Por Agamenón
La oligarquía colombiana, combinando todas sus formas legales e ilegales, busca desestabilizar el gobierno del Pacto Histórico que lidera el presidente Gustavo Petro y Francia Márquez. Utilizando medios innobles y repugnantes como la mentira, la calumnia, el pánico, el militarismo recalcitrante y el paramilitarismo, busca por todos lados que el gobierno no cumpla con lo propuesto en campaña. Es un feroz ataque que incluye, naturalmente el golpe de estado blando, como se ha venido denunciando en el semanario VOZ La verdad del pueblo, los medios alternativos y las mismas redes sociales.
Recuperar el gobierno para las familias que durante casi doscientos años han mantenido en el poder, constituye para ella una prioridad al precio que sea, tal como lo sentencia Nicolás Maquiavelo que dijo que el fin justificaba los medios. Una herramienta que viene manejando con qué despropósito son los grandes medios de comunicación corporativos que reflejan son sonrojarse la ideología burguesa y los intereses económicos de esta reducida e inhumana clase social.
Tumbó la reforma política y ahora va con toda por las demás Reformas que el Gobierno del Cambio le propuso en campaña al pueblo colombiano. Es la lucha de clases que expuso con suma claridad Carlos Marx desde el histórico y vigente “Manifiesto Comunista”, publicado por primera vez en 1.848.
Quien no tiene conocimiento de este documento, difícilmente comprenderá el momento histórico que estamos viviendo y, sobre todo, cómo actuar desde la vereda o el barrio para hacer irreversible dichas reformas tan urgente para el pueblo secularmente engañado y oprimido.
Cuando Gustavo Petro, llamó en su momento a tener mayoría en el parlamento, no era una simple consigna o una propuesta para consolidar una “dictadura” como lo dijeron sin ninguna rigurosidad científica dichos medios de comunicación. Era una propuesta lógica y visionaria para cumplir lo presupuestado y desarrollado en la extenuante compaña política.
La consecuencia está a la vista. Tuvo que armar una frágil coalición en el Parlamento, la cual ante los cambios progresistas que viene liderando el gobierno, tambalea peligrosamente y se viene haciendo añicos, pulverizándose a pasos agigantados. Sin sonrojarse el Partido Liberal ha dicho no va más y no aprobará las reformas a la salud o laboral, por ejemplo. Él como las demás fuerzas de la gran oligarquía, están dispuestas a no ceder un milímetro en los intereses de clase.
Y, mientras el gobierno pone a consideración del Parlamento las Reformas, respetando milimétricamente la Constitución de 1991 y las iniciativas agitadas en la plaza pública, estos Partidos se unen alrededor de la rancia y sucia oligarquía en defensa de los intereses de clase de ésta.
El gobierno nacional levanta la bandera de la paz total, la oligarquía la metralla y todos sus artilugios para impedir que el pueblo sea realmente gobierno y en el futuro poder. Ese estado mafioso mueve todo su arsenal bélico y perverso para evitar que los cambios democráticos en favor del pueblo se materialicen. El militarismo, dentro y fuera del gobierno, carcomido por el narcotráfico y la corrupción al parecer estaría agazapado esperando la oportunidad propicia para dar el zarpazo.
Petro confía en las masas, en el pueblo que lo llevó al gobierno. Es la única manera de conjurar un golpe de estado blando y hacer que las reformas sean aprobadas debidamente. El pueblo tiene que salir masivamente el primero de mayo a exigirle al Parlamento que cumpla a cabalidad sus funciones y por primera vez, legisle a favor del pueblo y no en contra como ha sucedido históricamente hasta ahora.
Este es el gobierno del pueblo, por lo tanto, debe tomar conciencia y asumir su rol. Para ello, debe profundizar la unidad, la organización y la movilización. Si no nos organizamos y nos movilizamos como pueblo no habrá poder humano que detenga las fechorías que vienen organizando la derecha y la extrema derecha. Nada entregará la oligarquía por las buenas, los cambios serán fruto del esfuerzo colectivo con un alto grado de sacrificio y heroísmo. No podemos perder esta oportunidad. No hay que permitir regresar cien años atrás a períodos tan sombríos como la guerra de los mil días o la violencia en Colombia de los 50s organizadas por los Partidos tradicionales. Hay un momento que no podemos desperdiciar. ¡Manos a la obra, a construir unidad, organización en los barrios y en las veredas de toda Colombia!
