jueves, 27 de abril de 2023

El Tolima en el corazón del gobierno nacional, Jaramillo ministro de salud

Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Foto: Internet
                                     

 Por Agamenón

El Gobierno del Pacto Histórico entra en una nueva fase, fase que exige la máxima unidad y movilización de las masas colombianas. Con grandeza y magnanimidad el presidente Gustavo Petro quiso gobernar con todos, respetando la diversidad y la pluralidad, pero la respuesta de la gran oligarquía a esta propuesta fue la agresividad y extrema violencia. Demostró en la práctica que no tiene el más mínimo interés de ceder y compartir parte de su fortuna mal habida con el pueblo. No quiere modernizarse, prefiere seguir en la turbulencia del narcotráfico y la explotación extrema del hombre por el hombre en todas sus formas y manifestaciones. Considera – por ejemplo – que la salud tiene que seguir siendo la mercancía costosa que le representa jugosas ganancias a través de las denominadas empresas prestadoras de salud (EPS), sin importarle en lo más mínimo que el pueblo siga muriendo de enfermedades curables, como viene ocurriendo a lo largo y ancho del país.



Es una oligarquía criminal y voraz sin el más elemental gesto de humanismo. Cierto lo que dijo en su momento el maestro Carlos Marx: “El capitalismo vino al mundo chorreando sangre y lodo por todos sus poros, desde los pies hasta la cabeza”. A ella no le interesa que sigan muriendo niños y niñas de física hambre, mientras los presupuestos se pierden sin que nadie responda, lo importante para ella es la ganancia y al precio que sea.

La trinca será más fuerte

Pisoteada la iniciativa gubernamental, no hay que ser magos para suponer que la lucha se incrementará y el cinismo maquiavélico de la gran oligarquía se intensificará desde la mentira, el miedo y la postura mediática. Su lenguaje agresivo y violento aumentará con consecuencias funestas para este pueblo heroico que quiere cambios sustanciales que fomenten la posibilidad de vivir dignamente y en paz.

Como bien decía un periodista mejicano: La oligarquía colombiana no sabe sino mentir, porque no tiene argumento para contraponer a los argumentos del gobierno. Solo sabe mentir y confundir. Solo sabe pensar en poder al precio que sea.

En esas condiciones, la izquierda y los diversos sectores democráticos y progresistas, deben estar a la altura del momento histórico, forjando la unidad, la organización y la movilización. Nada de pequeñeces, grandeza ante la adversidad. El pueblo movilizado en las calles y caminos de la patria, es fundamental, determinante. No podemos dejar solo al presidente, a la vicepresidenta y al grupo de parlamentarios consecuentes con estos cambios. “Mamola”, diría Gaitán. He ahí, por qué este primero de mayo debe ser diferente a todos los anteriores. En primer lugar, debe ser multitudinario y en segundo lugar, un momento pedagógico y político para entender la magnitud de las Reformas y el compromiso de defenderlas desde las partes más inhóspitas del territorio nacional e incluso, más allá de las fronteras patrias. No hay espacio a las vacilaciones, ni a los personalismos mandados a recoger hace rato.

Jaramillo, ministro de salud

En esta nueva etapa de lucha y resistencia, el Tolima se incrustó en el corazón del presidente y su equipo al designar al paisano del Líbano (Tolima), ministro de Salud: Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez. Un orgullo, pero, sobre todo, una esperanza de que la reforma a la salud sea una realidad.

A través de él, el Tolima vuelve a tener presencia a nivel nacional. Eso es importante. El médico Jaramillo ni es de hoy, ni de ayer, ni de antier. Es un dirigente de vieja data que siempre ha asumido posiciones consecuentes con los intereses populares. Ha sido irreverente ante la gran oligarquía y frentero ante la corrupción, el paramilitarismo y la violencia, padecida en carne propia, incluyendo el exilio. Animalista y ambientalista ha aportado en estos campos durante el ejercicio de su vida pública como gobernador y como alcalde de Ibagué.

Adelantó en el Parlamento memorables debates contra el paramilitarismo y se  ha jugado el pellejo en la búsqueda de la paz y la justicia social. Nombró al primer alcalde comunista en Coyaima, al carismático comunista, José Nelson Tovar y en muchos momentos prestó solidaridad al entonces diputado comunista y de la Unión Patriótica, Raúl Rojas González. Luchó por un proyecto de constituyente, denunció los tentáculos del paramilitarismo en el Tolima con nombres propios.  Se le podrá criticar de soberbio, personalista, pero jamás de deshonesto, perezoso o traidor del sueño del pueblo. Hay que leer con cuidado el libro que publicó Gustavo Petro, intitulado: “Una vida, muchas vidas”, para entender las cosas políticas como son. No se puede menospreciar la historia, toda vez que ésta tiene directa relación con el presente y el futuro.

Por encima de las minucias, los tolimenses debemos hacer causa común para que el médico, el político, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez haga la mejor gestión al frente de este ministerio. Desde el Tolima será el gran aporte al pueblo colombiano y al proceso que lidera el Pacto Histórico.

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