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Foto. Tomada de Internet |
Por Nelson Lombana Silva
Desde que tuve conciencia de que los grandes medios de comunicación no eran de comunicación sino máquinas de desinformación y alienación, me había abstenido de ojearlos, porque consideraba que era pérdida deliberada de tiempo.
Este domingo, tuve la mala idea de ojearlos, tanto El Tiempo como El Espectador, deteniéndome básicamente en el editorial de El Espectador y en la columna de opinión. No sé cómo contuve las náuseas leyendo la columna de Germán Vargas Lleras o la de Néstor Humberto Martínez o Isabel Rueda. Cada artículo destila pestilencia, produciendo asco y repulsa.
No hay que ser erudito, ni politólogo para entender la sarta de estupideces de estos afiles de la gran burguesía huérfana del gobierno nacional, cómo respiran por la herida y cómo se ponen de rodillas ante Sarmiento Angulo o el grupo de Carlos Ardila Lule, los verdaderos dueños del país, como diría en su momento el economista, Julio Silva Colmenares.
El periodismo no es para adular, tampoco para mentir o tergiversar, el periodismo es para informar para que el público pueda con argumentos y democráticamente asumir una postura clara y concreta. Toda noticia tiene dos caras y periodista que se respete debe presentarlas sin ningún sesgo, con imparcialidad y objetividad.
Máquinas desinformativas
Estos supuestos medios de comunicación, son máquinas desinformativas a favor de la pútrida burguesía colombiana. No hay neutralidad e imparcialidad, tampoco análisis o crítica constructiva y propositiva, hay odio visceral, mentira e infamia que el pueblo debe rechazar en la medida de sus capacidades de entender el tejemaneje. No es fácil en un país dominado por el analfabetismo y la poca capacidad crítica y analítica del grueso del pueblo colombiano, pueblo acosado por la crisis económica de más de doscientos años de dictadura de la derecha corrupta y mafiosa.
Decir y Hacer
En el marco de esta realidad concreta, corresponde actuar a los Medios Alternativos de Comunicación, hacer ingentes esfuerzos para llegar a todos los rincones de la patria con el mensaje de paz, justicia y cambio. No podemos equivocarnos en este propósito, hay que hacer esfuerzos por educar y formar a la masa alrededor de valores humanos.
Desde esta perspectiva, nos preguntamos por qué el semanario VOZ La verdad del pueblo no ha vuelto a circular en Ibagué últimamente. Recordamos a la camarada María Oliva Campos, que distribuía en el sur del Tolima más de 600 periódicos, la camarada María Camelo en Ibagué, centenares con la presión del tenebroso estatuto de seguridad de Julio Cesar Turbay Ayala y el chafarote Luis Carlos Camacho Leiva. Nadie dice nada. Al parecer para algunos no es importante.
En un momento tan crucial no echar mano de una herramienta tan determinante a nuestro modo de pensar es un craso error. No es un secreto que con cada artículo de este semanario se puede organizar una gran conferencia en la dinámica de la gran batalla ideológica tan vigente en estos momentos.
Es frecuente escuchar decir que el periódico es importante, fundamental, trascendental, etc. etc. Sin embargo, la práctica dice todo lo contrario. Hay que ponernos de acuerdo y hacer que el periódico vuelva a circular con fuerza ojalá en todo el país. Es una forma concreta de dar la batalla ideológica e informativa.
Mientras tanto, dejemos que los grandes medios de incomunicación se sigan pudriendo en su propio estiércol con sus mentiras y calumnias, con columnistas suaves como Germán Vargas Lleras, Néstor Humberto Martínez e Isabel Rueda entre otros y otras.
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