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Por Nelson Lombana Silva
El veredicto proferido por el Tribunal Superior de Bogotá, en favor del narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, era una especie de crónica anunciada, por cuanto la mafia no se elimina de la noche a la mañana, el poder corrupto de la rancia oligarquía todavía ejerce una presión muy fuerte contra los poderes públicos que caracterizan nuestra nacionalidad. Desafortunadamente, la justicia no es la excepción, porque todavía está a merced del poder turbulento de la mafia transnacionalizada.
Es un fallo grotesco e infame, un verdadero adefesio, que merece todo el repudio del pueblo colombiano. Sin ser abogado, me atrevería a decir que no fue un fallo en derecho, fue una decisión producto de la presión indebida del más experto en esto: Álvaro Uribe Vélez, criminal consumado que da la orden de matar a 6402 jovencitos en completo de estado de indefensión sin contraer un solo músculo de su enjuto rostro. El mismo que va al templo, reza, comulga y luego sale a ordenar masacres; el mismo que le construyó cientos de pistas clandestinas a Pablo Escobar para que sacara tranquilamente la pasta de coca del país; sí, el mismo que fundó el paramilitarismo a través de las Convivir, el mismo que violó un “articulito” de la Constitución Nacional para reelegirse. El mismo que es considerado el “hijo bobo” de Estados Unidos.
El pueblo hará justicia, ¡Palabra que sí!
Eso quiere decir que se ha perdido una batalla, pero no la guerra, la lucha continúa con más entusiasmo y decisión. Si al Tribunal Superior de Bogotá, le quedó grande hacer justicia, al pueblo colombiano no le quedará grande y este 26 de octubre le propinará una gran derrota a la derecha y extrema derecha, saliendo a votar por los verdaderos candidatos del pueblo: Iván Cepeda Castro para presidente y María Eugenia Londoño 78 en el tarjetón para el senado de la república, consolidando seguramente por amplia mayoría al Pacto Histórico como la primera fuerza política en Colombia.
Igualmente, hay que salir a la calle a rechazar la postura rastrera y cobarde del Tribunal. Lo importante es no quedarnos cruzados de brazos solamente lamentándonos, hay que denunciar esta postura pusilánime de la justicia y abrogar por una Constituyente que permita justicia para todos y todas, sin excepción alguna. Nada será fácil y gratis. Todo será fruto de la unidad, la organización y la movilización. La apelación ante la Corte Suprema de Justicia, será una motivación para la movilización en todos los rincones de la Patria. Mamola que nos vamos a desmoralizar en plena batalla, ese triste papel es propio de los cobardes y el pueblo no lo es.
Hay que fortalecer el Pacto Histórico en toda Colombia, porque debe convertirse en el Partido que guíe los cambios y las reformas que añoramos los hijos de Bolívar, Sucre y José Antonio Anzoátegui. Ni un paso atrás, siempre adelante.
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