Tempranamente el naciente imperialismo norteamericano mostró sus dientes depredadores contra los pueblos americanos. Mostró su interés por subyugar estas naciones convirtiéndolas en simples suministradoras de materia prima, con el único propósito de fortalecer su poder imperial. Dicha política la mantiene vigente usando para ello gobiernos cipayos y arrodillados a sus crueles designios como los gobiernos colombianos.
Uno de los primeros en avizorar esta colonialista postura fue el Libertador Simón Bolívar y, no precisamente por simple intuición, sino porque sufrió en carne propia su inaceptable intromisión en los asuntos internos del continente Latinoamericano. Durante el Congreso de Panamá, el Libertador, luchó denodadamente contra las pretensiones expansionistas y hegemónicas del monroísmo y del panamericanismo, como bien lo advierte el historiador Francisco Pividal.
José Martí, héroe cubano, también dimensionó oportunamente la tragedia que significaba para los pueblos americanos la política exterior de Estados Unidos. Desde Nueva York, el 22 de septiembre de 1894, dijo: “Los pueblos de América son más libres y prósperos a medida que más se apartan de los Estados Unidos”.
Estados Unidos lideró una fuerte campaña contra Bolívar. Francisco de Paula Santander, tempranamente se puso al lado del imperialismo. No dudó en calificarlo de simple “tratadista teórico de propósitos flotantes e indigestos”, señala Pividal en su libro intitulado: “Bolívar pensamiento precursor del antiimperialismo”.
También, afirmó: “Todos esos Estados – Chile, Buenos Aires – se unirán para oponerse a la influencia del Dictador”. Sí, Estados Unidos tuvo la desfachatez de calificar a Bolívar de “dictador”. “…Muchas importantísimas cartas de Bolívar… Arrojan considerable luz sobre sus designios y serán una ayuda poderosa para Santander…Contra los pérfidos designios del usurpador”. Santander ya prácticamente era agente de Estados Unidos; este novísimo imperio no duda en acusar a Bolívar de “usurpador”. No contento con esta indebida intromisión agrega: “La esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos, es una de las más consoladoras”, consigna Francisco Pividal en su texto.
Hay otros incidentes que prueban la animadversión de Estados Unidos contra Bolívar y el proceso independista. La Junta Suprema de Caracas envió comisiones a Estados Unidos (Potomac), en busca de ayuda para derrotar el imperio español, pero el esfuerzo resultó infructuoso.
El propio Juan Vicente Bolívar, encabezó esta delegación. Iba acompañado de Telésforo Ocea y José Rafael Venga. Arribó la comisión a Baltimore el 5 de junio de 1810, siendo recibida por el doctor Thornton, amigo personal del presidente Madison. Más tarde esta comisión se entrevistó con el mismo presidente y el secretario de Estado.
La misión fracasó. El objetivo de conseguir armas no fue posible. El presidente solo se comprometió a enviar un representante suyo, un simple agente después de haberse decretado la libertad de comercio. Estados Unidos no reconocía la Junta Suprema, pero sí obligaba a esta a reconocer a Estados Unidos.
Por la misma época, Manuel Palacio Fajardo, a título del gobierno de Cartagena de Indias, quiso establecer relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pero la cancillería de Washington la rechazó.
Para entonces aludió una falsa neutralidad al decir: “Los Estados Unidos se encuentran en paz con España y no pueden, con ocasión de la lucha que ésta mantiene con sus diferentes posesiones, dar ningún paso que comprometa su neutralidad”, afirmaba James Monroe, secretario de Estado, el 29 de octubre de 1812.
El mismo Monroe, declaraba al congreso, el 2 de diciembre de 1817: “A los dos bandos se ha negado auxilios en hombres, dinero, barcos y municiones”.
No hay mentira más grande decir que Estados Unidos fue neutral en la lucha revolucionaria de independencia que lideraron entre otros Bolívar y Anzoátegui contra España. Apoyó con municiones, goletas y armas a los invasores ibéricos. Se puso a lado de España.
Así que los Estados Unidos nunca ha sido amigo de los pueblos americanos y menos contribuyó a la independencia como estúpidamente lo dijo el presidente Iván Duque Márquez. Todo lo contrario. Es el peor enemigo que hoy tiene la humanidad, por cuanto no maneja relaciones humanas, sino intereses económicos.
A los pueblos los ve como esclavos que puede explotar a las anchas y a los países como simples emporios de materias primas para sus intereses. Con esa finalidad insiste en invadir a la hermana república bolivariana de Venezuela y los demás países que se han venido independizando como Cuba. Pero, así como Bolívar luchó con heroísmo y desnudó su pérfida política imperialista, Maduro y su pueblo invocando el pensamiento antiimperialista de Hugo Chávez Frías, derrotará una vez más esos pérfidos planes leoninos y perversos. La unidad latinoamericana es fundamental, lo mismo el internacionalismo proletario. Es indudable, la criminalidad imperialista del coloso del norte no ha sido de ahora, ha sido de siempre.
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