La oligarquía colombiana, combinando todas sus formas legales e ilegales, busca desestabilizar el gobierno del Pacto Histórico que lidera el presidente Gustavo Petro y Francia Márquez. Utilizando medios innobles y repugnantes como la mentira, la calumnia, el pánico, el militarismo recalcitrante y el paramilitarismo, busca por todos lados que el gobierno no cumpla con lo propuesto en campaña. Es un feroz ataque que incluye, naturalmente el golpe de estado blando, como se ha venido denunciando en el semanario VOZ La verdad del pueblo, los medios alternativos y las mismas redes sociales.
Recuperar el gobierno para las familias que durante casi doscientos años han mantenido en el poder, constituye para ella una prioridad al precio que sea, tal como lo sentencia Nicolás Maquiavelo que dijo que el fin justificaba los medios. Una herramienta que viene manejando con qué despropósito son los grandes medios de comunicación corporativos que reflejan son sonrojarse la ideología burguesa y los intereses económicos de esta reducida e inhumana clase social.
Tumbó la reforma política y ahora va con toda por las demás Reformas que el Gobierno del Cambio le propuso en campaña al pueblo colombiano. Es la lucha de clases que expuso con suma claridad Carlos Marx desde el histórico y vigente “Manifiesto Comunista”, publicado por primera vez en 1.848.
Quien no tiene conocimiento de este documento, difícilmente comprenderá el momento histórico que estamos viviendo y, sobre todo, cómo actuar desde la vereda o el barrio para hacer irreversible dichas reformas tan urgente para el pueblo secularmente engañado y oprimido.
Cuando Gustavo Petro, llamó en su momento a tener mayoría en el parlamento, no era una simple consigna o una propuesta para consolidar una “dictadura” como lo dijeron sin ninguna rigurosidad científica dichos medios de comunicación. Era una propuesta lógica y visionaria para cumplir lo presupuestado y desarrollado en la extenuante compaña política.
La consecuencia está a la vista. Tuvo que armar una frágil coalición en el Parlamento, la cual ante los cambios progresistas que viene liderando el gobierno, tambalea peligrosamente y se viene haciendo añicos, pulverizándose a pasos agigantados. Sin sonrojarse el Partido Liberal ha dicho no va más y no aprobará las reformas a la salud o laboral, por ejemplo. Él como las demás fuerzas de la gran oligarquía, están dispuestas a no ceder un milímetro en los intereses de clase.
Y, mientras el gobierno pone a consideración del Parlamento las Reformas, respetando milimétricamente la Constitución de 1991 y las iniciativas agitadas en la plaza pública, estos Partidos se unen alrededor de la rancia y sucia oligarquía en defensa de los intereses de clase de ésta.
El gobierno nacional levanta la bandera de la paz total, la oligarquía la metralla y todos sus artilugios para impedir que el pueblo sea realmente gobierno y en el futuro poder. Ese estado mafioso mueve todo su arsenal bélico y perverso para evitar que los cambios democráticos en favor del pueblo se materialicen. El militarismo, dentro y fuera del gobierno, carcomido por el narcotráfico y la corrupción al parecer estaría agazapado esperando la oportunidad propicia para dar el zarpazo.
Petro confía en las masas, en el pueblo que lo llevó al gobierno. Es la única manera de conjurar un golpe de estado blando y hacer que las reformas sean aprobadas debidamente. El pueblo tiene que salir masivamente el primero de mayo a exigirle al Parlamento que cumpla a cabalidad sus funciones y por primera vez, legisle a favor del pueblo y no en contra como ha sucedido históricamente hasta ahora.
Este es el gobierno del pueblo, por lo tanto, debe tomar conciencia y asumir su rol. Para ello, debe profundizar la unidad, la organización y la movilización. Si no nos organizamos y nos movilizamos como pueblo no habrá poder humano que detenga las fechorías que vienen organizando la derecha y la extrema derecha. Nada entregará la oligarquía por las buenas, los cambios serán fruto del esfuerzo colectivo con un alto grado de sacrificio y heroísmo. No podemos perder esta oportunidad. No hay que permitir regresar cien años atrás a períodos tan sombríos como la guerra de los mil días o la violencia en Colombia de los 50s organizadas por los Partidos tradicionales. Hay un momento que no podemos desperdiciar. ¡Manos a la obra, a construir unidad, organización en los barrios y en las veredas de toda Colombia!
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