de Villa Restrepo, municipio de Ibagué (Tolima).


Según el artista este bello arte cultural expresa de alguna manera la crítica al poder avasallante. Entre el juego está la crítica impresa y la esencia del títere. La atención por parte del Estado a esta expresión cultural, como las demás, es muy poca.

Señala: “Nosotros en general sufrimos una desatención por parte del estado colombiano. Muchas veces se ve la cultura, la educación, como las partes menos importantes que las carreteras, por ejemplo”.

Concluye con énfasis: “Creo que al igual que yo, muchos otros compañeros artistas, la vemos en ocasiones difícil para la subsistencia”.

En Colombia la cultura se sostiene básicamente en esfuerzos quijotescos de cultores como Leonardo Jiménez Quintero, quien enamorado del títere no se da por vencido. Sorteando múltiples obstáculos, no solo ha ido a Argentina a estudiar su arte, sino también a Europa en dos oportunidades. En cada gira hay un cúmulo de experiencias que aprovecha para desarrollar en la ciudad de Ibagué (Tolima), diversos proyectos relacionados con los títeres.

La página web: www.pacocol.org aprovechó su presencia en la biblioteca del Cañón del Combeima para entrevistarlo. La entrevista es la siguiente:

-         ¿Cómo define usted su actividad cultural y artística?

Yo empecé haciendo teatro en la universidad del Tolima. Inicialmente, me vinculé al grupo de teatro de la universidad como escenógrafo, como constructor de escenografías para las obras de teatro. Posteriormente, tuve la oportunidad de conocer a unos maestros titiriteros de Colombia: Iván Cesar Álvarez, de la compañía La Dorada. Vi una obra de ellos y me gustó mucho. Luego empezamos a hacer talleres, pues tuvimos la posibilidad de traer a esos maestros para que nos dieran capacitación en Ibagué. Eso fue el año 2003. Así comenzó este proceso.

-         ¿Cómo se puede definir la cultura titiritera?

La cultura del títere es una cultura ancestral. Dice Javier Villafañe, titiritero argentino muy importante en la historia del títere en América Latina, que el títere nació cuando el hombre agachó su cabeza y vio su sombra reflejada en el piso. Ese fue el primer títere.

Decir de dónde viene el títere es como perderse en la historia y en el tiempo, porque los seres humanos siempre desde que tenemos conciencia, hemos jugado con objetos, con el reflejo, con la sombra y el títere nace como ritual antropológico con ancestralidad.

Títere es importante en ese sentido. Hace parte de la producción cultural humana, como lo es la pintura, la escultura y mucho más interesante en el hecho de que para hacer teatro de títeres se necesita saber escultura, saber pintura, saber teatro. Es un arte muy amplio, muy complejo, pero a su vez, muy sencillo, que no está dirigido solamente a los niños como ahora se piensa, pero durante muchas épocas en el pasado, principalmente en la edad media, el títere iba dirigido a toda la población, porque era popular, porque el títere estaba siempre en contra del poder, reflejando las historias de los oprimidos. Por eso hay personajes tan importantes como Monsieur  Fignon, obrero francés, títere que representa a los obreros franceses. En Colombia tenemos nuestro títere más antiguo que es Manuelucho Sepúlveda Vinazco nacido en el eje cafetero, en Manizales; tiene más de cien años de existencia.

El mundo de los títeres, es un mundo que está asociado con el juego, con la expresión, con el ritual. Es muy complejo y muy amplio.

-         Usted tuvo la oportunidad de ir a Argentina a profundizar sus conocimientos sobre el títere. ¿Cómo fue la experiencia?

Después de haberme graduado en la universidad del Tolima, un año después tuve la oportunidad de enterarme de las convocatorias que hay en Argentina para estudiar títeres. Me comuniqué con distintas escuelas de teatro que hay allá. Tuve la oportunidad de presentar un examen para aplicar a una de estas escuelas.

La experiencia fue fuerte porque tuve que dejar en Colombia mi realidad social, mi cultura local, ibaguereña y volverme migrante, ir a Argentina, radicarme un tiempo para poder hacer la escuela. No fue fácil, siempre uno está limitado en el esfuerzo de salir a hallar los medios de formación.

El proceso formativo fue muy importante porque esta escuela, es una escuela tradicional, digámoslo así, es referente en América Latina y quizás el primer referente en la misma Argentina. Allí, hay varias escuelas de teatro de títeres. Incluso, algunas están vinculadas a universidades como la escuela de títeres de la universidad de San Martín.

Yo estudié en un teatro. La formación la recibí por maestros vinculados a la parte escénica de la parte musical, la parte plástica, a la parte dramática dedicada al teatro de títeres en esta ciudad.

La escuela de teatro de la universidad San Martín también trabaja junto a un elenco de titiriteros que son pagados por el ministerio de la cultura de la ciudad de Buenos Aires. Es muy reconocido e importante en el ámbito argentino y en América Latina es un referente. Buenos Aires es como decirlo poéticamente: La meca del teatro de títeres en América del Sur.

-         Hace poco estuvo de gira por Europa. ¿Qué países visitó y cuál es la experiencia adquirida?

Fue una experiencia muy enriquecedora. Es la segunda vez que viajo a Europa. El año pasado tuve la oportunidad de estar en Francia y en España, gracias a los contactos que tengo con amigos. Así pude participar en las convocatorias de unos festivales el año pasado. Este año volví a repetir. Tuvo la oportunidad de estar en el festival mundial de La Marioneta, que es el festival de teatro de títeres más grande y más importante del mundo. Se celebra cada dos años, en el este de Francia, cerca de la frontera con Bélgica.

