Ex comandante fariano Wilson Saavedra. Foto: Archivo Nelosi |
John Dalton decía que la muerte de un semejante lo disminuida porque estaba atado a la humidad. Este pensamiento tiene lógica, primero porque la realidad antropológica del hombre determina que el ser humano existe solamente en función social. Es decir, el hombre no está diseñado para vivir solo, es un animal sociable por naturaleza.
Si decimos que el sistema capitalista es inhumano es porque su dinámica va en contravía de la realidad social del hombre. Su esencia es el individualismo, el sálvese quien pueda. Así que en ese afán por concentrar todo en sus manos, está dispuesto a los más grandes absurdos cuando estos intereses están en peligro. Y quizá el más despreciable de todos es la violencia contra el pueblo. Genéricamente se conoce como Terrorismo de Estado.
El Estado acude al terror ante su incapacidad de responderle al pueblo con sus deberes y la razón es elemental: No está diseñado para eso, está diseñado para defender y proteger la clase dominante: La burguesía. Por eso, entre más crisis al interior del pueblo, más ganancias al interior de los ricos.
Y si alguien de esa masa llamada pueblo, protesta, se organiza y lidera procesos de cambios, automáticamente resulta estigmatizada, desplazada, amenazada y asesinada. Como la clase dirigente no tiene argumentos para rebatir al pueblo entonces utiliza la fuerza bruta, la violencia. Es por eso que la violencia no es del pueblo es de la burguesía que utiliza para seguir ilegal e ilegítimamente en el poder.
El caso del vil asesinato del camarada Wilson Saavedra es diciente. ¿Quién lo mata? El Estado. Nadie más lo puede hacer. Es un crimen atroz que hace parte del genocidio contra el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), lo mismo que hizo el Estado contra la Unión Patriótica (UP).
Los miembros del Centro Democrático les apuestan a la violencia, a que el pueblo viva enfrentado entre sí. Este partido no sabe hablar de paz, su machete es la violencia. En fin, la esencia de la clase dominante colombiana es esa. Por eso la urgencia de un cambio, que se proscriba la violencia y que se dimensione la paz.
Así pensaba Wilson Saavedra
Militó en la guerrilla por algo más de 35 años. ¿Cómo la definía? “Podemos decir que la vida guerrillera es muy hermosa. Yo ingresé muy niño a las Farc y uno aprende a convivir con todas las peripecias que se pasan en el camino, con todas las vicisitudes que hay. Momentos de amargura de ver caer compañeros en combate, de ver morir guerrilleros y guerrilleras por esta causa; momentos de felicidad también de compartir con nuestros guerrilleros, nuestros camaradas y también de tristeza cuando en determinadas fechas no los tenemos”.
“Nos trasladan de frente de diferentes departamentos, cambios bruscos, del clima caliente a lo frío, de caminar por trochas, por la sabana, por las cordilleras, por caminos, por las carreteras. O sea, nosotros nos hemos andado todas las zonas rurales de Colombia y eso es lo maravilloso, porque conocemos el país”.
Pero, ¿Qué es ser guerrillero? El comandante Wilson Saavedra, responde: “Ser guerrillero, creo que es uno de los escalones más altos de la lucha. Ser guerrillero revolucionario fariano es uno de los escalones más altos de la lucha, eso nos llena de orgullo porque es una lucha por el pueblo y nosotros nos debemos al pueblo. Nosotros los guerrilleros somos transformadores sociales, porque tenemos pensamiento de cambio, porque queremos transformar esta sociedad para que todos vivamos en armonía, que todos vivamos así sea lo mínimo, pero que tengamos paz y no suframos necesidades, buscamos una sociedad donde la salud y la educación, las tenga el niño, la tenga el anciano, la tenga la madre, el padre, la tengamos todos, independientemente de quien sea. Esa sociedad buscamos”.
El desafío de decirle adiós a las armas y solo acudir a la fuerza del argumento, lo interpretaba el comandante Wilson Saavedra: “Es un trabajo muy duro que hay que realizar porque realmente en Colombia hay muchos sectores democráticos, pero hay que decirlo con franqueza: Están desunidos”.
El pueblo quiere la paz, los medios masivos de comunicación no, siempre le han apostado a la violencia. “El tema parte de la desinformación que ha habido. El pueblo sí tiene sentimiento de paz, el pueblo sí quiere que en Colombia haya un cambio, pero desafortunadamente la manipulación muestra lo contrario y hace que una mentira repetida varias veces, ciento de veces, termine siendo casi una verdad. Ese es el trabajo de los medios”.
