viernes, 26 de septiembre de 2014

Camarada María Oliva Campos Torres: Cuatro años después

Camarada María Oliva Campos Torres
Por Nelson Lombana Silva


El tiempo es inexorable. Se esfuma por entre las dificultades, frustraciones y sueños con qué velocidad. Amenaza con borrarlo todo. La peste del olvido, de la cual hablara con qué fuerza nuestro nobel de Literatura Gabriel García Márquez, se hace realidad y al parecer todo marchita y fenece casi que a la velocidad del pensamiento. “Lo que el viento se llevó”, solía decir Margaret Mitchell con qué desilusión.



Sin embargo, la memoria de la camarada María Oliva Campos Torres, la esposa del camarada Raúl Rojas González, vive intacta en la conciencia de los revolucionarios comunistas que tuvieron la feliz oportunidad de conocerla de cerca recorriendo los andurriales del sur del Tolima con qué coraje y decisión política en medio del terrible terrorismo de Estado y la agreste y quebrada zona poblada por un pueblo campesino superior a sus dirigentes, como bien lo dijera el mártir del 9 de abril, Jorge Eliécer Gaitán Ayala.


Cuatro años después de su muerte, si bien su aporte al proceso revolucionario permanece atrapado en las telarañas del anonimato y de espaldas a la sociedad colombiana, hay un puñado de comunistas que conocemos parte de su brillante y consecuente lucha por la paz y el socialismo, primero desde Chaparral y después desde Ibagué, donde hubo de llegar después del cruel desplazamiento.


Dejó de existir el 25 de septiembre de 2010, a las cinco de la mañana en la clínica Tolima de la ciudad musical de Colombia. El cáncer le ganó la partida.


Recibió los rigores del criminal sistema capitalista con qué ímpetu. Sin embargo, no se rindió, ni se doblegó, ni traicionó los principios básicos del comunismo. Un hermano suyo fue asesinado por unidades militares adscritas al batallón General Caicedo con sede en Chaparral, Tolima; un hijo suyo de solo catorce años fue desaparecido en esta población, uno más fue asesinado allí y otro cayó ultimado por el régimen en Planadas.


Su esposo, el camarada Raúl Rojas González, fue tiroteado por militares del batallón General Caicedo, perdiendo un ojo y quedando lisiado de una pierna. Herido estuvo treinta y tres meses en prisión. Después estuvo nuevamente en la cárcel. La misma camarada María Oliva fue víctima de un “falso positivo”, un montaje tan común en la terrible y borrascosa era de Álvaro Uribe Vélez, que le representó cuatro meses de prisión, el 12 de febrero de 2001. También fue víctima de un petardo, saliendo ilesa milagrosamente en Chaparral, teniéndose que desplazar hacia la capital del Tolima, donde la sorprendió la muerte, a la edad de 71 años.


Luchadora incansable


Nació el 25 de marzo de 1939, en el municipio de Tuluá (Valle), siendo sus padres Aureliano Campos Aguiar y María Del Carmen Torres Lizcano. Se casó con el camarada Raúl en Chaparral (Tolima) el 10 de marzo de 1962. Cuando el compañero Raúl le confesó que era revolucionario, la respuesta de la compañera María Oliva, fue clara y contundente: “Quizás, yo soy más revolucionaria que usted”.


No era una frase improvisada o petulante de quien dice ser lo que no es. Su vida fue un verdadero apostolado a la causa de los más humildes del país como era ella. Militó en el partido. Su célula se llamaba “Salomón Umaña” y hacían parte de este organismo celular entre otros los compañeros: Luis Torres, Nicio Tique, Alejandro Cruz y Nieves Tique, recuerda el camarada Raúl Rojas González.


Fue presidenta en este municipio de la organización llamada: Unión de Mujeres Democráticas, UMD. Se movía por el extenso cañón de las Hermosas, los demás corregimientos de este municipio e incluso, otros municipios como Rioblanco, Ataco y Planadas, distribuyendo más de 350 ejemplares del semanario Voz Proletaria (hoy VOZ La verdad del pueblo) y también literatura marxista – leninistas y demás documentos que llegaban de la hoy ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (Urss), Alemania Democrática (Rda) y Hungría.


Participó activamente en dos movilizaciones populares y campesinas hasta Bogotá. La primera vez en solidaridad con el presidente chileno Salvador Allende y la segunda para exigirle al presidente Belisario Betancur Cuartas el acueducto municipal por gravedad para esta comarca.


Asistió varias veces a congresos nacionales del Partido Comunista de Colombia en Bogotá, representando a los comunistas de su comarca. La inteligencia militar al parecer le ofreció fuertes sumas de dinero, posibilidades de que sus hijos estudiaran e incluso, residencia en el exterior, si declaraba contra su esposo. Jamás vaciló, se mantuvo firme y fiel a su marido y a los principios revolucionarios que encarna el marxismo – leninismo.


Hasta su muerte fue una consecuente distribuidora del semanario VOZ La verdad del pueblo. Tuvo coraje para cumplir tareas revolucionarias. La noche anterior a su deceso la estuvimos acompañando en la clínica. Al ayudarla a subir a la cama nos miró con ternura y tranquilidad absoluta. Creemos que era consciente que la vida llegaba a su final. Sin embargo, nos dijo en voz baja pero firme: “Estoy tranquila”.


Esa frase nos puso a pensar sobre la grandeza de la camarada. Con qué sencillez y convicción del deber cumplido se despedía sin remordimiento.


La revolución es un proceso…


La revolución socialista es un proceso con avances y retrocesos que se desarrolla permanentemente por causas objetivas y subjetivas. Es un cúmulo de aportes en mayor o menor grado. Resulta bueno reconocer todas esas manos anónimas de hombres y mujeres que han aportado, aportan y aportarán a este propósito.


Todas esas angustias, vigilias y desasosiegos  que caracterizaron su heroica y taciturna existencia, fueron determinantes en el proceso democrático y político que hoy vive Colombia con el proceso de paz y el surgimiento de nuevos sujetos históricos de la revolución. Usted camarada María Oliva jugó un papel preponderante. Por eso, hoy, cuatro años después de su muerte, la recordamos con admiración y gratitud. Además, con el firme compromiso de seguir luchando por la unidad del Partido Comunista, la izquierda Colombiana y la esperanza del Socialismo en Colombia.


Todos esos valores que la identificaron siguen brillando en el firmamento del Tolima y en la conciencia de quienes somos comunistas por convicción, por principios y por leyes objetivas que devela la ciencia. A su memoria, seguiremos luchando por un socialismo científico, humanista y democrático como lo determinó el XXI Congreso Nacional. Seguiremos predicando la unidad y la solidaridad que usted con tanta premura practicó. Por todo lo hecho, muchas gracias. Eterno reconocimiento.

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