Este festival dura dos semanas. Recibe compañías de todo el mundo: Grupos, solistas. Hay programación oficial, no oficial, programación en la calle, en teatros, en bibliotecas, en algo que ellos llaman Mediatez, son como bibliotecas donde hay diferentes recursos técnicos, no solamente libros, sino también películas, audios.

Tuve la oportunidad de estar programado en el festival, conocer, compartir y aprender muchísimo del arte de los títeres que tienen muchas expresiones en cada lugar del mundo. Hay técnicas tan diferentes y formas estéticas tan diferentes como cada persona que la hace. Fue un crecimiento personal bien importante.

Esta vez tuve la oportunidad de visitar Polonia. Allí, pude conocer una escuela de teatro de títeres que es de la universidad de la populosa ciudad, la cual era dirigida Henry, quizás el teórico más importante en el teatro de Marionetas y de títeres contemporáneos, que desafortunadamente falleció el año pasado. Es una escuela universitaria, una escuela de cinco años, donde tiene dos énfasis, uno es el de actuación y el otro de dirección escénica. Conocimos esta escuela por intermedio de una organización internacional a la que estoy afiliado que se llama: La Unión Internacional de La Marioneta. Gracias a estos contactos pude asistir a conocer estas experiencias. En la ciudad de Varsovia tuve la oportunidad de conocer el teatro de títeres más antiguo de Polonia, creado por allá en la década del 20 y recibe todo el legado de la influencia soviética. Son teatros que están muy bien diseñados, con tres cuatro salas de teatro, con veinte, treinta titiriteros contratados por el Estado, haciendo funciones de títeres, talleres, seminarios y simposios para la comunidad en general del país. Es un proceso bien enriquecedor y de mucho aprendizaje.

-         Usted hace parte de un grupo de teatro titiritero. ¿Cómo nació y cuál ha sido su desarrollo?

La historia es un poquito larga. Cuando inicié en la universidad junto a otros compañeros creamos un colectivo estudiantil de teatro de títeres que se llamaba: “Titirituerca”, en el 2003. Con este trabajamos varios montajes de mediano formato, queriendo un poco como profesionalizar el teatro de títeres y cambiar un poco la mirada que se ha tenido de teatros de títeres que solamente detrás de un telón y con muñequitos pequeñitos y para niños.

Comenzamos a explorar técnicas, a investigar, a formarnos con maestros colombianos. Tiempo después, este proyecto se disuelve y cada uno comienza a formar su propio grupo. Yo, inicialmente trabajo con otro compañero un proyecto que se llama: “Agua a lo títere”, que existe todavía y a vuelo títere, es una experiencia bien bonita porque nos permite cada vez trabajar más directamente con las comunidades haciendo talleres y presentaciones en barrios de la ciudad de Ibagué.

Posteriormente, viajo a Argentina y en la escuela de títeres tengo una clase de antropología teatral, que la dictó un maestro que falleció este año, el maestro Ricardo Santillano Gámez, antropólogo que ha escrito bastante sobre las fiestas, sobre los carnavales, sobre el teatro. Con él comenzamos a desarrollar su seminario. Así me surge la idea de crear un grupo, una compañía propia, que se base en la antropología teatral que se inspira principalmente en temas mitológicos, cosmogónicos, en el chamanismo, en el ritual. Es un teatro que explora y aborda de una u otra manera estéticamente estas temáticas. Así ensamblo una obra hecha aquí en Colombia con otros compañeros y así nace el grupo allá en Argentina.

Es un grupo independiente de teatro de títeres llamado: “Compañía Mohán Machín”, teatro de figuras animadas y estamos asociados a una organización no gubernamental llamada: “Unión Internacional de La Marioneta Colombia”. En la actualidad estamos liderando un proceso para trabajar con esta en procesos de formación y de difusión del teatro de títeres en el país.

Al regresar a   Colombia, yo estaba trabajando solo, pero me encuentro con unos compañeros y ex compañeros y empezamos a trabajar con unos semilleros de teatro en la universidad del Tolima, empezamos a reencontrarnos y ahora la compañía sigue trabajando. Ya llevamos nueve años, vamos para diez años de proceso. Entra y sale gente, porque así es el modelo de compañía, no de grupo.

-         El arte en Colombia genera muchas satisfacciones, pero pocos réditos económicos. ¿Cómo hace usted para financiar todos estos proyectos?

La verdad no ha sido fácil. Creo que al igual que yo, muchos otros compañeros artistas la vemos en ocasiones difícil para la subsistencia. Sin embargo, en mí hay un ideario es que yo hago el arte para cambiar el mundo desde lo que yo puedo. Y lo que yo puedo es contar historias, historias que se basan en muchos aspectos, en muchas cosas. Historias que salen de libros, historias que salen de mi cabeza, historias que salen de tradiciones orales ancestrales.

Nosotros en general sufrimos una desatención por parte del Estado Colombiano, aunque hay convocatorias y procedimientos, hay recursos del Estado en Cultura. Buscar estos recursos y gestionarlos nunca es fácil. Muchas veces se ve la cultura, la educación, como las partes menos importantes que las carreteras, por ejemplo. Pelear estos recursos y gestionarlos implica un trabajo arduo de organización, no solo desde una persona, sino también a nivel gremial. Ahí estamos en esa lucha.

Yo trabajo mucho con la presentación de proyectos a organizaciones, estamentos e instituciones, como universidades, alcaldías, ONGs, etc. Ahora con el proyecto: “El Oso de los anteojos”, una obra que se llama Jucurul, que habla sobre la preservación del oso de anteojos, estamos buscando gestionar a través de CORTOLIMA, Parques Nacionales, Alcaldía de Ibagué, para poder llevar este espectáculo a las zonas de amortiguación del Parque Natural Los Nevados en el Tolima y en el  municipio de Ibagué.

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