martes, 9 de enero de 2024

“Los revolucionarios no se jubilan”: Fidel Castro Ruz

 


Por Agamenón

El primero de enero de 1959, triunfa la primera revolución socialista en este hemisferio, liderada por un pueblo valiente, corajudo, conducido por cuadros integrales, entre ellos, el comandante Fidel Castro Ruz. Su vida diamantina la consagró integralmente al heroico pueblo cubano, escribiendo verdaderas páginas de heroísmo, compromiso y lealtad al pueblo. Trabajó incansablemente hasta cuando las fuerzas lo abandonaron, reconociendo que el trabajo para él no era un placer sino un deber. “Para mí, el trabajo que hago no es un placer sino un deber. El trabajo que hago es un sacrificio”, señaló.

Para el carismático dirigente cubano, un revolucionario de verdad no abandona el campo de batalla, se sostiene con responsabilidad y compromiso. Hacerlo sería un acto de traición.  “Sería traicionero de mi parte si yo abandono el campo de batalla. No recuerdo a ninguno de los libertadores de este hemisferio que haya abandonado el campo de batalla antes de conquistar la independencia de nuestros países. Sucre no abandonó el campo de batalla y a pesar que no le gustaba nada, lo hicieron presidente de Bolivia casi a la fuerza. Bolívar no abandonó el campo de batalla”, indicó.  

Los revolucionarios auténticos se sostienen en pie, no claudican, como él mismo lo afirma categóricamente: “No se jubilan”. “Los revolucionarios nunca abandonan el campo de batalla, los revolucionarios no se jubilan en tanto pueda ser útil, sea requerido de sus esfuerzos”, dijo.

Fidel, a pesar de ser un combatiente de tiempo completo, un estratega militar revolucionario, siempre estuvo al lado de la paz, luchó por ella con tesón y abnegación.  “A mí me gustaría más que estuviéramos en paz, que no nos amenazaran con destruirnos, que no existiera bloqueo y yo me pudiera dedicar a leer, me gusta mucho leer; me pudiera dedicar a escribir, me gusta escribir”, subrayó.

Toda su actividad política revolucionaria la hizo, no pensando en la gloria personal, la hizo simplemente cumpliendo con su deber que da la conciencia revolucionaria de clase. “Te aseguro que he escogido el trabajo más duro que se pueda escoger y que lo que hago es cumplir con el deber. Si alguno me quisiera ver apartado de todo eso, pero apartado con honor y con dignidad, yo realmente, estaría agradecido con todos ellos que quieran apartarme, porque yo siempre he creído que hay armas mucho más poderosas que las armas de fuego y son las armas morales”, enfatizó.

Indudablemente, el comandante Fidel Castro Ruz, enseñó más con el ejemplo que con la palabra; su honestidad diamantina brilló sin mancha en el amplio firmamento cubano. Su ejemplo es para esta generación una guía digna de emular; desde la inmortalidad sigue señalando con claridad meridiana las características que debe tener un revolucionario de verdad. Fidel sigue viviente en la conciencia de millones de obreros, campesinos e indígenas latinoamericanos que persisten en la lucha por la paz con justicia social, el internacionalismo proletario y el socialismo. “¡Hasta la victoria, siempre! ¡Patria o muerte, venceremos!” 

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