En relación con los medios alternativos, indicó: “Los medios alternativos que han hecho también el trabajo de contarle a este pueblo lo que realmente ocurre en las regiones, puede ver usted por ejemplo qué ocurre en esta vereda La Mesa Río Loro, donde nos encontramos, cómo está llegando masivamente la gente y esa gente no está llegando porque la obligamos o porque se lanzó una directriz que tiene que venir, fue una convocatoria pública para las vigilias, lo cual en cientos de veredas y corregimientos a nivel nacional, se está realizando lo mismo: Vigilias por la paz de Colombia”.
El alzamiento armado no es un capricho, es una necesidad histórica. Luchar por la paz en la adversidad más dura siempre tendrá que hacerse con optimismo. “Creo que las Farc somos optimistas de alcanzar una solución política del conflicto desde 1964, porque el alzamiento armado en Colombia no fue capricho de nadie, ni tampoco de nuestros queridos y recordados marquetalíanos, sino una necesidad histórica encaminada a preservar la vida y eso obligó a tomar las armas para defender la vida porque no había otra oportunidad para hacerlo”.
Al caracterizar el proceso de diálogo que se desarrollaba con tantas dificultades, el camarada Wilson Saavedra, pensaba: “Siempre hemos tenido el optimismo. Hay que decir que este proceso de paz, sí ha tenido un avance significativo que no han tenido procesos anteriores. Debemos hablar de las voluntades de diferentes procesos, momentos históricos y políticos del país, pero este especialmente, es un momento histórico, porque este proceso llegó a un fin de que sí es posible la solución política del conflicto con cambios en la institucionalidad, con cambios y garantías para ejercer la política libremente sin el temor de ser asesinado, desaparecido, perseguido, mínimamente encarcelado”.
A pesar del revés del fallido plebiscito por la paz, el comandante Wilson Saavedra siempre se mostró optimista, comprendía que la paz es ante todo un derecho de los pueblos. “Somos optimistas, queremos seguir trabajando duramente por la paz, independientemente de los resultados electorales del plebiscito porque eso no es una parte definitoria, creo que la paz no se le consulta a nadie si la quiere o no la quiere o si es necesaria; la paz es un derecho del pueblo”.
Según el comandante del bloque Occidental “Alfonso Cano”, el presidente Santos no estuvo preparado para la paz, por eso fracasó el plebiscito. “No es que haya quedado solo (El presidente), creo que el presidente Santos no estaba preparado para el Sí, podría estar esperanzado en que ganara el No, porque en el poder y en la política que ellos la conocen muy bien, pueden tener diferentes miradas con respeto al acuerdo final que es la clave”.
Siempre se ha polarizado el país entre lo mismo y lo mimo, en esta oportunidad entre el ex presidente Uribe y el entonces presidente Santos. Muchos siguen pensando que una cosa es Uribe y, otra Santos. El ex combatiente la tiene clara, señala: “Creo que es una de las tácticas de la política, pero sobre todo, de la politiquería. Mostrarle al pueblo una contienda entre dos corrientes ideológicas tener algunas diferencias como personas o en algunos conceptos de opinión, pero ideológicamente están del mismo lado. Allí no hay ningún enfrentamiento. Se ha querido mostrar eso para manejar el tema de la oposición. Hoy en día en Colombia ya no es la izquierda, sino un sector de la derecha contra la misma derecha. Son manejos mediáticos para confundir a la gente”.
Así pensaba y así actuaba el comandante Wilson Saavedra. Era un dirigente revolucionario forjado a la intemperie con mucho carácter y generosidad que el Estado decidió eliminar en las primeras de cambio. Como él, han corrido igual suerte por lo menos 135 combatientes desde que se firmó el acuerdo de paz en el teatro Colón en Bogotá. Una verdadera masacre que no para. Por el contrario, se intensifica.
Mientras asesinaban al camarada en Tuluá (Valle del Cauca), en Roncesvalles (Tolima), el militarismo disfrazado de paramilitarismo lanzaba al parecer un nuevo panfleto amenazando a líderes defensores de Derechos Humanos, líderes campesinos y supuestamente personas de baja reputación. La consigna es clara: Se van de país o son asesinados. “El pueblo está atemorizado”, dijo una habitante sin adelantar más detalles.
Esta es Colombia bajo la dominación de la burguesía liberal – conservadora en pleno siglo XXI. El único argumento del régimen para acallar la oposición es asesinándola. Y así viene sucediendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario