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Foto: Cervantes Virtual |
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Clementina se destacó en la comarca por su belleza y su valentía. Su hermosura desde niña deslumbró a chicos y grandes, todos querían jugar con ella, compartir sus juegos. Al llegar a la pubertad y los primeros rasgos juveniles, su vida se le tornó un verdadero calvario. La casa se le convirtió en prisión, la vigilancia permanente no solo de sus padres, sino también de los demás miembros de la familia hasta el cuarto grado de consanguinidad. Todos y todas estaban pendientes de la hermosa flor que se abría a un mundo cargado de vicisitudes, dramas e hipocresías.