sábado, 13 de septiembre de 2014

Intervenido el hospital regional Federico Lleras Acosta de Ibagué

Unidad popular y la movilización de todos y todas. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva


Todo parece indicar que aún los 600 mil ibaguereños no han tomado conciencia de clase de lo que significa la intervención del hospital regional Federico Lleras Acosta por parte de la Superintendencia Nacional de Salud, desde 4 de septiembre. Seguramente cuando tomen conciencia posiblemente será demasiado tarde.



En relación con el potencial de habitantes y la misión histórica de uno de los centros asistenciales más importante a nivel nacional, la protesta ciertamente ha sido hasta el momento marginal. No hemos dimensionado en sus justas proporciones la tragedia endémica por la cual está atravesando el centro asistencial de alta complejidad. Para muchos el problema se resume en los trabajadores y ellos son los responsables supuestamente de la hecatombe.


Miramos la tragedia con absoluta indiferencia. Como diciendo: “Ese no es mi problema, el que se queme que sople”. Se ha delegado la responsabilidad a los sindicalistas y a los trabajadores. Se ha producido toda la cascada privatizadora y el comportamiento ha sido el mismo. Electrolima – por ejemplo – fue privatizado y quién dijo: “Negro tenéis los ojos”. Se llevaron oficinas importantes de Ibagué y nadie dijo nada. Un tal Jorge Tulio cobró al parecer una millonaria suma de dinero sin construir una avenida en Ibagué y nadie dijo nada. El actual alcalde de esta ciudad permitió la construcción de 1.100 viviendas sin presupuestar los servicios públicos, especialmente el agua y no pasa nada. Sin tener calles medianamente conservadas, sin adecuada semaforización y señalización el concejo municipal de la capital musical de Colombia aprueba por iniciativa del alcalde, Luis H. Rodríguez las fotos multas y nadie dice nada.


Ese comportamiento colectivo merece un análisis detallado. ¿Por qué esa indiferencia tétrica de los ibaguereños ante tanta infamia por parte de la clase dirigente tradicional? Dicho comportamiento no es casual y/o circunstancial. Tiene una explicación lógica. El pueblo está alienado y atemorizado. Es víctima de los aparatos ideológicos y represivos del régimen capitalista. Solo eso explica por qué funcionarios corruptos caen para arriba. Además, suceden cosas tan insólitas y no pasa nada.


Así las cosas, el pueblo es víctima de dichos aparatos que utiliza la clase social dominante en Colombia y por supuesto, en Ibagué: La burguesía. 


¿Cuáles son esos aparatos? Los aparatos ideológicos son: Los medios de comunicación, las religiones, el pensum académico, etc. Los aparatos represivos son: El Esmad, la policía, el militarismo, el paramilitarismo, las cárceles, las leyes, etc. Esos aparatos debidamente concatenados son Valium que impiden que el pueblo tenga autonomía crítica para pensar y libertad para actuar. Ahora, ¿Sí entiende por qué el pueblo no se ha movilizado como debiera movilizarse a defender su propia vida que significa tener abierto y sin privatizar la red hospitalaria y concretamente el Federico Lleras Acosta?


Desde esa perspectiva concreta y terriblemente real, resulta meritoria la gente que se ha venido movilizando en defensa del hospital. Son héroes porque han logrado vencer esos siniestros aparatos de la burguesía que funcionan las 24 horas del día con qué ímpetu descorazonado.


Verdades y mentiras sobre la crisis


El régimen no tiene empacho en responsabilizar de la crisis a los trabajadores, y repite tanta esta mentira que hasta los mismos trabajadores terminan creyendo en semejante exabrupto. Lo primero que dijo el interventor es que hay que echar trabajadores y muchos trabajadores terminaron aplaudiendo la medida o cuando más haciéndose el de la vista gorda. “Es doloroso pero hay que admitirlo”, dijo un ex sindicalista.


La verdad es que el hospital Federico Lleras Acosta es una víctima más del neoliberalismo y las brutales leyes del capitalismo altamente transnacionalizado. Un capitalismo corrupto, salvaje e inhumano, en el cual prevalece el dinero sobre la dignidad humana. Por eso el paseo de la muerte, que no es otra cosa que morir el paciente en las puertas de los hospitales y clínicas simple y llanamente por no tener recursos económicos.


Esa es la cruda verdad, la cual es tergiversada por los medios de comunicación y las religiones. Los primeros solo presentan una versión y las segundas enseñan la sumisión. El cuentico es sencillo: “Hay que sufrir en la tierra para gozar en el cielo”. Y hay pueblo que toma tan apecho esto que termina orando por los ricos, porque al parecer son los más propensos a irse al infierno. No en vano dice la biblia: “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico salvarse”. ¡Pobrecitos!


El 11 de septiembre ocurrió algo bien chistoso en la Asamblea Departamental del Tolima, cuando los honorables diputados aprobaron la ordenanza 023 que faculta al gobernador transferir al hospital regional la suma de $10 mil millones de pesos. No hay diputados de izquierda en el Tolima, todos son de derecha. Uno a uno echó su perorata sacando pecho. Imagínese: De la U, Cambio Radical, Centro Democrático, Liberal, Conservador, etc. Todos coincidieron en decir que les duele la suerte del hospital y el compromiso de salvarlo es evidente. Los pocos sindicalistas y trabajadores de la salud que asistieron terminaron ovacionando a los “héroes” de la jornada. A nadie se le ocurrió decir que esos grupúsculos fueron los que se unieron en el Congreso para aprobar la ley 100 de 1993 que convirtió la salud en una mercancía lujosa. Como quien dice: En las próximas elecciones hay que votar por los mismos porque “ayudaron” al hospital regional a conjurar su crisis.


Lo cierto es que el hospital regional Federico Lleras Acosta sigue en cuidados intensivos con pronóstico reservado. Solo lo salvará la unidad popular y la movilización de todos y todas por la base. No es una tarea fácil, pero tampoco imposible, porque eso implica romper los aparatos ideológicos y represivos del régimen, que son duros pero no imposibles de vencer. Manos a la obra…

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