Por Nelson Lombana Silva
El debate electoral para elegir parlamento colombiano se caracterizó una vez más por la antidemocracia, la corrupción y el ventajismo. De igual manera, la alta abstención.
El debate electoral para elegir parlamento colombiano se caracterizó una vez más por la antidemocracia, la corrupción y el ventajismo. De igual manera, la alta abstención.
No se puede pasar por alto ese jueguito estúpido de utilizar fotocopias. Mostró los dientes corruptos la registraduría, quizás preparando el gran el fraude en las elecciones de mayo como se ha venido rumorando.
También hay que destacar como negativo la terrible y desalmada tenaza contra el partido nuevo Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc). Resulta vergonzoso e infame, la forma como los partidos comprometidos con el narcotráfico, el paramilitarismo, las desapariciones forzadas y falsos positivos, hicieron causa común con los medios masivos de comunicación para irse lanza en ristre contra esta nueva organización con mentiras convertidas en “verdades mediáticas”.
La postura parcializada del gobierno nacional y la racha de promesas imposibles de realizar, llevaron a mucho pueblo votar por los mismos con las mismas.
Sin embargo, hubo aspectos positivos. Uno, tiene que ver con la salvada milagrosa del candidato presidencial de la Colombia Humana, Gustavo Petro, en esa terrible emboscada tendida por la mafia del narcotráfico, el paramilitarismo y la pusilánime postura del gobierno nacional, quien sorpresivamente estuvo por debajo del alcalde de Cúcuta y del otro alcalde preso por asesinato y mafia. Eso puso en evidencia que en Colombia manda la mafia, dentro y fuera del gobierno, dentro y fuera del país.
El otro aspecto tiene que ver con la votación de la izquierda. Magnífica, pero dispersa. Ojalá, en un alto grado de grandeza, se una para ganar en la primera vuelta. Sí se puede, pero si hay unidad.
Que no le pase a Colombia lo que le pasó al Tolima. Por la maldita división se escapó la gran oportunidad de tener un parlamentario de pueblo en la cámara de representantes. Se impuso una vez más el egoísmo, el yodismo y la falta de visión para mirar más allá de la capilla. Algunos cuadros hicieron oídos sordos al clamor popular de la unidad.
No había que ser un doctor en la política para saber que el Tolima está tomado por la extrema derecha, una extrema derecha espuria, financiada al parecer por el narcotráfico y el paramilitarismo, que curiosamente el mismo día que estuvo Uribe en Ibagué, una emisora local leyó con entusiasmo un supuesto comunicado del paramilitarismo anunciando que no interferiría en el debate electoral.
Ante esta cruda realidad, tenía que unirse toda la izquierda en una sola lista. Incluso, fortalecerla con sectores democráticos y progresistas con un acuerdo claro y consecuente con el querer del pueblo. Pero no fue así. Los decentes, por un lado, sacaron más de 23 mil votos y la alianza verde y polo, por el otro lado, sacaron 21 mil votos. Por esa torpeza, la izquierda se quedó sin la soga y sin la ternera. Ojalá que esta amarga experiencia no se repita ni el Tolima, ni en Colombia de cara al debate electoral presidencial del 27 de mayo. Esperamos que se anteponga el interés colectivo sobre el interés personal.
Hay que dialogar y explorar fórmulas posibles. Valga recordar que la política no es un dogma. Por el contrario. Es dinámica, dialéctica. El pueblo está esperando un gesto de grandeza de todos los cuadros de izquierda en este momento histórico. Incluso, de los demócratas y civilistas que creen firmemente que Colombia debe transitar escenarios de paz y reconciliación con cambios sustanciales de alcance social.
De todas maneras, también merece destacarse como positivo el avance de la izquierda. Gustavo Petro, superó la votación del maestro Gaviria. Importante saber que sale al escenario nacional un cuadro regional como es el compañero Carlos Caicedo. Este dirigente tiene madera como se suele decir. La dinámica de la praxis le dará fortaleza ideológica y política para asumir nuevos retos nacionales que seguramente se darán.
Merece relievarse la formidable postura política del partido Farc para no dejarse amilanar de unos cuantos bandidos que se abrogan el derecho de hablar por todos los colombianos y colombianas. El pueblo jamás le dijo no a las Farc. Unos cuantos desadaptados pagados por el Centro Democrático, el Partido de la U, Cambio Radical y el Partido Conservador, entre otros, respaldados por los medios masivos de comunicación, sabotearon las manifestaciones con la complicidad miserable del gobierno y sus fuerzas militares. Toda la izquierda unida debe salirle al paso a esa cruda estigmatización. Recuerde que la solidaridad es la ternura de los pueblos. Todo revolucionario de verdad, entiende que su primer compromiso es con la solidaridad.
Así las cosas, la marcha inexorable de la historia sigue su curso. Es hora de materializar la opción de poder. El camino es claro: La unidad. Los cuadros políticos tienen ese sagrado e histórico deber. Manos a la obra.
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