El taller sobre la ranita o sapito Arlequín Camuflado, también conocido como Atelopus Simulatus, dictado por los biólogos Diana Díaz Moreno y Johan Romero García, en las instalaciones de la biblioteca Cañón del Combeima, ha desatado preocupación en los amigos de la naturaleza y del medio ambiente, sobre todo al afirmar estos profesionales que esta especie habría desaparecido o estaría a punto de sucumbir ante la complejidad consumista del régimen capitalista, que en su desordenado y avaro desarrollismo viene convirtiendo el planeta en una cloaca y/o en un desierto.
El calentamiento global no es algo fortuito, es una consecuencia de la desalmada depredación de la fauna y la flora en el marco del neoliberalismo que ha convertido todo en mercancía. El extractivismo – por ejemplo – ha venido convirtiendo inmensas montañas ubérrimas en desiertos con sus corrientes hídricas contaminadas. El uso del petróleo y el carbón mineral, también han incidido notablemente en la dinámica biológica de la madre naturaleza o la pacha mama.
Las mentirosas campañas de los anteriores presidentes de la república, terminaban responsabilizando de la hecatombe ambiental al campesino, que, porque dejaba caer al piso una basura, un plástico o vertía a las aguas negras a las corrientes hídricas. Y, repetían esta propaganda que el noble campesino terminaba por autoflagelarse y responsabilizarse de la crisis ambiental.
En esas condiciones, las multinacionales y transnacionales eran declaradas libres de toda culpa y responsabilidad, se declaraban por encima del mal y del bien y eran ampliamente elogiadas por los medios masivos de comunicación. Un campesino tumbaba un árbol y era noticia nacional, una transnacional tumbaba miles y miles y nada pasaba. Con qué cinismo se decía en estos medios de incomunicación: “Es que ellas lo hacen con responsabilidad social”. Ese era el cuento. Y nosotros lo creíamos.
Las consecuencias están a la vista: Aumenta el calentamiento global. Algún estudioso del tema afirmó que en menos de treinta años el nevado del Tolima no existirá. Quizás, le pasará lo mismo que al parecer le ha pasado a la ranita o sapito Arlequín Camuflado.
Afortunadamente, el presidente del Pacto Histórico y de todos los colombianos y colombianas, Gustavo Petro Urrego, ha insistido con vehemencia en el orden nacional e internacional, ha planteado con realismo el problema ambiental y las posibles alternativas de solución, las cuales han sido ignoradas casi que completamente por medios masivos de comunicación, otras tergiversas y otras presentadas a medias.
La remota esperanza de hallar un par de ejemplares de estas ranitas en el Cañón del Combeima o en el municipio de Anzoátegui, considerada área casi exclusiva de este animalito, es una verdadera utopía. No obstante, no hay que perder la esperanza. Un niño que asistió al taller, dijo que miraría con atención las orillas del río Combeima. “Si la encuentro – dijo – informaré inmediatamente”.
¿Será que nos tocará que contentarnos con su foto, como tantas especies extinguidas en Colombia?
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