miércoles, 11 de marzo de 2015

Moralistas de pacotilla escandalizados de dientes para afuera

 El curita Omar Contreras .- Foto Tele Amiga
Por Nelson Lombana Silva

Los moralistas de pacotilla del siglo XXI se encuentran escandalizados porque un show de streeptees masculino fue presentado en el parque principal del municipio de Anzoátegui (Tolima) durante la celebración del día internacional de la mujer. De dientes para afuera se santiguan y se dan golpes de pecho.



El curita Omar Contreras, en defensa de su negocio, se va lanza en ristre contra el alcalde Alfredo Antonio García y dice como en el siglo de la “santa inquisición” que todo es obra del diablo (el único que dios no ha podido derrotar), se lamenta y vuelve y se lamenta cogiendo como caballito de batalla  la supuesta apología la moral de los niños.


Qué hipócrita. Cómo explota el analfabetismo, la credulidad y la ingenuidad del pueblo subyugado por la alienante y embrutecedora religión católica. Este curita tumbó al parecer a más de uno con el cuento que iba a refacturar el cementerio cobrándole a cada doliente una suma escandalosa de dinero por desenterrar los cuerpos y llevarlos al templo de regreso para depositarlos en osarios. Tiempo después, el cementerio sigue abandonado.


Los niños se encuentran abandonados, a merced de una religión que atonta, el alcoholismo, la prostitución y la drogadicción. Ante eso el señor cura párroco guarda silencio, absoluta indiferencia.


Por supuesto que no estamos respaldando el show escandaloso por cuanto poco tiene de arte y en cambio sí mucho de necesidad económica, mucha comercialización del cuerpo humano en un sistema miserable que el curita defiende y protege con patas y manos. Es la doble moral.


Los medios de comunicación expertos en transmitir banalidades, aprovecharon para hacer su agosto y llenar sus pobres noticieros de estupideces, distantes de lo fundamental como son la problemática social, económica, política, cultural, ambiental e ideológica de una comunidad que navega en el subdesarrollo, la violencia y la incertidumbre. El sábado 7 de marzo por la noche fue asesinado un joven de 17 años de edad en el perímetro urbano de este municipio ubicado al norte del departamento de Tolima. De eso no se ocuparon los medios de comunicación, de eso no se ocupó el curita Omar Contreras. Un drama que solo lloró su familia.


Qué tal que el cura aquí citado fuera a playas nudistas o los que hoy hipócritamente se rasgan sus vestiduras. ¿Todo aquello también será obra de satanás, padre Omar Contreras? Con toda la honradez del mundo, la humildad de campesino honesto, el burgomaestre se apresuró a pedir perdón, pues aquello no estaba en sus planes y según se dice era la “ñapa”  que se le ocurrió a la empresaria que hizo los preparativos para la celebración del día internacional de la mujer y que costó la no despreciable suma de $14 millones de pesos. Este alcalde pasará a la historia como el alcalde fiestero. En eso no hay quien le gane.


Lo curioso es que esto será tomado como el “florero de Llorente” por los politiqueros de oficio. Ese será seguramente el caballito de batalla ante la ausencia de ideas, planes y proyectos reales durante la campaña electoral que está en marcha con muchos candidatos y pocas propuestas serias y coherentes. Harán gárgaras hablando de moralidad y religiosidad, defensa de los niños. Serán palabras que el viento se llevará como ha ocurrido secularmente en esta comarca de 17 mil habitantes.


La moral religiosa es dañina. Involuciona. ¿Quién dijo que el cuerpo humano tiene partes pecaminosas? ¿Quién dijo semejante majadería? Los mismos que en nombre de dios roban, asesinan, engañan, prostituyen, mienten, desprecian a la mujer, defienden la explotación y la clase oligárquica. No hay otros.


Lo contrario de la moral religiosa es la moral revolucionaria. Esta, es la búsqueda de la dignidad humana. Es la lucha por erradicar la explotación del hombre por el hombre y la desgracia que un cuerpo humano por necesidad tenga que prostituirse para conseguir algo para él y su familia. La moral revolucionaria se empecina en buscar las causas que llevan a esos jóvenes a comercializar su cuerpo y no criticarlos hipócritamente como suele hacer las religiones. Esa mojigatería de la buena hay que erradicar. La moral revolucionaria lucha por la justicia social, por la educación, la salud, la vivienda, por el conocimiento científico. La moral revolucionaria no conmemora el día internacional de la mujer con eventos comerciales y banales, conmemora la efeméride con movilización, conocimiento científico y con alegría de que otro país sí es posible si nos unimos todos y todas.


La realidad es dolorosa e inexorable. Por las calles estrechas de este municipio cordillerano deambulan libremente solamente: Licor, Religión y Politiquería. Así es muy difícil construir una sociedad humana, crítica y pensante. Por el contrario, está condenada a otros cien años de soledad, porque el Valium es demasiado fuerte. 



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