Por Nelson Lombana Silva
Para dimensionar el momento histórico que vive Colombia con el Pacto Histórico y, sobre todo proyectar el futuro, hay que conocer el pasado. Nada sucede espontáneamente, todo es fruto de procesos complejos, dolorosos, dinámicos y emocionantes.
Desde esta perspectiva, y considerando que el Partido Comunista Colombiano se acerca a los cien años de existencia, estamos haciendo el esfuerzo de rescatar para la historia el heroísmo de esos cuadros anónimos que tanto apoyaron para hacer realidad lo que estamos viviendo actualmente.
Con dificultades, pero con entusiasmo, hemos visitado municipios de Ibagué, Flandes, Natagaima, Coyaima, Icononzo y hoy estaremos en Ambalema, recogiendo testimonios de esos hombres y mujeres que dieron todo para que la lucha fructificara y tuviera sus frutos.
Icononzo, Tolima: Tierra de resistencia campesina
Este municipio, considerado el balcón del suroriente del Tolima, fue escenario de grandes luchas agrarias, de una resistencia heroica de los campesinos y las campesinas, que no puede quedar en el olvido o en la simple historiografía de la gran burguesía, donde la represión del régimen bipartidista es considerada la parte positiva y la sólida resistencia del campesinado, la parte negativa. La real historia señala que la situación es a la inversa.
Las dictaduras de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Gustavo Rojas Pinillas y el denominado “frente nacional”, pretendieron arrasar a estas comunidades y abrirles espacios a los terratenientes para que se apoderaran de las ubérrimas y montañosas tierras hasta donde la vista alcanzara.
Para dimensionar el momento histórico que vive Colombia con el Pacto Histórico y, sobre todo proyectar el futuro, hay que conocer el pasado. Nada sucede espontáneamente, todo es fruto de procesos complejos, dolorosos, dinámicos y emocionantes.
Desde esta perspectiva, y considerando que el Partido Comunista Colombiano se acerca a los cien años de existencia, estamos haciendo el esfuerzo de rescatar para la historia el heroísmo de esos cuadros anónimos que tanto apoyaron para hacer realidad lo que estamos viviendo actualmente.
Con dificultades, pero con entusiasmo, hemos visitado municipios de Ibagué, Flandes, Natagaima, Coyaima, Icononzo y hoy estaremos en Ambalema, recogiendo testimonios de esos hombres y mujeres que dieron todo para que la lucha fructificara y tuviera sus frutos.
Icononzo, Tolima: Tierra de resistencia campesina
Este municipio, considerado el balcón del suroriente del Tolima, fue escenario de grandes luchas agrarias, de una resistencia heroica de los campesinos y las campesinas, que no puede quedar en el olvido o en la simple historiografía de la gran burguesía, donde la represión del régimen bipartidista es considerada la parte positiva y la sólida resistencia del campesinado, la parte negativa. La real historia señala que la situación es a la inversa.
Las dictaduras de Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez, Gustavo Rojas Pinillas y el denominado “frente nacional”, pretendieron arrasar a estas comunidades y abrirles espacios a los terratenientes para que se apoderaran de las ubérrimas y montañosas tierras hasta donde la vista alcanzara.
A pesar de la criminal arremetida, más de 300 familias lideradas por Juan de la Cruz Varela y Demetrio Prieto, entre otros, nunca perdieron la moral, ni agacharon la cabeza. Su vocación fue de lucha y resistencia.
“El culpable de que nos volviéramos Comunistas fue el mismo estado, porque fue el único Partido que nos acompañaba en la lucha, nos apoyaba y nos orientaba. No nos hicimos comunistas porque quisiéramos – relata Gabriel Prieto Martínez – nos tocó porque era el único apoyo que teníamos en esos momentos”.
También relata el camarada el papel importante que jugó la organización sindical. El sindicato agrario fue determinante en la organización y resistencia durante este tiempo tan aciago que padecieron en esta hermosa y profunda región de Icononzo y el Sumapaz, cientos y cientos de campesinos y campesinas.
Por su parte, Neufer Muñoz Prieto, nieta de Demetrio Prieto y sobrina de Gabriel Prieto Martínez, nació el 23 de septiembre de 1957, en la vereda Recreo, también municipio de Cunday (Tolima). Sus progenitores fueron Manuel Muñoz y Diva Prieto.
También hija de esta cruda violencia, su vida transcurrió de sobresalto en sobresalto. Su testimonio también es dramático, donde se conjugan el dolor, la resistencia y la firmeza ideológica y política. Fue desplazada tuvo que llegar a la friolenta Bogotá al barrio Policarpa Salavarrieta en construcción por parte de los comunistas. Se vinculó a la Juventud Comunista (Juco), después al Partido Comunista, desarrollando un trabajo de agitación y propaganda muy importante desde la base.
Actualmente, no tiene vida militante, pero se declara comunista a carta cabal. Reconoce el papel del Partido en su formación. Señala sin ambages: “Pueda que no esté militando, ni cotizando, pero llevo el programa del Partido en la mente y en mi corazón y en cuanta oportunidad tengo, desarrollo su línea política. Soy comunista”, dice enfáticamente.
Es una mujer amable, sencilla y trabajadora, amante del campo y la naturaleza; trabaja para convertir esta finca en sitio turístico, no hace pausa, actúa con entusiasmo y decisión.
Tanto el camarada Gabriel como ella, no desaprovechan oportunidad para orientar y explicar la verdadera historia, historia ocultada por los historiadores burgueses. A través de ellos, se puede conocer una partecita de la verdad que debe salir adelante y que será fundamento para desarrollar con realismo los desafíos de hoy con el proceso unitario del Pacto Histórico y de la labor tesonera del Partido Comunista que camina rápidamente a sus cien años de edad.
“El culpable de que nos volviéramos Comunistas fue el mismo estado, porque fue el único Partido que nos acompañaba en la lucha, nos apoyaba y nos orientaba. No nos hicimos comunistas porque quisiéramos – relata Gabriel Prieto Martínez – nos tocó porque era el único apoyo que teníamos en esos momentos”.
También relata el camarada el papel importante que jugó la organización sindical. El sindicato agrario fue determinante en la organización y resistencia durante este tiempo tan aciago que padecieron en esta hermosa y profunda región de Icononzo y el Sumapaz, cientos y cientos de campesinos y campesinas.
Por su parte, Neufer Muñoz Prieto, nieta de Demetrio Prieto y sobrina de Gabriel Prieto Martínez, nació el 23 de septiembre de 1957, en la vereda Recreo, también municipio de Cunday (Tolima). Sus progenitores fueron Manuel Muñoz y Diva Prieto.
También hija de esta cruda violencia, su vida transcurrió de sobresalto en sobresalto. Su testimonio también es dramático, donde se conjugan el dolor, la resistencia y la firmeza ideológica y política. Fue desplazada tuvo que llegar a la friolenta Bogotá al barrio Policarpa Salavarrieta en construcción por parte de los comunistas. Se vinculó a la Juventud Comunista (Juco), después al Partido Comunista, desarrollando un trabajo de agitación y propaganda muy importante desde la base.
Actualmente, no tiene vida militante, pero se declara comunista a carta cabal. Reconoce el papel del Partido en su formación. Señala sin ambages: “Pueda que no esté militando, ni cotizando, pero llevo el programa del Partido en la mente y en mi corazón y en cuanta oportunidad tengo, desarrollo su línea política. Soy comunista”, dice enfáticamente.
Es una mujer amable, sencilla y trabajadora, amante del campo y la naturaleza; trabaja para convertir esta finca en sitio turístico, no hace pausa, actúa con entusiasmo y decisión.
Tanto el camarada Gabriel como ella, no desaprovechan oportunidad para orientar y explicar la verdadera historia, historia ocultada por los historiadores burgueses. A través de ellos, se puede conocer una partecita de la verdad que debe salir adelante y que será fundamento para desarrollar con realismo los desafíos de hoy con el proceso unitario del Pacto Histórico y de la labor tesonera del Partido Comunista que camina rápidamente a sus cien años de edad.
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