jueves, 13 de marzo de 2014

Fidel Castro vs Raúl Rojas: ¡Qué herejía!

 Raúl Rojas
Por Nelson Lombana Silva

Se trata de hacer una comparación y diferenciación entre dos personajes revolucionarios que tienen algo en común: La convicción de las ideas socialistas y comunistas.



Hablar de Fidel Castro es casi que redundar. ¿Quién no sabe del comandante Fidel? A nuestro modo de ver el hombre más importante en América durante más de 50 años y uno de los principales líderes del mundo que ha sobrevivido a más de ochocientos atentados por parte de la CIA.


Raúl Rojas González, en cambio, nadie lo conoce. Es apenas un chaparraluno, solo conocido ampliamente en su municipio y de pronto en el departamento de Tolima. No tiene una biografía conocida y ubérrima como Fidel, lo cual ciertamente constituye una especie de osadía o herejía proponer un cuadro comparativo. No habrá quien diga con aspaviento: “Es tanto como pretender comparar la miel con la pomada”. La verdad no tendría hígados para controvertir esta afirmación.


De todas maneras, diríamos preliminarmente, que ambos son comunistas, revolucionarios, internacionalistas y humanos. Es más: Latinoamericanos. ¿Diferencias? Muchísimas: Mientras Fidel es abogado, Estadista y Cubano; Raúl tuvo apenas quinto de primaria, fue concejal de su pueblo y diputado de Tolima. Además, colombiano.


¿Por qué esta herejía? Cayó en nuestras manos dos documentos históricos, los cuales a nuestra modesta forma de pensar tienen algo en común. Solo eso explica la naturaleza de este artículo, el cual no dudo también en calificar de osado e irreverente.


Estos documentos son: “La historia me absolverá” del comandante Fidel Castro Ruz y “Consejo verbal de guerra contra Raúl Rojas, realizado en Ibagué del 15 al 20 de noviembre de 1968”.


¿Qué es lo común que encontramos en estos dos documentos? El coraje de ambos, su formidable amor por las ideas socialistas y la profunda lealtad al pueblo.


Frente a los tribunales del régimen, ni uno ni el otro pide clemencia. Por el contrario, con toda la dignidad del mundo aprovechan el escenario para atacar con todas sus energías al régimen capitalista. No son cobardes. Son revolucionarios de verdad. No piden por ellos, piden por sus pueblos.


Se recordará que Fidel fue puesto preso con algunos sobrevivientes a raíz del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, durante la dictadura de Fulgencio Batista y él mismo se hizo su defensa en las condiciones más difíciles. De ese alegato jurídico es que estamos haciendo referencia.


Entre tanto el camarada Raúl Rojas González acusado de guerrillero, herido y con la pérdida de una vista por acción de una esquirla, ante el fuego cerrado de unidades militares del batallón Caicedo con sede en Chaparral, Tolima, con la orientación del abogado Humberto Oviedo convierte la sala de audiencia en tribuna de denuncia sobre los crímenes del militarismo en contubernio con el paramilitarismo contra el pueblo del sur del Tolima, principalmente.


Un par de ejemplos, quizás podrían ilustrar y sustentar la tesis aquí expuesta. Afirma Fidel: “Mis bravos compañeros, con civismo sin precedentes, cumplieron cabalmente su deber. “Sí, vinimos a combatir por la libertad de Cuba y no nos arrepentimos de haberlo hecho”.


Otro acápite: “Los demagogos y los políticos de profesión quieren obrar el milagro de estar bien en todo y con todos, engañando necesariamente a todos en todo. Los revolucionarios han de proclamar sus ideas valientemente, definir sus principios y expresar sus intenciones para que nadie se engañe, ni amigos ni enemigos”.


Termina Fidel esta extraordinaria pieza oratoria política y jurídica, así: “Condenadme, no importa. La historia me absolverá”.   


Por su parte, el camarada Raúl Rojas González, manifiesta en este consejo verbal de guerra: “Desde el año de 1948 en adelante, el departamento del Tolima se convirtió en escenario de la más cruel de las violencias que la historia del país haya registrado en sus páginas y cuyas secuelas por poco producen el total exterminio de esta raza pujante de Pijaos, que con sus fuerzas y su ingenio han hecho su grandioso aporte para el enriquecimiento y engrandecimiento del país, a través de sus años de existencia”.


En otro aparte, señala: “En 1951, en la carrera primera de la población de Chaparral, un grupo de policías denominados “Chulavitas” recuerdo tanto que hicieron víctimas a mi padre y al amigo señor Gregorio Capera; los sujetos de nombre Bolívar, Penagos, Agujas y otros que no recuerdo, cabalgaron en ellos como jinetes, les propinaron golpes, puntapiés, les desgarraron las vestiduras, y les hicieron toda clase de ultrajes, reflejando de esta manera los peores actos que se les pueda hacer a un ser humano, manifestándoles que tendrían que irse de Chaparral con toda la familia o los acabarían”.


“Este sujeto, (Alias Pasodoble) amparado bajo el empleo que el gobierno oficial le había dado como jefe de la policía rural compuesta por Sigifredo Buenaventura (Alias Bolo), Ramón Váquiro hermano de Pasodoble, Heriberto Váquiro y otros, quienes adelantaban operaciones de pillaje (robo de ganado) persiguiendo y asesinando campesinos que se negaban a seguirlos en sus fechorías”.


Termina la pieza oratoria el camarada Rojas González: “Quien con su espíritu manchado decretara sentencia condenatoria contra nosotros, antes deberá besar la frente de Cristo y ahí encontrará la justicia social y verá que no somos los inocentes los que debemos ocupar el banquillo de los acusados, sino todos los criminales que aquí aparecen”.  



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