Roncesvalles, Tolima. Foto: Internet
Por Agamenón
Los habitantes del sur del Tolima, están atemorizados por el accionar delincuencial de grupos que se hacen llamar disidencias de las extintas Farc, quienes han incrementado las extorsiones en municipios como Roncesvalles, según han denunciado habitantes de este municipio y regiones adyacentes.
“El ambiente en este municipio es nuevamente tenso y preocupante, se viene “vacunando” a los campesinos, quienes por miedo no denuncian”, dijo un habitante visiblemente preocupado. Dijo que la semana pasada a un señor que solo tiene como fuente de ingreso su jornal cuando puede conseguir trabajo, lo amenazaron que tenía que cancelar 200 mil pesos, de lo contrario, su mujer sería asesinada.
Igualmente, señaló que hace veinte días a un reconocido habitante de esta comarca lo obligaron a ir dizque a entrevistarse supuestamente con el comandante “guerrillero”, pero todo resultó una trama para llamar a su mujer y pedirle diez millones de pesos, de lo contrario, devolverían a su esposo “picadillo”; atemorizada la señora consignó cuatro millones de pesos.
En los últimos dos meses, por lo menos, dos busetas de transporte masivo han sido incineradas en el trayecto comprendido entre los municipios de Rovira y Roncesvalles, generando pánico y desconcierto entre los habitantes de esta extensa región del departamento de Tolima.
Los enemigos de la paz, los buitres de la guerra, se niegan a renunciar a esta infeliz práctica, tratando por todos los medios hacer fracasar el proyecto del gobierno del cambio de la paz total. El único lenguaje es el traqueteo de las armas contra el pueblo campesino y trabajador que lucha por hacer producir el surco.
La presencia del gobierno departamental brilla por su ausencia. La gobernadora solo se entretiene hablando sandeces del Gobierno Nacional que lidera Gustavo Petro Urrego. Según los habitantes de la distante región, no hay presencia efectiva de la mandataria y menos del senador godo, Óscar Barreto Quiroga, el senador mudo en el parlamento y más adinerado en Colombia.
La comunidad teme hablar del tema, al parecer igual sucede con las autoridades. El silencio y la impunidad al parecer se imponen en toda esta bella región, ocupada por campesinos y campesinas, valientes, trabajadores y trabajadoras.
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