Por Nelson Lombana Silva
Tener un presidente de la república lector como Gustavo Petro Urrego, después quizás de Belisario Betancur Cuartas, es esperanzador para los que estamos interesados en fomentar el placer por la lectura desde la Red Municipal de Bibliotecas Públicas de la ciudad de Ibagué (Tolima).
Y, resulta más halagüeño saber que tenemos una ministra de Cultura que sabe de cultura, de su importancia y de su valor en la formación del ser humano integralmente. Patricia Ariza, cultora por excelencia, tiene clara su misión y las perspectivas de comenzar un cambio estructural del pueblo colombiano desde la cultura. Fidel Castro, dijo en cierta oportunidad: “La Revolución es hija de la Cultura”.
Tener un presidente culto, intelectual y humano, lector empedernido es una gran esperanza para este pueblo colombiano que desde lo más profundo del corazón añora dejar atrás la guerra, la violencia que le ha impuesto la clase dominante y entrar a la era de la paz total. Es un cambio profundo y radical que, afortunadamente, se viene dando. No ha sido promesa de campaña.
Juan Manuel Santos se conoce como el gran adicto a los juegos de azar, Iván Duque Márquez, por la parranda y el licor y Gustavo Petro Urrego por la vocación a la lectura, al argumento dialéctico y la paz con justicia social.
Así lo plasma en su autobiografía intitulada: “Una vida, muchas vidas”, editada por la editorial Planeta, cuya primera edición fue publicada en el 2021. Una exquisita obra de 340 páginas, que se lee con pasión desenfrenada, de un hombre que valientemente ha dedicado toda su vida a luchar por una patria humana.
Desde muy niño se interesó por la lectura. Aprendió a leer en la cartilla Nacho Lee y, desde esa época, no ha parado de leer. “Le tomé mucho amor a la lectura”, dice. Pensaba así: “Si no alcanzaba en las clases, siempre estaban los libros para abrir nuevas puertas hacia el saber”.[i]
Reconoce, destaca y agradece la labor de su padre, quien también fue un lector permanente. De esta manera, Gustavo Petro, destaca el valor del ejemplo. Viene entonces la célebre frase del héroe cubano, José Martí, cuando dijo: “Las palabras conmueven, pero los ejemplos arrastran”.
“Mi padre era un buen lector – dice – un lector con biblioteca. Ver al papá o a la mamá leer tiene efectos directos en la sociedad. Le agradezco mucho a mi papá por enseñarme a leer. Eso fue lo que despertó mi amor por la literatura”, dice.
Lo confiesa sin ambages: “Fui un lector ávido”. En primero de bachillerato se leyó el primer tomo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, obra cumbre de la literatura mundial. Leyó los clásicos del siglo de oro español, también a Julio Verne, Víctor Hugo, Salgari y Dumas, entre otros. “La lectura me llevó a conocer la historia universal, las matemáticas me llevaron a la economía”.[ii]
Señala que los libros le permitieron conocer a la humanidad en su diversidad. Lo hicieron conscientes de esta realidad antropológica.
A leer sin pausa
Tener un presidente que ama la lectura y venera los libros, nos debe llevar a una reflexión profunda, sobre todo hacer el esfuerzo por encontrarle razón de ser a la lectura. Una persona que no lee es ciega, analfabeta, inculta, arrogante, mezquina, supersticiosa e intrascendente. La lectura nos abre espacios, mundos, realidades, nos permite vivir y convivir. La lectura nos forma, la televisión nos embrutece. Apaguemos ésta y abramos un libro. Padres de familia, seamos ejemplo, autoridades, adultos mayores. Ayudemos a construirle el futuro a nuestros niños y niñas., no seamos egoístas, leamos como lo hace nuestro presidente, Gustavo Petro Urrego.
[i] Página consultada 20.
[ii] Página consultada 23.
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