Internos de la cárcel de Coiba Picaleña denunciaron públicamente- Foto: Alerta Tolima |
Por Agamenón
Los prisioneros recluidos en la penitenciaría de Coiba Picaleña, en la ciudad de Ibagué (Tolima), continúan padeciendo el drama de la falta de agua continua y suficiente, lo mismo que “caspete”, la tienda a la cual acude el recluso a comprar algo para complementar la pésima y reducida alimentación.
Los internos hacen protestas, se dirigen a las autoridades competentes como la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y muchos otros organismos de Derechos Humanos, pero sucede que algunos van, escuchan a los damnificados, se van y no sucede nada, todo sigue igual.
Y es que la situación ambiental es caótica: En la considerada “cárcel nueva”, para 180 reclusos solamente hay dos baños en el comedor y uno no está funcionando.
Al decir de los reclusos, al parecer hay un contubernio con las autoridades encargadas de hacer justicia y el centro penitenciario, porque las críticas, los documentos manifestando la dramática situación no surgen ningún efecto y la situación se sigue presentando.
“El Caspete”
El “caspete”, o sea, la tienda a la que tiene acceso el presidiario es otro grave problema que tiene al borde del desespero a los reclusos. Funciona irregularmente y de vez en cuando; no hay diversidad de productos alimenticios, solo dulcería y de vez en cuando. Algunos afirman que algunos prisioneros estarían monopolizando el “caspete”.
Antiguamente, el visitante le llevaba al interno comida, la prensa o un libro. Ahora es al revés. El interno factura desde el miércoles para la visita el sábado o el domingo y muchas veces el producto no aparece durante el rato de visita. No dejan entrar la prensa, ni siquiera un libro.
El ingreso es toda una terapia. Largas filas, requisas exhaustivas y esperas eternas. Por una simple manilla de trapo la persona es devuelta. Algunos guardianes son respetuosos con las personas, pero otros son canallas, displicentes y arbitrarios.
Todos estos problemas son evidentes, ahora que se visibiliza la falta de agua en la ciudad de Ibagué. Sin embargo, al parecer se sigue dando licencias de construcción de edificios, casas y apartamentos, sin tener en cuenta el preciado líquido. Todos los días el agua se va. En el barrio Jordán, por ejemplo, se va a las siete u ocho de la noche y regresa a la cinco de la mañana.
La senadora del Pacto Histórico, Aída Avella Esquivel, anunció la posibilidad de adelantar un debate en el Parlamento para colocar en blanco y negro, esta situación compleja de la falta de agua en Ibagué, sus implicaciones y responsabilidades.
Los detenidos en la cárcel y la comunidad ibaguereña en general, demandan de las autoridades acciones para resolver en la mayor brevedad posible estas situaciones tan reiterativas e injustas que se vienen presentando. El penal debe ser un centro rehabilitación y no un centro de tortura.
Y es que la situación ambiental es caótica: En la considerada “cárcel nueva”, para 180 reclusos solamente hay dos baños en el comedor y uno no está funcionando.
Al decir de los reclusos, al parecer hay un contubernio con las autoridades encargadas de hacer justicia y el centro penitenciario, porque las críticas, los documentos manifestando la dramática situación no surgen ningún efecto y la situación se sigue presentando.
“El Caspete”
El “caspete”, o sea, la tienda a la que tiene acceso el presidiario es otro grave problema que tiene al borde del desespero a los reclusos. Funciona irregularmente y de vez en cuando; no hay diversidad de productos alimenticios, solo dulcería y de vez en cuando. Algunos afirman que algunos prisioneros estarían monopolizando el “caspete”.
Antiguamente, el visitante le llevaba al interno comida, la prensa o un libro. Ahora es al revés. El interno factura desde el miércoles para la visita el sábado o el domingo y muchas veces el producto no aparece durante el rato de visita. No dejan entrar la prensa, ni siquiera un libro.
El ingreso es toda una terapia. Largas filas, requisas exhaustivas y esperas eternas. Por una simple manilla de trapo la persona es devuelta. Algunos guardianes son respetuosos con las personas, pero otros son canallas, displicentes y arbitrarios.
Todos estos problemas son evidentes, ahora que se visibiliza la falta de agua en la ciudad de Ibagué. Sin embargo, al parecer se sigue dando licencias de construcción de edificios, casas y apartamentos, sin tener en cuenta el preciado líquido. Todos los días el agua se va. En el barrio Jordán, por ejemplo, se va a las siete u ocho de la noche y regresa a la cinco de la mañana.
La senadora del Pacto Histórico, Aída Avella Esquivel, anunció la posibilidad de adelantar un debate en el Parlamento para colocar en blanco y negro, esta situación compleja de la falta de agua en Ibagué, sus implicaciones y responsabilidades.
Los detenidos en la cárcel y la comunidad ibaguereña en general, demandan de las autoridades acciones para resolver en la mayor brevedad posible estas situaciones tan reiterativas e injustas que se vienen presentando. El penal debe ser un centro rehabilitación y no un centro de tortura.
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