jueves, 25 de septiembre de 2014

Santos y Uribe son caras de una misma moneda


Santos y Uribe son caras de una misma moneda.-Foto: Archivo Semana
Por Nelson Lombana Silva

La intensa y costosa campaña mediática repite maquinalmente multitud de mentiras hasta convertirlas en “verdades” que terminan desinformando y alienando a la débil opinión pública y al conglomerado colombiano en su conjunto.



Una de esas mentiras es hacer creer que Santos es la antítesis de Uribe. Es decir, el primero es el hombre de la paz y el segundo el hombre de la guerra.


No es cierto. Santos es tan criminal como el señor Uribe, tal como quedó clarito en el debate recientemente desarrollado por el senador Iván Cepeda Castro contra el paramilitarismo y el hoy senador Álvaro Uribe Vélez, con casi toda su familia a bordo. 


Sería ingenuo pensar que la paz con la cual sueña el presidente Santos es la misma con la cual sueña el pueblo colombiano. No hay ni punto de comparación. Solo un detalle. Mientras el fin del gobierno es desarmar la guerrilla, el fin del pueblo colombiano es que la paz sea producto de cambios estructurales. Es decir, paz con justicia social.


La criminalidad del presidente Santos está a la vista. El editorial del semanario VOZ La verdad del pueblo que está en circulación,[i] presenta unas cifras sencillamente escalofriantes, cifras que no se pueden pasar de soslayo u olímpicamente.


Se deben someter a un análisis serio que nos permita determinar con claridad cuál es realmente la voluntad de paz que tanto afirma el jefe de Estado con tanta alharaca en foros nacionales e internacionales  y en los medios de comunicación adictos al régimen capitalista.


El editorial, escrito en esta oportunidad por el camarada (amigo) Luis Jairo Ramírez H, una de las personas más versadas en temas de derechos humanos en Colombia, es contundente y valiente al desenmascarar con cifras el discurso ambiguo del presidente Santos. Incluso, más que ambiguo, contradictorio, porque una cosa dice y otra bien distinta hace.


Dice el editorialista en un acápite: “A pesar del discurso de Santos de que en Colombia por fin reina el paraíso de los derechos humanos, en los primeros seis meses del 2014 han sido asesinados treinta defensores de Derechos Humanos. Del 2009 al 2014 han sido asesinados 290. En los últimos tres años algo más de cien reclamantes de tierras ilusionados en la restitución, fueron asesinados; hay 9.500 presos políticos  hacinados en cárceles del país. La instigación del Mindefensa Pinzón contra la Marcha Patriótica ha dejado sesenta de sus miembros asesinados en diversas regiones del país”.


Señala también que se ha incrementado las amenazas contra dirigentes sindicales clasistas y sus organizaciones, en distintas regiones del país. Y mientras aumenta la inseguridad para los sindicalistas clasistas, el gobierno nacional a través de la Unidad Nacional de Protección, (UNP), se empecina en levantar esquemas de seguridad y el precario que hay en bloquearlo por todo lado.


Cada vez la oligarquía se torna más agresiva, como adelantándose al proceso de paz de la Habana (Cuba) o en su defecto, usando los mismos mecanismos que utilizó  Pastrana Arango cuando los diálogos del Caguán, que mientras simulaba conversar con la insurgencia, preparaba a todo vapor el criminal Plan Colombia con la dirección directa de los Estados Unidos.

Lo dicho se corrobora al traer nuevamente a colación el editorial señalado: “La violencia está ahora legalizada: “Estatuto de seguridad ciudadana”, ampliación del fuero militar, multimillonaria campaña mediática para justificar y mantener el gasto de guerra en los post acuerdos de paz, construcción de más cárceles e inacción frente al fenómeno paramilitar, que es funcional para evitarse finalmente restituir las tierras despojadas”.


No se puede pasar de agache semejante conducta contradictoria de la oligarquía que representa Santos. Mientras habla de paz de dientes para afuera, fortalece los aparatos ideológicos y represivos del Estado Capitalista.


No en vano dijo por estos días un campesino Comunista: “El paramilitarismo se está reavivando en el Tolima, seguramente por orden del señor Uribe. Hacia Cajamarca están proliferando pasquines amenazantes. A los campesinos les están llegando desconocidos armados diciendo que son guerrilleros y que tienen unidades suyas heridas. La misma proliferación de panfletos se viene presentando en el sur del Tolima, especialmente en Natagaima, dicen los indígenas y campesinos de la zona. Ojo con eso. La comunidad nacional e internacional deben tomar atenta nota y el pueblo movilizarse, pero organizadamente. No hay otro camino.



Así las cosas, Santos y Uribe son caras de una misma moneda.
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[i] VOZ La verdad del pueblo edición 2757 semana del 24 al 30 de septiembre de 2014. Página 5.

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