lunes, 10 de marzo de 2014

En elecciones parlamentarias: Ganaron la abstención, la corrupción y el ventajismo


Calles solitarias se vieron ayer solo de pregoneros sin oficio. Foto Nelosi
Por Nelson Lombana Silva

Culminó el debate electoral colombiano para elegir parlamento, (Senado y Cámara de Representantes) pasando a la historia con más pena que gloria, evento caracterizado fundamentalmente por la abstención, la corrupción y el ventajismo. Se impuso una vez más el poder descomunal del Estado oligárquico, la maquinaria, la mentira y la promesa. Es más: La socialdemocracia o mejor la “socialbacanería”. 


Toda la parafernalia del régimen se puso en ejecución para que nada cambiara y todo siguiera igual. Llama poderosamente la atención la abstención (70%), alta cifra de tarjetones no marcados y anulados, lo mismo que los votos en blanco. Todo pareciera indicar que Colombia estará condenada a otros cien años de soledad, de oscurantismo.


El pueblo trata de sobreponerse a ese imperio descomunal burgués pero todavía la correlación de fuerzas no es la ideal, por eso prefiere refunfuñar en silencio, masticar la rabia contenida al no encontrar una vía expedita de escape, a pesar de ser mayoría.


Como el 70 por ciento de pueblo no actuó casi el 25 por ciento escasamente colocó a sus nuevos verdugos en el parlamento. La izquierda no sale derrotada, sale derrotado y así lo debe sentir los que votaron por los mismos porque ellos seguirán haciendo lo mismo.


Prisionero en el analfabetismo político el pueblo sigue dominado bajo el crudo imperio del terrorismo de Estado, la alienación de los medios de comunicación, credos religiosos y pensum académico. Sufre la miseria, la falta de salud, educación y bienestar, sin embargo, no duda en votar por los responsables o sencillamente abstenerse y dejar que una minoría despistada decida por todos.


La táctica del régimen de dividir al pueblo en partidos de garaje le viene dando excelentes resultados, porque el pueblo se fracciona en discusiones estériles y el árbol no le permite ver el bosque.


Por supuesto que los candidatos de derecha que ganaron las curules, no lo hicieron en franca lid, presentando programas y proponiendo tesis para sacar al pueblo del laberinto en el cual está metido. Compraron esas curules una vez más y a precios exorbitantes, con dinero, marrullería, corrupción y ventajismo.


Los que comieron tamal y lechona, (en el caso del Tolima) tendrán que pasarla así, mientras que llegan las próximas elecciones. Esos “padres de la patria” dedicaran este tiempo para triplicar la inversión que hicieron en la supuesta campaña electoral.


La izquierda tendrá que asimilar la tesis de los Comunistas: La unidad. La razón es elemental: No estamos enfrentando un tigre de papel. Hay que persistir en la lucha revolucionaria. Claro, para ello la izquierda se debe depurar y renovar la táctica para desvertebrar el analfabetismo político y enfrentar con eficiencia el terrorismo de Estado, la alienación y la brutal explotación del hombre por el hombre. Mientras la izquierda no se abra a la unidad más amplia, sin petulancia y con criterio incluyente, será muy complicado. El camino es la construcción del frente amplio por la paz y la democracia. Todos y todas, debemos caminar en la misma dirección, respetando la diversidad y fortaleciendo la lucha de clases.


De otra parte, este debate electoral refleja la profunda antidemocracia que hay en Colombia. Se dice que la democracia es el imperio de las mayorías; pero resulta que en este país el imperio está a cargo de la minoría. Unas pocas familias controlan toda una nación de casi 47 millones de colombianos. A eso lo llaman democracia y llaman dictadura a gobiernos como el de Cuba o incluso, Venezuela donde el pueblo generalmente vota en un 97 o más por ciento.


Hay que evaluar con fraternidad, pero con objetividad para avanzar. Los procesos no se detienen, las ruedas de la historia tampoco. Se perdió una batalla pero no la guerra. Tenemos que seguir denunciando este régimen descompuesto en todo sentido y anunciando que otro país sí es posible. Recordemos que los dictadores son efímeros, en cambio los pueblos son eternos. Ese pobre pueblo que dopado votó por los mismos un día de estos tendrá que reflexionar y autocriticase. No hay mal que por bien no venga. 

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