sábado, 20 de enero de 2024

¡Ya no estará más el maestro Calarcá en VOZ!

Camarada Arlés Herrera, Maestro Calarcá. Foto J.C.H.

 Por Nelson Lombana Silva

No me gustan las despedidas, menos de amigos y, aún menos de camaradas brillantes y consagrados como el maestro Arlés Herrera, el Maestro Calarcá. Las eludo, muchas veces con argumentos pueriles e ilógicos.

Generalmente, lo primero que leo del periódico VOZ La verdad del pueblo, son las caricaturas del Maestro Calarcá. Son valientes y contundentes, creativas, sin miedo y con mucha conciencia social y de clase. De cada una puede hacerse perfectamente una conferencia, abrir un debate o simplemente generar un conversatorio político, humanista y cultural.

En esta oportunidad, como de costumbre, las busqué y lo que apareció fue como la canción “La cama vacía” del famosísimo cantante Óscar Agudelo. Un frío glacial recorrió mi cuerpo, las sensaciones más diversas se apoderaron de mí y un vacío en el estómago se prolongó.

Con la misma sencillez que se vinculó hace más de sesenta años al periódico, con esa misma sencillez se marchó sin ningún tipo de aspavientos, asumiendo que hay que abrir el espacio a nuevos valores y continuar en la lucha revolucionaria desde otras trincheras. No es fácil asumir esta cruda realidad, pero, la vida es así y qué le vamos a hacer.

Deja una obra inmortal, un récord en el periódico, difícil de igualar o superar. Se recorrió el país y gran parte del mundo difundiendo el comunismo, a través del maravilloso arte de la caricatura. Cuántas veces estuvo en Ibagué, en el Líbano, en Chaparral y muchos municipios más del departamento del Tolima. Incluso, en el cañón del Combeima, en la biblioteca Cañón del Combeima. La Dulima que hay allí, es obra del Camarada Arlés Herrera, el Maestro Calarcá. En muchas movilizaciones callejeras realizadas en Ibagué, estuvo presente, bajo el inclemente sol de las once de la mañana marchó enarbolando con dignidad la bandera del Partido Comunista y como siempre, llevando un ejemplar del semanario VOZ La verdad del pueblo. Con qué facilidad se confundía con el pueblo. En la calle 15 con carrera tercera de la ciudad musical de Colombia, precisamente, en una de esas movilizaciones, nos invitó a tomar guarapo. Es la bebida más dulce que he tomado hasta ahora.

Durante la reciente gira relámpago que hicimos por el eje cafetero en estos días, conversamos con el camarada Nelson Guzmán Baena sobre la vida y obra del Maestro Calarcá, concluyendo que ha colocado una marca muy elevada, con una reciedumbre, constancia ejemplar y una sencillez oceánica. Es un comunista clásico, profundo que no dudó en colocar su oficio a favor del martirizado pueblo colombiano, sin medir consecuencias y sin esperar nada a cambio.  

Cuando me dio la noticia, al finalizar el año pasado, sinceramente no le creí. “Es una broma”, pensé para mis adentros. “¿Cómo puede una persona separarse de lo que ha significado todo para ella?”, pensé. Hoy me doy cuenta que era cierto, no era una de sus maravillosas bromas.

Gracias maestro, porque con usted aprendí a conocer la esencia más humana del comunismo, a ser humano, firme y consecuente con la clase obrera, el pueblo en general. Tuve la fortuna de ser por varios períodos miembros del comité central del Partido, compartiendo con usted esta responsabilidad y, siempre encontré en usted un camarada, un orientador y un amigo excepcional. Su decencia siempre estuvo a flor de piel. Muchas gracias por su obra infinita y adelante, camarada Arlés Herrera, Maestro Calarcá. ¡Hasta la victoria, siempre!

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